, sin duda, tiene un lugar especial en la historia de : primer presidente en enfrentar dos juicios políticos y ahora, primer expresidente estadounidense en enfrentar cargos criminales.

No es, quizá, el lugar que esperaba tener quien se describe como “el mejor presidente en la historia de Estados Unidos”. Pero de que nadie va a olvidarlo, eso es seguro.

Confirmada la acusación por el caso , Trump hizo lo que se esperaba: decir que se trata de una cacería de brujas. Que no es contra él, sino contra Estados Unidos. Cree firmemente que el caso lo catapulta como la víctima que quiere parecer ante su base electoral, a la que no ha dudado en llamar para defenderlo. Quiere ser visto como un guerrero al que “la izquierda radical” busca aplastar.

El camino aún es largo para saber si Trump va a juicio y si es declarado culpable. Aunque algunos consideran que, en aras de la tranquilidad de Estados Unidos, la justicia debió “dejar pasar” esta ocasión, después de la enconada división que ha vivido el país.

Las imágenes del asalto al Capitolio, el 6 de enero, aún están muy frescas. Ha sido, de lejos, uno de los momentos más bajos en la historia de la democracia estadounidense.

Pero Estados Unidos defiende ser eso, una democracia. Y en la democracia hay reglas, que se aplican a todos, incluyendo expresidentes como Donald Trump.

Difícilmente el republicano pisará prisión por este caso. Aun si se le declara culpable, sería por un delito menor y, con suerte, pagará una fianza y quedará libre.

Trump necesita desesperadamente escalar posiciones ante unas encuestas que muestran un rival para él más peligroso que : Ron DeSantis.

En el corto plazo, esta acusación puede atizar a su base, ayudarlo a subir en las encuestas y generar el tipo de inestabilidad que a Trump tanto le gusta. Será una prueba para la democracia estadounidense.

Pero Trump ya no es un extraño. Los ciudadanos saben cómo se las gasta, y de lo que es capaz. Que su llamado a “defenderlo” haya derivado en las protestas de apenas una decena de personas es una señal positiva, pero es muy pronto para saber el efecto que tendrá esta imputación.

Este es apenas uno de los muchos casos que enfrenta Trump con la justicia. El hartazgo puede jugar un papel importante. Y ese hartazgo puede terminar con los republicanos decidiendo que es suficiente de Trump y es hora de catapultar nuevos rostros. Como el de DeSantis.

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asf/rcr

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