La deuda pública estadounidense

Sergio Ley. Embajador en China 2001-2007

En febrero de 2022, la deuda pública de Estados Unidos superó por primera vez en la historia los 30 billones (millones de millones) de dólares, según datos del Departamento del Tesoro, tras un aumento de 7 billones en los últimos dos años. Para julio de 2022, esta deuda ascendió a los 30.6 billones de USD, 2.17 billones más que hace un año. Desde que se declaró la pandemia en marzo de 2020, el Gobierno estadounidense, primero con la administración Trump y luego con el Presidente Biden, impulsó gigantescos planes de estímulo para evitar un colapso de la economía que dispararon la deuda federal. A junio de 2022, la deuda estadounidense en manos de acreedores extranjeros ascendía a 7.4 billones de USD, en un listado liderado por Japón con 1.2 Billones USD; China 967.8 mil MUSD y Reino Unido 615.4 mil MUSD. El pasado 16 de diciembre de 2021, el presidente Biden firmó una ley que suspendió el techo de endeudamiento público y evitó que el país incurriese en una suspensión de pagos de su deuda nacional por primera vez en la historia. La ley amplió en 2.5 billones de dólares los fondos para hacer frente a las deudas ya contraídas, lo que permitirá a EE.UU. mantener su capacidad de endeudamiento hasta 2023.

China fue el principal acreedor extranjero de Estados Unidos desde septiembre de 2008, cuando en plena crisis económica internacional superó a Japón y mantuvo ese puesto durante 11 años. Por mayo de 2022, los bonos en poder de Pekín disminuyeron por debajo del billón de USD de un total de 1.1 billones registrados en 2019. En opinión de especialistas, es posible que la tenencia de deuda norteamericana en manos de China podría bajar, aún más, aunque la disminución podría desacelerarse gradualmente debido al valor de los bonos del Tesoro como activo de reserva internacional. No sería realista pensar en que China pudiese deshacerse de toda su tenencia de deuda estadounidense, a menos que surjan circunstancias extremas ligadas claramente al empeoramiento de las relaciones bilaterales.

Recientemente, el portal financiero de la CNBC en Estados Unidos advertía sobre la relevancia de lo que llaman el "botón nuclear financiero" que detenta China, después de que el gigante asiático redujera la tenencia de deuda norteamericana por debajo del billón de dólares y culpa directamente a Pekín de la perdida potencial de atractivo de los bonos del tesoro.

EL PROGRAMA DE BIDEN (IRA)

Francisco Suárez Dávila. Embajador de México en Canadá (2013-2016)

En un México sumergido en una cloaca de violencia, ineptitud e ilegalidad, es sano poder comentar una noticia alentadora: el Congreso norteamericano acaba de aprobar 2 mega programas del Presidente Biden: la “Ley para la Reducción de la Inflación” (IRA), que es mucho más que eso, y la “Ley de apoyo a los "chips" y la Ciencia”. ¿Por qué su gran trascendencia? 1) porque es la mayor inversión histórica en energías limpias, (US$370MM) y para frenar el cambio climático, teniendo como objetivo reducir las emisiones de carbono en 40%. Significa una verdadera “revolución industrial verde”, promoviendo con toda una gama de instrumentos concretos, la transformación estructural de la industria manufacturera de E.U. para su reconversión al uso de energías limpias y acelerando la producción de vehículos eléctricos. Apoyando también a las familias con créditos fiscales para comprarlos con subsidios, también, por ejemplo, para instalar paneles solares -¿igualito a Bartlett?-. ¡Reduce en general los costos de energía! 2) Establece un programa gubernamental, centrado en Medicare, su sistema social de salud, para reducir los precios de las principales medicinas, obligando a las grandes empresas farmacéuticas a reembolsar el aumento de precios que exceda la inflación, y limita el desembolso de familias en medicina en US$2,000. 3) Para financiar todo hace una reforma fiscal focalizada para que las grandes Empresas que tienen utilidades arriba de US$1,000 millones, paguen un impuesto mínimo de 15% (pagaban en promedio 2%) que reducirá el déficit fiscal en US$300MM. El premio Nobel Stiglitz lo apaude. ¡Combate la inflación, como se debe, por reducción de la demanda, aumento de oferta y regulación de precios abusivos!

La otra ley, que es un verdadero complemento, impulsa la producción local de Chips (US$60MM) y lanza un programa de gran aliento (US$200MM) a las Ciencias, así competir con China, a través de apoyos a instituciones (como la National Science Foundation), impulso a la investigación y desarrollo, a la enseñanza, como nuestro CONACYT que cancela aún sus pocos y raquíticos fideicomisos.

¿Qué consecuencias indudables tiene para México, para bien o para mal? Podría abrir grandes oportunidades para participar en esta “Revolución” en las cadenas productivas de una industria reconvertida al uso de energías limpias, con “chips” y vehículos eléctricos de producción regional. Pero en este momento nos pone aún más en evidencia a contracorriente de la historia y a la zaga de la modernidad, generando electricidad con energías sucias y contaminantes; con riesgo de penalización o freno a nuestras exportaciones que las usen; acelerando la “muerte” del coche con gasolina, y la obsolescencia de la Refinería de Dos Bocas, que nacerá ingresando al “cementerio de los elefantes blancos inútiles”. El gobierno mexicano simpatiza en sus decisiones, no con “el progreso”, sino con lo más retrógrado, conservador, trumpiano de los Republicanos que todos rechazaron con su voto la reforma. ¡Una verdadera vergüenza!


Ciencia y tecnología: inversiones y decisiones

Dr. José Franco. Del Instituto de Astronomía-UNAM

En octubre de 1957 la Unión Soviética puso en órbita el primer satélite artificial, el Sputnik I. En ese entonces yo era un niño de primaria, pero recuerdo el revuelo que provocó este evento extraordinario. Doce años después, en julio de 1969, pude ver en televisión la llegada de la humanidad a la Luna, un hecho histórico logrado por los Estados Unidos de Norteamérica. Aunque tuve la fortuna de vivir esos dos momentos, pasó mucho tiempo antes de que pudiera entender sus implicaciones en el desarrollo del conocimiento y en las relaciones económicas, políticas y militares del mundo.

La respuesta de Estados Unidos al lanzamiento del Sputnik fue inmediata y en 1958 fundó su exitosa agencia espacial, la NASA. También creó la Advanced Research Projects Agency, ARPA, donde se incubaron los proyectos que dieron vida a las redes de cómputo, al GPS, a los drones y a muchas otras innovaciones. En 1972 ARPA se convirtió en una agencia dedicada a proyectos de defensa y ahora es conocida como DARPA. A seis décadas de distancia queda claro que los impactos del desarrollo espacial, el GPS y las redes de cómputo han sido definitivos para forjar la realidad en la cual hoy vivimos.

En la actualidad podría repetirse un episodio similar debido a la aprobación de dos iniciativas del Presidente Biden, enfocadas a contender con el crecimiento vertiginoso de China. Para ello van a invertir más de 600 mil millones de dólares en proyectos que van desde las ciencias básicas hasta la manufactura en industrias estratégicas, pasando por áreas de biotecnología, robótica, inteligencia artificial, cómputo cuántico y tecnologías en semiconductores. También se proyecta crear infraestructura en energías limpias y reducir sustancialmente la emisión de gases de efecto invernadero para el 2030. Estamos entonces en el umbral de cambios que seguramente van a moldear el futuro de nuestras sociedades. Ante estas posibilidades, no podemos evitar la comparación con el empobrecimiento que hoy sufre nuestro frágil sistema de ciencia, tecnología e innovación. Triste muy triste, vamos en sentido contrario.

Oportunidades para México

Duncan Wood. Vicepresidente de Estrategias y Nuevas Iniciativas en el Wilson Center

Los recientes éxitos legislativos de la administración Joe Biden, en forma de la Ley CHIPS y de Ciencia y la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de 2022, suponen un importante paso adelante para el presidente estadounidense y su partido, de cara a las elecciones de mitad de mandato de noviembre. Sin embargo, su impacto más importante se sentirá durante la próxima década, cuando las impresionantes inversiones en la industria de los semiconductores, en la investigación y el diseño, en la tecnología de los vehículos eléctricos y en la mitigación y adaptación al cambio climático comiencen a sentirse en la economía en general.

Ambas leyes ayudarán a la competitividad de Estados Unidos, serán una respuesta al impresionante crecimiento de China y ofrecerán importantes oportunidades para México.

Con más de 52 mil millones de dólares que se destinarán a incentivos para que las fábricas de semiconductores inviertan en Estados Unidos, deberíamos esperar ver importantes anuncios de nuevas fabricaciones en el próximo año. Esto dará lugar a inversiones totales por cientos de miles de millones de dólares, que tendrán una importante repercusión en el resto de la economía. Pero lo más importante es que ayudarán a Estados Unidos a mantener su liderazgo en la industria mundial de chips y a reducir su dependencia de las fábricas asiáticas, aumentando así la resistencia de su cadena de suministro.

Existe una gran oportunidad para que México se beneficie del crecimiento de la producción de chips en Estados Unidos, especialmente en áreas como el envasado de chips. Para ver estos beneficios, México tendrá que garantizar el acceso a la energía limpia, al agua potable y a una mano de obra preparada en tecnologías de vanguardia.

Los 170 mil millones de dólares que se destinarán a I+D (investigación y desarrollo de nuevos productos) y educación STEM en la Ley CHIPS y de Ciencia ayudarán a garantizar que Estados Unidos mantenga su liderazgo sobre China en ciencia e investigación. Beneficiarán a la industria de los semiconductores, por supuesto, pero también ayudarán a todas las demás áreas de la economía estadounidense del siglo XXI.

México haría bien en realizar sus propias inversiones en I+D, educación y ciencia para poder aprovechar las recompensas de estos avances en Estados Unidos, con enormes sumas de dinero público que se destinarán a exenciones fiscales para incentivar la compra de vehículos eléctricos. Lo más interesante aquí es que para poder optar a las exenciones fiscales, los vehículos deben fabricarse en Norteamérica y en países con los que Estados Unidos tiene acuerdos de libre comercio. La oportunidad aquí para México es obvia y colosal. A medida que los estadounidenses compren más vehículos eléctricos, muchos de los componentes de esos vehículos pueden fabricarse en México. Pero para aprovechar al máximo esta oportunidad, México debe asegurarse de que los fabricantes de automóviles tengan acceso a la energía renovable y al capital humano que necesitan para construir nuevas fábricas al sur de la frontera.

Claves para entender las nuevas leyes de Biden y su impacto en México

Diego Marroquín Bitar.
Internacionalista por el ITAM y Maestro en Políticas Públicas por la Universidad de Georgetown.

Twitter: @diegombtr

El pasado 16 de agosto, el presidente estadounidense Joe Biden firmó dos iniciativas de ley sin precedentes en la historia de Estados Unidos. Por un lado, la recién aprobada Ley para Reducir la Inflación busca frenar el alza generalizada de precios a través de tres mecanismos: 1) reducir la deuda del gobierno estadounidense para enfriar la demanda doméstica; 2) disminuir el costo de la energía al ofrecer incentivos fiscales para producir más energías renovables y vehículos eléctricos y; 3) proteger el acceso a la salud al limitar aumentos de precios en medicinas. Por otro lado, la Ley de Ciencia y Semiconductores (CHIPS) busca fortalecer las cadenas de valor de tecnología y promover la inversión en semiconductores para evitar la dependencia con China.

Con un presupuesto asignado de más de 980 mil millones de dólares entre las dos ¿cómo es que estas leyes afectarán a México? Existen por lo menos 3 canales por los cuales estas leyes pueden tener un impacto en el país.

1. Abren la puerta a una mayor producción automotriz “verde” en México

Según , Director del Mexico Institute, a la par de la aprobación histórica del TLCAN en 1993 y del T-MEC en 2020, la Ley para Reducir la Inflación demuestra que una mayoría del congreso estadounidense reconoce explícitamente que México y Canadá son socios claves para su futuro. La ley mencionada ofrecerá créditos de hasta $7,500 dólares a consumidores que compren vehículos y baterías eléctricas armadas en Norteamérica y no sólo en Estados Unidos. Más del 85% de nuestras exportaciones automotrices se envían a Norteamérica y los incentivos fiscales de esta ley generarán más oportunidades para producir vehículos eléctricos en México, además de promover la adopción de nuevas tecnologías y sumar a los más de empleos del sector en nuestro país.

2. Facilitan la integración de México en cadenas productivas de tecnología

Actualmente, México es el productor mundial de tecnología, incluyendo la manufactura de insumos que se usan para construir computadoras, chips y televisiones. Para evitar mayores disrupciones en las cadenas productivas y evitar la dependencia estadounidense en las manufacturas chinas, la ley CHIPS prevé una inversión inicial de 54 mil millones de dólares para acelerar la producción de semiconductores en Estados Unidos y 13 mil millones para su investigación y desarrollo.

La proximidad geográfica con Estados Unidos, sumada a los bajos costos y alta especialización de la mano de obra mexicana han atraído a productoras de tecnología como LG, Samsung y Sony en los últimos años. El nuevo énfasis en acercar la producción a Estados Unidos eleva el atractivo de México como destino de inversión en semiconductores. Acompañado por las políticas adecuadas, el gobierno mexicano puede evitar que inversiones de este tipo se vayan a otros países como cuando decidió instalarse en Brasil y no en nuestro país.

3. Crean nuevos caminos para superar la crisis post-covid

Una economía estadounidense fuerte da oxígeno al mercado mexicano. Dado el alto nivel de interconexión entre nuestras economías –más del 75% de las exportaciones mexicanas van a Estados Unidos–, si las dos leyes cumplen con su cometido, millones de trabajadores y empresarias mexicanas estarán en mejores condiciones para superar la crisis post-covid y podrán exportar más bienes y servicios a nuestro vecino del norte.

¿Podrá México capitalizar las oportunidades para atraer nuevas tecnologías e inversiones “verdes”? Solo el tiempo dirá si estuvimos a la altura del reto.

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