Bogotá.— Las mujeres y niños migrantes que huyen del derrumbe económico de Venezuela enfrentan un mayor riesgo de sufrir explotación sexual y trata de personas en sus viajes por Sudamérica en busca de refugio, según expertos y agencias de ayuda.

Más de 1.6 millones de venezolanos han abandonado la nación petrolera desde 2015 en busca de una mejor vida en la vecina Colombia y en toda la región, en una de las mayores migraciones masivas de la historia de América Latina, según Naciones Unidas.

Miles de familias migrantes empobrecidas cruzan la porosa frontera hacia Colombia todos los días.

Expertos dicen que, desesperados por conseguir empleos para enviar dinero a sus hogares a fin de alimentar a sus familias, los migrantes son presas fáciles y vulnerables de la explotación de los traficantes de personas. Un informe emitido esta semana por el centro de estudios Fundación Ideas para la Paz (FIP), con sede en Bogotá, aseguró que el tráfico sexual de migrantes venezolanos está particularmente extendido a lo largo de la frontera norte de Colombia, donde operan bandas criminales y grupos guerrilleros.

“En las áreas fronterizas, el Estado colombiano tiene muy poco control”, dijo a la Fundación Thomson Reuters Juan Carlos Garzón, director de la FIP. “Hemos escuchado varios testimonios de explotación sexual y tráfico de mujeres”, añadió.

Niños migrantes están siendo traficados para mendigar en Colombia, según la organización benéfica Terre des Hommes, que este mes encuestó a más de 900 personas, en su mayoría inmigrantes venezolanos, a lo largo de la frontera. La agencia colombiana de protección para la infancia (ICBF) identificó a 350 niños venezolanos que fueron víctimas de trabajo infantil en Colombia de marzo a junio de este año.

Muchos venezolanos que ingresaron a Brasil por un cruce fronterizo en el Amazonas sobreviven en las calles y durmiendo en carpas o en pedazos de cartón. La ciudad de Boa Vista, capital del estado fronterizo brasileño de Roraima, ha recibido a 35 mil migrantes venezolanos en los últimos dos años. Hoy, unos 3 mil no tienen hogar, según la oficina del alcalde.

“Algunos brasileños nos tratan mal, pero no todos”, dijo Anyi Gómez, una embarazada de 19 años que viajó a Brasil con su madre y sobrevive limpiando parabrisas de automóviles en los semáforos.

Mientras, en Venezuela, la situación no mejora. Caracas sufrió el segundo apagón en menos de 24 horas, que cortó el funcionamiento de servicios como el Metro.

El Sindicato de Trabajadores de la Prensa denunció que 10 medios cerraron o despidieron empleados por las medidas económicas del gobierno, que incluyen un aumento al salario mínimo de 3 mil 400% que no pueden cubrir.

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