“El sentido surrealista de la presidencia de Trump se vivía intensamente dentro de la Casa Blanca . Trump era, para las personas más cercanas a él, el enigma definitivo. Había sido elegido presidente pero seguía siendo él mismo, incluso el magnate parecía tan confundido como cualquiera al encontrarse al frente de la Casa Blanca, encerrándose en su cuarto ante las protestas del Servicio Secreto”. Así lo relata Michael Wolff en un artículo para The Hollywood Reporter donde adelanta un poco lo que narra en su libro Fuego y Furia, cuya publicación se adelantó para este viernes.

El periodista señala que entrevistó por primera vez a Trump para The Hollywood Reporter en junio de 2016 y que ese artículo pareció haberle agradado al actual mandatario, o al menos no disgustado.

“Aprovechando la situación, después de la elección le propuse el desarrollo de un libro sobre él, cosa que Trump pareció no estar muy convencido pero que terminó por aceptar. La incertidumbre que había en la Casa Blanca sobre lo que el presidente Trump quería decir o no, o en dado caso su no desaprobación, fueron una especie de pasaporte que me permitió realizar entrevistas con sus asesores”, señala Wolff para en el texto para el Reporter, titulado "Al Interior de la Loca Casa Blanca de Trump".

Durante los primeros 12 meses de la administración de Trump, Wolff fue testigo de las disputas, peleas y el caos que reinaba en la Casa Blanca, en donde personajes como Michael Flynn, Katie Walsh, Sean Spicer, Reince Priebus, Steve Bannon, Anthony Scaramucci, o incluso su guardaespaldas más longevo, Keith Schiller, fueron despedidos o renunciaron a sus puestos antes de finalizar el primer año en el cargo.

El autor puntualiza en su texto que los presidentes se rodean típicamente de un pequeño grupo de expertos leales y comprometidos, pero este no fue el caso de Trump, ya que pocos lo conocían bien en el equipo y la mayoría de sus asesores habían estado con él desde otoño, hecho que incluso desconcertó a su familia.

“La naturaleza de la comedia quedó clara, había un grupo de personas ambiciosas que habían alcanzado el pináculo del poder con un alto rango, esto con la desfortuna de que Trump fuera presidente. Sus deseos de ascender en la Casa Blanca corrían el riesgo de convertirse en farsa en cualquier momento”, añade.

“La realidad en la Casa Blanca era un tanto peculiar. Jared Kushner e Ivanka Trump trataban de expulsar a [el entonces estratega en jefe] Steve Bannon y Reince Priebus, Bannon chocaba con Jared, Ivanka y Priebus, practicando lo que algunas personas pensaban que era magia negra en contra de ellos, y Priebus era el saco de boxeo de todos los miembros del gabinete, quien solamente intentaba sobrevivir otro día en el cargo”, menciona en su artículo.

El columnista señala que la Casa Blanca era un terreno de batalla, potencializado por las constantes filtraciones, y explica que para finales del verano, cuando prácticamente todo el staff del presidente Trump había sido relegado por distintos motivos, fue nombrado como nuevo jefe del gabinete John Kelly, un ex marino y director de seguridad nacional, quien llegaría para reemplazar a Reince Priebus y poner orden.

Wolff relata que debido al distanciamiento de Jared e Ivanka por sus problemas legales, Trump encontró en Hope Hicks, directora de comunicaciones, a su principal asesora dentro de la Casa Blanca. Hicks se encargaba de atender el ego de Trump, tranquilizarlo y protegerlo, en poco tiempo el equipo se refería a Ivanka como la “esposa real” y a Hicks como la “hija real”, debido a la importancia que tomó en el staff.

“Esperando lo mejor para el staff, con su futuro personal y el futuro del país dependiendo de él, mi impresión indeleble de hablar con ellos y observarlos durante gran parte del primer año de la presidencia, es que todos, al 100 por ciento, llegaron a creer que Trump es incapaz de funcionar en su trabajo”, finaliza.

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