Por: Luis Angel Bellota. Historiador y latinoamericanista

Quienes equiparan al candidato argentino Javier Milei con Donald Trump o Jair Bolsonaro destacan más la irracionalidad de sus propuestas o la crisis socioeconómica que facilitó su repunte electoral. Este economista ultraliberal que se posicionó en la vida pública argentina como comentarista en programas de elevado rating se define como un anarcocapitalista que persigue a la abolición del Estado, la máxima reducción de todos los impuestos, la liberalización del mayor número de mercados y el aumento irrestricto de todas las libertades individuales ‒salvo el aborto‒.

Milei tiene más coincidencias con Ayn Rand que con un liberal clásico que, pese a todo, es consciente de la imprescindibilidad del Estado. Para la inventora del “egoísmo racional”, predilecta entre los sectores laicos de la ultraderecha norteamericana, el ideal de una sociedad sin regulaciones o con un gobierno que se limite a la aplicación de la ley desborda los planteamientos del liberalismo, el cual defiende la educación pública, la igualdad de oportunidades y los derechos civiles; en el pensamiento randiano, éstos son intercambiados por un darwinismo social en el que sobrevivirán quienes posean los recursos para solventar sus necesidades. Tomando el arquetipo del hombre que se forja a sí mismo sin ayuda de nadie, Rand desarrolló una serie de sofismas a los que llamó “objetivismo” y que son, en lo fundamental, una apología cínica del egoísmo humano que condena el altruismo, la solidaridad y otros valores “colectivistas”. Esta filósofa de manual creía que el “principio de intercambio comercial es el único principio ético racional para todas las relaciones humanas, personales y sociales, privadas y públicas, espirituales y materiales. Es el principio de justicia”. El ofrecimiento de Milei para abrir el mercado de órganos o liberar la venta de armas se quita de encima consideraciones éticas en aras de inalienables derechos individuales.

No obstante, al abstraer sus ideas de la realidad argentina, el anarcocapitalismo de este populista randiano que agita las banderas de la indignación social cuando condena los privilegios de la clase política, a la cual llama con desprecio la casta, resulta tan contradictorio como cuestionable. Es posible inferir que se trata de un ardid demagógico que esconde la agenda económica de los sectores agroexportadores que, con cierta periodicidad histórica y en eterna disputa con el peronismo, intentan colonizar el Estado. La cercanía de Milei con gerentes corporativos y viejos tecnócratas del menemismo permiten deducir que su programa de dolarización, condonación fiscal y ajuste económico extremo (“plan motosierra”), esconde el capitalismo de amigos que ha regido entre las elites políticas y económicas argentinas. En el supuesto de que los votos lo lleven a la Casa Rosada, sería técnicamente arriesgado y socialmente costoso que cumpliese dichas promesas.

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