La relación bilateral con EU

Por: Duncan Wood. Presidente del Consejo Pacífico sobre Política Internacional

Hay tres cuestiones clave que las élites políticas estadounidenses seguirán de cerca en las elecciones presidenciales mexicanas. En primer lugar, cómo abordará el próximo Presidente la cuestión de la cooperación con Estados Unidos en materia de migración. En diciembre de 2023, más de 250 mil migrantes fueron detenidos o deportados de la frontera suroeste de Estados Unidos, y la opinión pública estadounidense se ha vuelto en contra de los migrantes indocumentados. Al mismo tiempo, México está haciendo menos para detener el flujo de migrantes a través de su territorio, con una caída del 60% en las deportaciones en 2023 en comparación con 2021. Esta caída en las deportaciones refleja el recorte de fondos por parte del gobierno mexicano, algo que ha sido señalado por muchos en Estados Unidos. El próximo presidente se enfrentará a una presión considerable por parte del gobierno estadounidense para que redoble sus esfuerzos para frenar el flujo de inmigrantes.

La segunda cuestión se refiere al fentanilo. El año pasado, más de 112 mil personas murieron en Estados Unidos por sobredosis de estupefacientes. La causa principal de esta epidemia es, por supuesto, la propensión de la sociedad estadounidense al consumo de drogas peligrosas. Pero la culpa del suministro de esas drogas se está colocando firmemente en la puerta de México, y los políticos estadounidenses acusan ahora regularmente a México de no compartir la responsabilidad del tsunami de muertes. El próximo presidente de México tendrá que hacer frente a los llamamientos de ambos bandos políticos en Washington para que haga mucho más para detener el tráfico de fentanilo.

Por último, China ocupará un lugar destacado en las conversaciones de Estados Unidos con el próximo presidente mexicano. En momentos en que ambos candidatos presidenciales en Estados Unidos intentan demostrar lo duros que son con China, con el presidente Joe Biden anunciando aranceles del 100% sobre los vehículos eléctricos chinos el 14 de mayo, la atención se centra cada vez más en la presencia de fabricantes chinos en México, así como en las importaciones mexicanas de bienes procedentes de China, que luego entran en la cadena de valor norteamericana. Algunos políticos estadounidenses ya están exigiendo a México que limite la cantidad de inversiones chinas y las importaciones procedentes de China.

Cambio climático, el mayor desafío

Por: Omar Vidal. Científico y ambientalista

Nuestro mayor desafío ya está aquí e impacta más a los más pobres. Mil millones de personas en las 50 naciones más pobres emiten 1% de los gases de efecto invernadero, pero son los que más sufren: se ven forzados a migrar, las amenazas a su salud se magnifican y padecen más los eventos climatológicos extremos y la disponibilidad/altos precios de los alimentos.

Por sus condiciones geográficas y dependencia de la agricultura, México es muy vulnerable al cambio climático. Sin embargo, durante seis años su participación en foros de la ONU sobre cambio climático fue irrelevante y nuestro liderazgo internacional se desdibujó.

Independientemente de quién gane la Presidencia este 2 de junio, México no puede seguir eludiendo sus obligaciones con los mexicanos y el planeta –debe tomarse el cambio climático seriamente. Siendo una amenaza global, debemos aliarnos con otras naciones para asegurar el cumplimiento de los compromisos del Acuerdo de París (2015) en reducción de emisiones de gases y aumento de recursos económicos para ayudar a los países más vulnerables.

La próxima presidenta de México –sea Xóchitl o Claudia– debe sumarse sin ambages a mandatarios progresistas –Lula da Silva (Brasil), Petro (Colombia), Boric (Chile)– que han demostrado su compromiso de luchar contra el cambio climático, y así América Latina asuma el liderazgo en las negociaciones internacionales. Esta alianza cobra más relevancia dada la alta probabilidad que Donald Trump, el más feroz negacionista del cambio climático, gane la presidencia de Estados Unidos.

Corregir el daño a la política exterior

Por: Jorge Lomonaco. Diplomático mexicano. Fue embajador en ONU-Ginebra, Países Bajos y OEA

Como en otras áreas de gobierno, la política exterior de este sexenio ha sido personalísima, más apegada a los deseos o las ocurrencias de un líder que a la realidad geopolítica o el interés nacional. Una política exterior nostálgica, impregnada de prejuicios y sesgos ideológicos, que ha relegado a los profesionales de la diplomacia a un papel secundario provocando un deterioro institucional significativo.

En el proceso, el gobierno ha tratado de disfrutar “lo mejor de dos mundos”. Aprovechar las ventajas de la relación con sus socios en Europa Occidental y Norteamérica y, al mismo tiempo, presumir con orgullo su militancia “antimperialista”, su coqueteo con China, Rusia e Irán y la protección de regímenes autoritarios en América Latina. Pero, como en todo, la realidad se impone y la herencia obliga a corregir. El malabarismo y la esquizofrenia son ya insostenibles y han generado un altísimo daño al prestigio, la confianza y la credibilidad de México en la escena internacional. Por ello, aunque las propuestas de las candidatas en materia internacional difieren y difieren mucho, cualquiera que sea el resultado de la elección tendrá que haber un ajuste, ya sea mayor o menor, de la política exterior de nuestro país.

China y Rusia en el futuro comercial de México

Por: Ricardo Daniel Delgado Muñoz. Internacionalista y miembro del Servicio Exterior Mexicano

@RDanielDelgadoM

Ante la disrupción de las cadenas globales de valor debido a los conflictos geopolíticos globales, es pertinente que México continúe explorando vías para implementar una política integral de diversificación comercial, más allá de Estados Unidos que concentra casi el 80% de las exportaciones mexicanas. Por su importancia en el comercio internacional, China y Rusia representan oportunidades mercantiles sobre las cuales el nuevo gobierno tendrá que ponderar el tipo de acercamiento que se tenga hacia estas naciones.

Mientras que China es el principal exportador global de bienes y nuestro segundo socio comercial, Rusia es uno de los principales exportadores en el mundo de petróleo, trigo y demás materias primas, así como nuestro trigésimo quinto socio comercial. Con ambos socios, México cuenta con un déficit comercial. En el caso de China, de 1 dólar de producto que exportamos, importamos aproximadamente 12 dólares. Por lo tanto, se requiere de una estrategia de mayor envergadura para promover las exportaciones mexicanas y aumentar la inversión de esta región.

Ante el fenómeno del nearshoring, el capital chino representó el 40% de este tipo de inversiones que llegaron a México en 2022, ocupando el 80% del espacio en parques industriales de nueva construcción en el país. Tomando en cuenta la complementariedad de nuestras economías, existe aún margen para promocionar la electromovilidad, la infraestructura, el sector agroalimentario, entre otros sectores.

Por otra parte, el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, ha tenido un impacto en el comercio que México sostiene con este último. Por mencionar un ejemplo, el precio internacional de los fertilizantes ha fluctuado en los pasados dos años, lo cual ha tenido un impacto en el campo mexicano, en virtud de que Rusia es nuestro principal proveedor de estos productos. En este sentido, el próximo gobierno tendrá que prestar especial atención a este rubro, pero también potencializar las capacidades que puede haber en las industrias de aeronáutica, biotecnología, tecnologías de la información y energía.

Narcotráfico: ¿un cambio de ecuación tras las elecciones?

Por: Florencia S. Mercado. Criminóloga

La tendencia en América Latina es que, incluso ante una disminución de la pobreza, la desigualdad y con un mayor crecimiento económico, los delitos siguen en aumento. Los mercados del crimen organizado crecen y se adaptan, no se reduce el consumo de bienes ilícitos y nuestras capacidades institucionales se corroen.

La diversificación de las actividades y negocios ilícitos, así como de bienes legales (minerales, mascotas, autopartes o hasta el aguacate y la tortilla) solo nutre el crecimiento y la influencia de las organizaciones criminales. Los diagnósticos de las candidatas y el candidato no parecen contemplar estas complejidades.

Los últimos gobiernos han optado por una creciente militarización de la seguridad pública, restringiendo así libertades y derechos aun cuando el discurso oficial se presente como más pacífico. Ante esta falta de cohesión, el reto es crear un Estado garante de la seguridad sin recurrir al costo de nuestras libertades.

Las elecciones han demostrado que no existen incentivos políticos para desarticular estos mercados y que las candidatas no están equipadas para atender el problema de la seguridad desde múltiples problemáticas a la vez, y mucho menos, a nivel nacional

Se teme que la influencia de Andrés Manuel López Obrador perdure sin importar quien gane la Presidencia y no habrá mayor cambio a la ecuación contra el narcotráfico. No obstante, quien sea que gane puede todavía replantear muchos cuestionamientos y estrategias para profundizar su diagnóstico, entender las causas estructurales de la violencia que vivimos cotidianamente, estudiar los actores actuales del narcotráfico y crear un proyecto diferente al de sexenios pasados con diálogos y negociaciones distintas.

Debemos exigir mejores soluciones que trasciendan sexenios y partidos políticos y que vayan más allá de las reformas, tipificaciones y sentencias, de acuerdos operativos o acciones afirmativas que jamás fueron pensadas para generar grandes cambios por sí solas.

Elecciones en México y su impacto en la politica exterior

Por: Solange Márquez. Analista internacional. X: solange_

El próximo domingo, los mexicanos acudiremos a las urnas para decidir quién será la primera mujer presidenta de México. En la boleta no solo elegiremos un nombre, sino también entre dos visiones distintas para el futuro de la política exterior de nuestro país.

Con Claudia Sheinbaum enfrentaríamos la continuidad de un enfoque nacionalista, centrado en usar la política exterior como una extensión de la política interior. Este enfoque se ha distanciado de las democracias globales y se ha acercado peligrosamente a regímenes autoritarios en América Latina. Además, implica una política exterior renuente a rendir cuentas sobre transparencia, retroceso democrático y derechos humanos fundamentales como la libertad de prensa y expresión. Ejemplo reciente es la reciente crítica internacional sobre la militarización en el país y el predominio del crimen organizado en gran parte del país.

Con Xóchitl Gálvez estaríamos ante una visión más asertiva frente a los desafíos mundiales, que priorizaría la diplomacia para resolver los conflictos. Buscaría evitar crisis que han terminado, por primera vez, en crisis diplomáticas como las ocurridas en este sexenio con Ecuador, Perú, Argentina, Bolivia, Colombia o El Salvador. La candidata de la oposición también busca fomentar mayor inversión mediante políticas que aumenten la competitividad del país y retomar el papel global de México, incluyendo una mayor presencia en foros internacionales, una presencia que ha disminuido debido a la reticencia de López Obrador para viajar. Este enfoque podría fortalecer relaciones no solo con Estados Unidos, sino también con la Unión Europea, diversificando las alianzas estratégicas de México.

Cinco meses después de nuestra elección, Estados Unidos decidirá si mantiene a Joe Biden en la Casa Blanca o si regresa Donald Trump como al parecer sucederá según indican las encuestas. Con Sheinbaum, se daría continuidad a la política migratoria iniciada con López Obrador, convirtiendo a México en un tercer país seguro. Tal relación, como se recordará, cambió al llegar Joe Biden al poder, cuando comenzó la extorsión migratoria de México hacia Estados Unidos, permitiendo al gobierno mexicano ignorar disputas comerciales bajo el TMEC y acercarse a regímenes autoritarios de la izquierda latinoamericana. De ganar Sheinbaum podría seguir el curso de la relación que tuvo AMLO con Trump en 2018-2020, mientras que con Gálvez la relación podría volverse más tensa al negarse México a ser un tercer país seguro y a continuar utilizando la Guardia Nacional como policía fronteriza. Además, el estilo misógino de Trump podría dificultar las conversaciones entre él y cualquiera de las dos candidatas que aspiran a la presidencia en México. Las tensiones podrían escalar, afectando áreas críticas de cooperación bilateral. Aunque Xóchitl cuenta con un mejor equipo para ayudarla a hacer frente a una posible crisis como esa.

El domingo, México decidirá por la continuidad de una fallida política exterior o si tomará el riesgo de cambiar esta visión con la promesa de mejorar lo que hoy tiene. Esta elección no solo define el liderazgo interno, sino también el posicionamiento de México en el escenario global.

El acuerdo comercial México-UE: Una relación estratégica pendiente

Por: Andrea Navarro De la Rosa. Internacionalista UNAM y Mercadóloga

La histórica relación bilateral entre México y la Unión Europea (UE) está basada en una alianza estratégica y de cooperación en temas de común agenda, misma que se ha fortalecido desde 1997 con la firma del Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación, mejor conocido como Acuerdo Global.

Es a través de este acuerdo que México y la UE han podido avanzar y fortalecer, además del diálogo político y la cooperación bilateral, el libre comercio entre ambas partes, a tal punto que México es el 2o socio comercial de la UE en América Latina, mientras que el bloque europeo se ha convertido en el 3er socio comercial de nuestro país, después de Estados Unidos y China.

No obstante, en los últimos 20 años, los distintos escenarios geopolíticos han dado pista de un alejamiento de visiones en común: mientras la UE prioriza su recuperación económica (sobre todo tras la crisis financiera de 2009 y el impacto de la crisis sanitaria por Covid-19 en 2020), su soberanía energética y una nueva estrategia de seguridad regional; México, como la mayoría de los países latinoamericanos, sigue priorizando una agenda basada en el combate a la corrupción, desigualdad, pobreza, y migración.

Aunque en abril de 2020 concluyeron las negociaciones para modernizar y actualizar el Acuerdo Global, lo cierto es que en un “momento de constantes tensiones globales”, así como de cambios en legislaciones internas, ni la UE ni México han concertado una fecha para avanzar en la firma del renovado acuerdo.

Vale la pena mencionar que este 2024 abona un desafío más a que este acuerdo logre su modernización: por un lado, la priorización de la UE de una agenda de seguridad ante los recientes conflictos bélicos en Ucrania y Gaza, y, por otro lado, los cambios políticos por elecciones presidenciales en México y parlamentarias de instituciones europeas, donde también concluye la presidencia de la UE a cargo de España (país con el que México, adicionalmente, ha tenido ciertos roces diplomáticos).

El Acuerdo Global solo podrá ver la luz siempre y cuando los nuevos liderazgos retomen la voluntad de renovarlo al menos en términos económicos, más allá de ahondar en el aspecto político del mismo acuerdo, que muy seguramente terminará por detener su firma por más tiempo.

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