México enfrenta este 2022 un escenario complicado en diversos ámbitos, entre ellos la política exterior. La relación con Estados Unidos suele concentrar la atención, pero con Centroamérica existe un nexo clave: el de la migración. Al mismo tiempo, se mantiene el anhelo de mirar nuevos horizontes, como Asia, o Europa.
El Grupo México en el Mundo, que se constituyó a comienzos de 2021, presenta un análisis sobre los temas más relevantes para la política exterior mexicana. “La complejidad creciente de problemas provenientes de la frontera norte y sur de México repercuten, más que en otros momentos, sobre el rumbo de la vida nacional”, dice la diplomática Olga Pellicer, coordinadora del equipo, en la presentación del documento “Desafíos para la política exterior de México en 2022”. A ello se suma, advierte, “la conducción incierta de la política exterior del país por el distanciamiento que, durante los primeros años de su gobierno, ha tenido el Jefe del ejecutivo mexicano respecto a lo que ocurre más allá de nuestras fronteras”.
El análisis, que aquí se resume, se centra en cuatro grandes capítulos: La relación con Estados Unidos; la relación con Centroamérica, con la migración al centro; la diversificación, un anhelo que no se cumple, y la política de seguridad nacional.
En el ámbito de la relación con Estados Unidos, el político y diplomático Francisco Suárez Dávila; el investigador Isidro Morales y el director del Grupo Coppan, Luis Herrera Lasso, resaltan los beneficios que pueden derivarse del plan de infraestructura del gobierno de Joe Biden, así como la Ley de Reconciliación Presupuestal para Reconstruir Mejor a Estados Unidos, que busca realizar inversiones en el área social. “Para México hay una oportunidad de profundizar en el marco del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), con acuerdos que vayan más allá del comercio, para aprovechar los espacios de intercambio comercial con China, ampliar la competitividad de la región y lograr acuerdos regionales de mano de obra para atacar los cuellos de botella que Estados Unidos enfrentará”, señalan. En ese sentido, señalan, la Cumbre de Líderes de América del Norte que puede impulsar “una estrategia regional, que dinamice el T-MEC”.
En el lado negativo, incluyen el tema de la pandemia de Covid-19, la desigualdad en el acceso a las vacunas; la escasez de suministros que está impactando sectores como el automotriz y generando cuellos de botella en el transporte marítimo, además de lo que politólogos y economistas describen como primera crisis energética de la “era verde”. Los expertos piden, además de estos temas, poner atención en la “agudización de la inflación mundial, que ocasionará políticas monetarias restrictivas”, así como en los efectos del cambio climático y del conflicto económico entre China y Estados Unidos, por el impacto que tiene en los demás países, México incluido.
Sobre este último aspecto, Antonio Ortiz-Mena, vicepresidente en el Albright Stonebridge Group, ve una ventana de oportunidad para México. “Empresas estadounidenses buscan mitigar riesgos de interrupción a las cadenas de suministro vinculadas con China, por lo que están buscando nuevos sitios para invertir y producir… Además de las acciones empresariales, el gobierno estadounidense está buscando reducir su dependencia de China en algunos rubros ‘críticos’, como medicamentos, baterías, minerales críticos, y semiconductores. México puede producir estos bienes, junto con Estados Unidos”.
Martha Bárcena, exembajadora de México en Estados Unidos, resalta que “la pandemia de Covid-19 evidenció la importancia de las cadenas de valor o cadenas de suministro en Norteamérica. Se manifestaron las lagunas en materia de información y transparencia, la profundidad de la interdependencia en la producción en la región, la dependencia de insumos y productos clave de otras regiones, y la ausencia de mecanismos de coordinación entre los países miembros del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC)”.
Así, “mientras que Estados Unidos… contaba con una lista bastante detallada de los sectores y subsectores considerados esenciales en caso de emergencia -como la pandemia-, la lista canadiense era bastante más corta y la mexicana inexistente”.
Bárcena coincide con Ortiz-Mena en que “México se encuentra en un momento y una posición privilegiada para atraer inversión extranjera, no sólo de Estados Unidos, sino de otros países que producen en Norteamérica para el mercado mundial, por la oportunidad de relocalización de cadenas de suministro o valor. Además, México cuenta con el marco jurídico, el T-MEC, con mano de obra calificada, con cercanía a la frontera con Estados Unidos, con experiencia de interdependencia e integración, así como con el haber dado la seguridad a Washington que en momentos claves fue un socio confiable para mantener la producción de sectores esenciales, como el aeroespacial, la alimentación, el electrónico y hasta el de defensa y seguridad”.
Isidro Morales alerta de las consecuencias que podría tener para el país la aprobación de la reforma energética propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador. “Los compromisos hechos por México, tanto en sus leyes nacionales como en sus compromisos internacionales, podrían, sin embargo, frenarse o, peor aún, revertirse”, dice. De continuar por ese camino, insiste, México “se pondrá en riesgo de sufrir sanciones de todo tipo, ya sea por violar principios y capítulos del T-MEC en materia energética y de inversiones, o por incumplir sus propios compromisos asumidos en el Acuerdo de París, que podría llevar a sanciones comerciales por parte de la Unión Europea o el mismo Estados Unidos”.
No podía faltar en este capítulo el expresidente estadounidense Donald Trump. El politólogo José Luis Valdés Ugalde habla de la “trumpización de la política”, y la embestida del populismo tanto en países europeos como en México. “Con Trump de regreso, bien puede hablarse del fin, digamos, del T-MEC y de la democracia en ambos países. Y esta sí que es una amenaza objetiva para la república”.
En el capítulo de la relación con Centroamérica, el economista Carlos Heredia Zubieta afirma que “México carece de una carta de navegación para sus relaciones con los países centroamericanos”. Lo que existe, explicó, es una “‘migratización’ de las relaciones con los tres países del norte de Centroamérica: El Salvador, Guatemala y Honduras”. Al mismo tiempo, critica la política de contención migratoria.
Herrera Lasso coincide. “La política de buscar contener el ingreso de migrantes por la frontera sur, recurriendo para ello a la Guardia Nacional (hecho sin precedente en México), de poco ha servido para detener los flujos y en mucho ha contribuido a complicar la situación. Debido al carácter esencialmente económico del fenómeno migratorio, su tratamiento obliga a considerar en el curso de desarrollo económico de México una política migratoria alineada, por un lado, a las políticas económicas y, por el otro, a los requerimientos explícitos del fenómeno migratorio”.
La política migratoria mexicana, considera, debería incluir seis elementos: ser clara y explícita; contar con un andamiaje institucional robusto; impulsar una estrategia migratoria internacional; crear sinergias con la sociedad civil; sensibilizar a la población y las autoridades operativas, e incluir políticas de bienestar social.
En el capítulo de la diversificación, Cassio Luiselli, economista e investigador en el Instituto Mora, detalla que México es “al mismo tiempo, América Latina e igualmente América del Norte” y que “esta doble pertenencia, define en gran medida al país en la actualidad, y también explica sus particularidades respecto al resto de Latinoamérica”. Sin embargo, considera, el país necesita profundizar relaciones con Latinoamérica, “tanto en términos bilaterales como en relación a los esquemas multilaterales de integración regional en marcha”.
La internacionalista Guadalupe González González asegura que “en la próxima década, México estará obligado a repensar su modelo de desarrollo y los términos de su inserción internacional. No tiene de otra y, en este proceso, la relación con América Latina y el Caribe cobrará mayor importancia”.
El mundo, detalla se encamina a una era de bipolaridad “por la rivalidad económica y tecnológica entre China y Estados Unidos”, pero también por la “erosión del orden liberal internacional, la ineficacia de los organismos internacionales, las presiones proteccionistas, las políticas antimigratorias, la transición energética y la aceleración de la digitalización”.
América Latina, indica, “ha ido perdiendo gravitación internacional. Hoy se encuentra dividida y fragmentada, polarizada entre izquierdas y derechas y en un franco proceso de desintegración”. Todo eso es negativo para México. ¿La razón? Esas condiciones “dificultan la concertación regional y, por ende, la capacidad de maniobra e influencia en negociaciones multilaterales clave”.
En un contexto así, opina, “México tendría que asumir una posición proactiva y propositiva para revisar, revitalizar y sintonizar el papel de los mecanismos multilaterales de financiamiento al desarrollo que existen en la región”.
Pero la diversificación va más allá de Latinoamérica. Así, Cassio Luiselli menciona que “las relaciones políticas entre México y los países Asia del Este son buenas, en general, pero no de gran profundidad”, mientras que Stéphan Sberro, codirector del Instituto de Estudios de la Integración Europea del ITAM, se concentra en los vínculos con la Unión Europea. “Los años venideros deberán ser más políticos, si queremos mantener el interés mutuo en una relación bilateral doblemente estratégica”, asevera.
Finalmente, en el capítulo de la seguridad nacional, Gustavo Mohar, miembro de la Junta Directiva del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, alude al “rezago estructural en la aplicación del Estado de derecho en México” que, considera, “es el principal obstáculo para alcanzar resultados en el corto plazo. Hay un desdén social, político e institucional por apegarnos a lo que las leyes establecen” y, en ese sentido, “la posición de México frente a la opinión mundial no es alentadora”.
México, lamenta, “adolece hoy de una imagen internacional favorable en lo que respeta a su seguridad. No es serio ni sostenible pretender engañar a nuestros interlocutores externos, por lo que hay que empezar por reconocer, sin engaños ni fantasías, los grandes retos que enfrenta la sociedad mexicana”.
*Este artículo es una síntesis del análisis “Desafíos de la Política Exterior de México en 2022”, publicado por el Grupo México en el Mundo, coordinado por Susana Chacón, Cassio Luiselli y Olga Pellicer
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