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San José. – El pueblo argentino lanzó un grito que se saltó espectacularmente la cordillera de los Andes en 1983 cuando logró acudir a las urnas a votar y tumbar a la dictadura militar derechista—una de las más tenebrosas en la historia de América Latina y el Caribe—para exigir libertad y democracia… y 40 años después se volvió a brincar la cadena montañosa, giró a la ultraderecha y quedó ante un gigantesco signo de interrogación sobre su futuro.
El triunfo anteayer del economista ultraderechista Javier Milei, del partido opositor La Libertad Avanza, en la segunda y definitiva ronda de los comicios presidenciales de Argentina sobre el izquierdista Sergio Massa, de la alianza oficialista Unión por la Patria, se posicionó como un hecho de trascendencia mundial y de reiteradas dudas internas del porvenir nacional.
Argentina “entra en un proceso serio de ‘reseteo’ cargado de incertidumbre, claro está”, pronosticó el politólogo argentino Mario Riorda, presidente de la (no estatal) Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales y director de la maestría en Comunicación Política de la (no estatal) Universidad Austral, de Argentina.
“La ira fue más grande que el miedo en este proceso electoral”, agregó, en un mensaje que envió a EL UNIVERSAL en alusión al profundo descontento popular—creciente pobreza, acelerada inflación, incesante devaluación, masivo desempleo y estancamiento económico—con las políticas del presidente de Argentina, el izquierdista Alberto Fernández.
Como ministro de Economía de Fernández, Massa pagó las consecuencias. Milei sucederá a Fernández y jurará el próximo 10 de diciembre para un mandato de cuatro años.
“El malestar se hizo notar” por el rumbo del país ante la inflación y “el hartazgo con el sistema político”, subrayó Riorda.
“Las expectativas con el ganador, Milei, son gigantes. Máxime porque no se terminó de saber claramente qué es que lo quiere hacer y qué es lo que puede hacer”, advirtió, al plantear que “en el enojo, mucho votante de Milei no sabe bien qué tipo de políticas votó”.
Ayer, Milei dio indicios: “Todo lo que pueda estar en manos del sector privado, va a estar en manos del sector privado”, dijo. Entre las empresas a privatizar mencionó la petrolera YPF y los medios de comunicación estatales, como Télam.
Declaró la guerra a la inflación, de más de 140%, y dijo que le tomará “entre 18 y 24 meses llevarla a los niveles más bajos internacionales”. Sobre el Banco Central, reiteró que será suprimido, aunque dijo que primero saldará la deuda de la institución e impulsará el fin del control de cambios establecido en 2019.
“La estrategia de Milei fue un torbellino, errática en muchos momentos, desordenada, pero efectiva y aglutinante del malestar. La gente pagó con su voto la entrada de un nuevo espectáculo con Milei como protagonista”, describió Riorda.
En un acto de impacto global luego de siete años y siete meses de sangrienta dictadura militar, los argentinos acudieron el 30 de octubre de 1983 a votar por presidente y vicepresidente por primera vez desde 1973. El centroizquierdista Raúl Alfonsín se convirtió en presidente electo y, en una multitudinaria movilización popular, se posicionó el 10 de diciembre de 1983 y venció al régimen militar, que pretendía entregar el poder en abril de 1984.
Con esos históricos acontecimientos, los argentinos iniciaron en diciembre de 1983 el retorno a la democracia luego de que el régimen militar anticomunista heredó un mortal expediente de represión con masivas violaciones a los derechos humanos sobre sus adversarios ideológicos en más de 92 meses: asesinatos, más de 30 mil desaparecidos, secuestros, torturas, robo de bebés, adopciones ilegales, exilio forzado, cárcel y terror generalizado.
Los sucesos en Argentina de hace 40 años repercutieron en el área. La dictadura militar de Uruguay, que se instaló en 1973, cayó en 1985, y la de Chile, que se inició en 1973, debió ceder el mando en 1990, mientras que la de Paraguay, establecida en 1954, se desplomó en 1989, y la de Perú, que empezó en 1968, finalizó en 1985.
Rumbo al 40 aniversario de las hazañas de 1983, los argentinos quedaron ante un dilema con la victoria de Milei y su plataforma electoral “liberal y libertaria” y de choque, sin retrasos, como el propio vencedor la calificó anteayer en sus mensajes de triunfo: reducir el tamaño del Estado, recortar el gasto público, bajar el déficit de las finanzas públicas, dolarizar la economía y cerrar 11 ministerios y el Banco Central.
Los argentinos eligieron “una opción” que, “sin lugar a dudas, (es) una singularidad en el mundo”, afirmó el politólogo y analista político argentino Gustavo Córdoba, director de la (no estatal) empresa de opinión publica Zuban Córdoba, de Argentina.
“No existe (en el mundo) ningún proyecto de gobierno de derecha radicalizada o libertaria o de anarquismo de derecha que haya tomado el poder. Va a ser un experimento que se va a evaluar desde distintos lugares. Tiene (Milei) una legitimidad política importante” por el apoyo con el que ganó, dijo Córdoba a este diario.
Las cifras oficiales mostraron que, con 99,28% del escrutinio en un país de unos 45 millones 800 mil habitantes y 35 millones 912 mil 841 electores, Milei obtuvo 14 millones 476 mil 462 votos o 55,69%, con 11 millones 516 mil 142 o 44,30% de Massa, para una diferencia de 11,39%. En primera ronda, el 22 de octubre anterior, Massa ganó con 36,78% y Milei captó 29,99%.
Milei llegará al poder en desventaja legislativa: 38 de 257 diputados y 8 de 72 senadores.
Tras mencionar la capacidad de veto los adversarios de Milei, Córdoba sugirió revisar “las debilidades del nuevo gobierno. Milei no tiene ningún dirigente territorial a nivel de municipios, alcaldías, gobernaciones o departamentos. No cuenta con ningún dirigente en posición de poder en el Congreso (Senado y Cámara de Diputados)”.
Un “error de lectura” sería que Milei interprete que la sociedad argentina le giró “un cheque en blanco” a su gobierno, señaló. “La sociedad argentina no está dispuesta a dar cheques en blanco, como tampoco lo hizo en el pasado. Hubo un gran componente (…) de castigo Fernández y Massa”, aclaró.
“Espero que el nuevo gobierno tenga la lucidez suficiente como para comprender esto y no creerse que tiene ese cheque en blanco, porque va a encontrar muchísima resistencia”, anticipó.
“Habrá que ver si el nuevo gobierno tiene capacidad de leer el apoyo, que no es un apoyo absoluto, sino relativo y yo diría… precario”, narró, al prever que Milei asumirá “sin demasiado tiempo de luna de miel” o de pausa “en la crítica”.