Hace dos años, cuando López Obrador tomaba protesta como Presidente de México, había muchas preguntas acerca de la futura relación que tendría con el Presidente de Estados Unidos, el republicano Donald Trump. La incertidumbre que generaba un supuesto gobierno de izquierda ante un proteccionista como Trump era tan grande que incluso llegó a temerse por una ruptura de relaciones de nuestro país con nuestro vecino del norte. Esto no sucedió. Contra todo pronóstico, AMLO encontró en el presidente Trump una especie de aliado que, a pesar de humillarlo, le daba palmadas en la espalda a conveniencia. López Obrador cultivó con Trump una relación de subordinación más que una relación respetuosa entre naciones vecinas, conveniente sólo para ambos mandatarios y sus intereses particulares.
Diez días después de la elección y a 6 días del reconocimiento de Biden como presidente electo de Estados Unidos, el gobierno mexicano continúa su política de negación y silencio ante la inminente salida de Trump de la Casa Blanca. Acorde con los líderes populistas y nacionalistas del mundo, el gobierno de México se ha negado a reconocer a Biden como Presidente electo, dejando a nuestro país en una posición muy incómoda para conversar con el futuro gobierno.
Es verdad que México no fue un tema prioritario durante la campaña, ni la republicana ni la demócrata. También es verdad que el potencial gobierno de Biden llegará a la Casa Blanca con una agenda tan cargada de temas urgentes que la relación con nuestro país, por lo menos en lo inmediato, seguirá estando en un segundo plano. Sin embargo, en el mediano plazo esto puede cambiar cuando acabe la emergencia sanitaria y los asuntos internos del país vuelvan a su cauce, Biden volverá a ver a nuestro país.
En materia comercial, en el plano positivo, México y las empresas mexicanas, encontrarán mayor certidumbre. Sin soslayar el endémico proteccionismo demócrata en sectores importantes de la economía, las empresas mexicanas podrán contar con la certeza de que las reglas, al menos las del tratado, se cumplirán. Se terminaron los tiempos de las amenazas arancelarias y los manotazos en la mesa para obligar a México a tomar decisiones de política interna.
Por supuesto este entorno será positivo hasta en tanto México cumpla con sus obligaciones. Hay dos temas en los que Biden pondrá mayor presión y que serán positivos para la ciudadanía pero que representarán un reto para el gobierno de México porque contradicen su actual política interna: el energético y el ambiental. El impulso de un gobierno estadounidense a las energías renovables y un redoblado esfuerzo para luchar contra el cambio climático (y la reintegración de Estados Unidos al Acuerdo de París), forzarán a México a repensar y transformar su política interna en estas materias.
En materia migratoria, la relación volverá al cauce que tenía con Obama. Es verdad que fue la época de mayores deportaciones de mexicanos, pero también es verdad que nunca hubo los terribles abusos y trato inhumano que los migrantes sufrieron con Trump. Se irán las jaulas para niños migrantes, dormir en el suelo con otras decenas de niños y sobre todo el drama de la política de separación de familias que, dos años después, aún mantiene separados a casi 600 pequeños de sus padres.
En esta materia, la forma es fondo y es seguro que el gobierno de Biden buscará terminar con las violaciones a derechos humanos y los programas como “Quédate en México” que convertían de facto a nuestro país en un “Tercer país seguro”. La dupla Biden-Kamala se ha comprometido a poner un gran esfuerzo en reunificar a los niños con sus padres. Sin embargo, el tema central de las relaciones entre ambos países dejará de ser el migratorio, para fortuna de ambos países.
El mayor reto en la relación bilateral será sin duda lo político. Tras la visita (forzada) de López Obrador a Trump durante la campaña y el silencio ante el triunfo de Biden, el mandatario mexicano se ha puesto en una posición insostenible en el futuro inmediato. El 20 de enero Joe Biden será oficialmente Presidente de Estados Unidos, ojalá nuestro país esté preparado para trabajar con él.
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Analista Internacional