Entre gritos de "este es mi país, soy el jefe aquí", y "los judíos tienen un alma pura, los árabes no", más de 40 mil israelíes extremistas, en su mayoría colonos supremacistas, atravesaron hoy armados con banderas, y algunos con fusiles, el barrio musulmán de la ciudad vieja por el Día de Jerusalén, en la mitad este ocupada de la urbe.
"Jerusalén es el corazón de Israel", afirmó a EFE Eitan Werber, colono de 18 años del asentamiento de Maale Efrain, que el próximo año tendrá que servir en el Ejército. "No se trata de luchar, venimos a hacer honor a nuestro legado", añade en referencia a aquellos que saben vienen a amedrentar a palestinos.
Tras cruzar la Puerta de Damasco, muchos de estos israelíes golpearon con fuerza las puertas cerradas de las tiendas de los comerciantes palestinos, que como cada año, se ven obligados a cerrar sus negocios horas antes de la Marcha de las Banderas, a fin de evitar enfrentamientos y agresiones.
Ningún palestino quiso hablar con EFE, por miedo a repercusiones, pero todos echaron el cierre o se atrincheraron dentro de sus establecimientos, tras presenciar agresiones contra al menos un periodista y el lanzamiento de gas lacrimógeno por la Policía.
Un periodista del medio israelí Haaretz, Nir Hasson, y el fotoperiodista palestino Saif al Qawasmi fueron agredidos por una turba de adolescentes, que también entraron en algunos comercios palestinos y causaron daños a gritos como "Muerte a los árabes" o "Gaza arde".
El Día de Jerusalén se empezó a celebrar en 1969, cuando miembros de ideología nacionalista y mesiánica -vinculados a la escuela de estudio judío del difunto rabino Abraham Isaac Kook- recrearon la ruta realizada por las tropas israelíes en 1967, cuando lograron "unificar" la ciudad al ocupar Jerusalén oriental tras la guerra de los Seis Días.
Hay un amplio consenso entre la comunidad internacional, especialmente desde los acuerdos de Oslo, de que Jerusalén este debe ser la capital de un futuro Estado palestino, pero Israel reivindica la urbe completa como su capital "única e indivisible", especialmente desde que se anexionó la parte oriental unilateralmente en 1980.
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Según la Policía israelí, 18 personas han sido arrestadas en la marcha de hoy, entre ellos cinco adolescentes involucrados en el lanzamiento de botellas y otros objetos contra los periodistas que cubrían en una zona acreditada para la prensa el paso de la muchedumbre por la Puerta de Damasco.
"Continuaremos actuando de forma decisiva contra cualquier incumplimiento del orden, provocaciones inaceptables y actos de violencia de cualquier tipo, e investigaremos a aquellos involucrados", informó la Policía, que ha desplegado un dispositivo policial de tres mil agentes.
Sobre esa hora, y rodeado de un fuerte dispositivo policial, hizo su aparición el ministro de Seguridad Nacional, el colono y antiárabe Itamar Ben Gvir, quien quiso aprovechar la ocasión para enviar un mensaje a los islamistas de Hamas y al resto de palestinos sobre quién posee Jerusalén, ciudad contestada tanto por israelíes como palestinos como su futura capital.
"Hoy, según mi política, los judíos entraron libremente en la Ciudad Vieja y en el Monte del Templo (como los israelíes se refieren a la Explanada de las Mezquitas) oraron libremente. Lo decimos de forma sencilla: es nuestro", aseveró Ben Gvir en un mensaje a su llegada a la Puerta de Damasco.
Esta mañana, horas antes del inicio de la Marcha de las Banderas, unos 800 colonos irrumpieron con banderas israelíes y coreando cánticos provocativos, bajo una fuerte protección policial, en la Explanada de las Mezquitas.
Un rabino incluso irrumpió en el recinto de la mezquita de Al Aqsa con un tefilín (rollos de la Torá) y acompañado por exdiputado ultraconservador, Moshe Feiglin.
En virtud del "status quo" pactado en 1967 entre Israel y los países árabes encabezados por Jordania, el culto en el recinto queda reservado para los musulmanes, mientras que los judíos solo pueden entrar como visitantes y rezar en el colindante Muro de los Lamentos.
"Venimos aquí a celebrar que reconquistamos Jerusalén después de años de no poder entrar (a la Ciudad Vieja) y rezar en nuestros lugares sagrados o visitarlos", dice a EFE la norteamericana Arielle Serwatien, que hizo aliá (se convirtió al judaísmo) hace un par de años. "¡Así que estamos de vuelta!"
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