Miami.— El huracán Michael, considerado el más poderoso que golpea Florida en décadas, destruyó ayer casas hasta los cimientos y derribó árboles y postes de luz al tocar tierra en el noroeste de Florida con vientos de 250 kilómetros por hora. Anoche las autoridades informaban de un hombre muerto por la tormenta.
El ojo de Michael ingresó a tierra firme a las 11:00 hora local cerca de Mexico Beach, un poblado a unos 30 kilómetros al sureste de Panama City, como un huracán de categoría 4 de un máximo de 5 en la escala Saffir-Simp-son, informó el Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés). “Mi casa en Mexico Beach está bajo el agua”, dijo Loren Beltrán, una contadora de 38 años, luego de haber visto imágenes de su vecindario. “Perdí todo lo material, pero gracias a Dios estamos bien”.
Ella y su hijo de 3 años se refugiaron en otra casa en Panama City, donde el panorama no era más alentador. La ciudad parecía un escenario de guerra después de haber sido azotada por más de tres horas con fuertes vientos y una intensa lluvia que caía horizontalmente. Las calles eran intransitables y había contenedores, antenas, techos, árboles y semáforos desperdigados por todas partes.
Ayer por la tarde unas 380 mil casas estaban sin electricidad en la región, de acuerdo con un boletín de la agencia de emergencias de Florida.
El gobernador del estado, Rick Scott, escribió en Twitter que “la respuesta está llegando”.
“Nuestros enormes esfuerzos de recuperación siguen creciendo. Estamos listos con agentes de la ley, equipos médicos, voluntarios, comida, agua, electricistas y más”, añadió.
Horas antes dijo que el huracán sería “la tormenta más destructiva que azota el panhandle de Florida en un siglo”. El panhandle es como se conoce a la franja de tierra que forma parte del estado y se extiende al noroeste, sobre la costa del golfo de México.
La División del Investigación de Huracanes del NHC indicó que Michael tocó tierra como el tercer ciclón más intenso en la historia reciente de Estados Unidos, con una presión atmosférica de 919 milibares en el momento de alcanzar la costa, sólo superado por el denominado Labor Day, de 1935, con 892 milibares, y Camille, de 1969 y 900 milibares.
Al informar al presidente Donald Trump en la Casa Blanca, el jefe de la agencia federal de emergencias (FEMA), Brock Long, advirtió que muchos edificios en Florida no están construidos para resistir una tormenta con vientos mayores a categoría 3.
“Desafortunadamente, esta es una situación histórica, increíblemente peligrosa y de riesgo de vida”, dijo Ken Graham, director del NHC. “Será increíblemente catastrófico”.
El general Terrence O’Shaughnessy, comandante del Comando de Defensa Aeroespacial de EU, reconoció que la rapidez con que creció la tormenta dificultó la evacuación.
“Esto se vuelve un factor en la evacuación de las poblaciones. No hemos visto la robusta respuesta de parte de la población civil que normalmente vemos en otras tormentas”, indicó el experto.
Cerca de cuatro horas después de que el huracán tocara tierra, el ojo de Michael abandonaba el panhandle de Florida y continuaba su avance.
Anoche la cadena CNN informaba que el huracán se había degradado a categoría 1 mientras se adentraba en el suroeste de Georgia.
Pese a que había perdido fuerza, el NHC advirtió que la tormenta aún era peligrosa por los fuertes vientos y alertó de inundaciones repentinas y posibles tornados.
“Michael debería debilitarse a medida que cruce el sureste de EU a lo largo del jueves”, agregó el NHC.
Trump declaró el estado de emergencia para Florida, lo que permitió liberar medios materiales suplementarios y fondos federales.
FEMA tiene más de 3 mil personas en el terreno, mientras el gobernador Scott dijo que había activado a 3 mil 500 guardias nacionales.
Se espera que Michael también golpee las costas de Carolina del Norte y del Sur, ya afectadas por el huracán Florence hace un mes.
El año pasado varios huracanes azotaron el Atlántico occidental. Los más devastadores fueron Harvey, en Texas; Irma, en el Caribe y Florida, y María, que azotó el Caribe y dejó casi 3 mil muertos en Puerto Rico. La temporada de huracanes del Atlántico termina el 30 de noviembre.