Miles de simpatizantes del opositor ruso Alexéi Navalny se concentraron este viernes para rendirle homenaje en una iglesia de Moscú antes de su funeral, pese al riesgo de ser detenidos.
El cuerpo del principal detractor de Vladimir Putin fue brevemente expuesto en una iglesia de Marino, un distrito del sudeste de la capital rusa, en presencia de sus familiares. Cumpliendo con el rito ortodoxo, su cuerpo fue expuesto en un féretro abierto, cubierto con decenas de flores rojas y blancas. Varios asistentes portaban cirios, constató una periodista de la AFP.
El coche fúnebre con el féretro del activista había llegado poco antes al templo entre los aplausos de la multitud.
Desde primera hora de la mañana, se formó una larga fila de miles de personas, en medio de una alta vigilancia policial, delante de la iglesia, situada en el distrito en el que Navalyi vivía antes de ser arrestado.
"Es doloroso, la gente como él no debería morir, gente honesta, con principios, dispuestos a sacrificarse", dijo Anna Stepanova, subrayando también el "sentido del humor" del opositor. "Incluso sufriendo hacía bromas".
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, advirtió que cualquier manifestación "no autorizada" con motivo del funeral podría ser sancionada. Durante su rueda de prensa diaria, Peskov afirmó también que no tenía "nada que decirle" a la familia del difunto.
Tras unas rápidas exequias, el féretro del opositor fue trasladado al cementerio de Borisovo, cerca de la iglesia y a escasos pasos del río Moscova, indicó en Telegram Ivan Jdanov, uno de los colaboradores más estrechos de Navalny.
El funeral tuvo lugar dos semanas después de la muerte del opositor de 47 años, el 16 de febrero en una prisión en el Ártico en circunstancias todavía por esclarecer.
Sus colaboradores, su viuda y los países occidentales acusan al presidente Putin de ser responsable de su muerte, lo que niega el Kremlin.
Su cuerpo estuvo retenido durante ocho días, un retraso que su equipo atribuye a un intento de encubrir la causa de la muerte.
Decenas de miembros de las fuerzas de seguridad fueron desplegados en la zona y las autoridades delimitaron con barreras metálicas en el camino entre la iglesia y el cementerio.
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Tres figuras destacadas de la oposición rusa, Evegueni Roizman, Boris Nadezhdin y Ekaterina Duntsova, así como los embajadores de Francia y Alemania, asistieron a las exequias.
Entre la muchedumbre había personas con flores y visiblemente emocionadas.
"Ya no tenemos políticos así y nadie sabe cuándo volverá a haber", declaró a la AFP Maria, una bibliotecaria de 55 años, quien dijo sentir a la vez "miedo y tristeza".
Por su parte, Denis, un voluntario en una asociación caritativa, de 26 años, afirmó que Navalny fue quien hizo que él se "interesase por la política", en un país con un régimen cada vez más autoritario donde la desafección de los jóvenes por esas cuestiones es muy importante.
Después de que la familia recuperara el cuerpo del opositor, el sábado, tuvo dificultades para encontrar un lugar que aceptara acoger la ceremonia.
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Con todo, el equipo de Navalny llamó a los moscovitas a acudir a la iglesia y despedirse del fallecido, y a sus apoyos en otras ciudades y en el extranjero, a concentrarse delante de memoriales para honrar su memoria.
Unos actos que podrían resultar molestos para el gobierno, dos semanas antes de las elecciones presidenciales del 15 al 17 de marzo, que seguramente confirmarán a Putin en el poder.
En los días posteriores a la muerte de Navalny, cerca de 400 personas fueron detenidas por la policía en varias concentraciones improvisadas, organizadas para rendirle homenaje.
La viuda del opositor, Yulia Navalnaya, lamentó el miércoles que no se hubiera autorizado ninguna ceremonia civil para poder exponer al público el cuerpo de su esposo, como se suele hacer cuando mueren personalidades destacadas en Rusia.
"La gente del Kremlin lo mató, luego deshonraron su cuerpo, deshonraron a su madre y ahora, deshonran su memoria", criticó, acusando a Putin y al alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, de esta situación.
Antes de su envenenamiento, en 2020, del que sobrevivió por poco y del que acusaba a Putin, y de ser arrestado y condenado a 19 años de cárcel por "extremismo", Navalni lograba movilizar a una gran cantidad de gente, sobre todo en la capital rusa.
Su movimiento, que investigaba y denunciaba la corrupción de las élites rusas, fue desmantelado en los últimos años. Numerosos de sus colaboradores fueron encarcelados o se vieron obligados a exiliarse.
Ahora, Yulia Navalnaya promete que continuará con el combate de su esposo.
mcc