San José. – La ucraniana Valeriia Khovrych sueña en Panamá con volver a reunirse con sus gatas—Shouty, la madre, y sus hijas Solomocha y Gaby—... si sobreviven a la guerra que Rusia lanzó desde el 24 de febrero pasado contra Ucrania.

“Mi cuerpo está en Panamá, pero mis pensamientos siguen en Ucrania”, dijo Valeriia a EL UNIVERSAL en una entrevista vía WhatsApp desde la capital panameña, a donde ingresó en avión el pasado lunes para comenzar a gestionar que se le conceda un estatus de refugiada. “Las gatas están bien”, relató.

Tras cinco días de hostilidades bélicas, Valeriia huyó de su hogar en Kiev con las gatas hacia Leópolis (Lviv), una de las ciudades ucranianas más golpeadas por la agresión rusa y donde una pareja amiga, que tiene un gato, aceptó acoger a las tres y cuidarlas.

Valeriia pasó en autobús de Leópolis a Cracovia, Polonia, y más de dos semanas después se trasladó a Varsovia, la capital polaca, desde donde viajó en avión a Países Bajos y a Panamá.

“Las gatas están tranquilas. Las están cuidando un ucraniano y una ucraniana que están casados y que tienen un gato. Aceptaron cuidarlos. Hablo con ellos a diario y me dicen que están bien”, describió.

Ingeniera industrial, adulta mayor de 40 años (se niega a precisar su edad exacta), con un hijo —Misha— en Emiratos Árabes Unidos y un hermano en Estados Unidos y de padres ya fallecidos, esta ucraniana escogió Panamá porque en Kiev, dedicada al alquiler de habitaciones de su casa, conoció al empresario panameño Emigdio Quintero porque le rentó un aposento.

Ingeniero industrial y de 44, Emigdio llegó el 25 de septiembre de 2021 a Kiev a instalar la sucursal para Europa del Este de su empresa EQP Consulting, de asesoría con normas de calidad y eficiencia (ISSO), y alquiló un cuarto a Valeriia. Cuando estalló la guerra, Valeriia y Emigdio soportaron los primeros días con la creencia de que el conflicto acabaría pronto.

Cada vez que las sirenas alertaron en la capital ucraniana sobre la inminencia de un ataque de Rusia, ambos recogieron presurosos a las gatas y los cinco acudieron a un refugio antiaéreo. “Muy peligroso permanecer en Kiev”, narró el panameño a este diario.

Al quinto día de guerra, Valeriia recibió un mensaje vía internet acerca de que un tren saldría de la capital. Ella y Emigdio decidieron salir de Ucrania y colocaron a los tres animales en una bolsa. Emigdio cargó con el paquete en una travesía de más de 10 horas hacia Leópolis, donde permanecieron dos días en un albergue hasta que viajaron en autobús al punto limítrofe con Polonia.

“En todo el viaje desde Kiev a Leópolis yo cargué a las tres gatas en una bolsa pequeñita y estábamos preocupados de que se asfixiaran”, recordó Emigdio.

Luego de un trámite de más de siete horas en el sector de Ucrania de la frontera con Polonia, la ucraniana y el panameño lograron pasar al lado polaco y se instalaron momentáneamente en Cracovia. Emigdio voló de Polonia a Francia y a Países Bajos y el 7 de marzo arribó a Panamá.

“Valeriia se quedó en Cracovia donde una amiga. Allí le ofrecí a ella que viniera a Panamá. La cancillería panameña me respondió que, a pesar de que tampoco existe un programa específico para refugiados ucranianos, sí la apoyarían. Fue así como llegó el 21 de este mes a Panamá”, detalló Emigdio.

El futuro


Pese a la grave crisis militar en Ucrania, Valeriia respondió con optimismo y con positividad sobre el futuro de su país.

“Pienso que en algunos años Ucrania va a volver a estar linda y floreciente como siempre ha estado y quizás más bella que antes de la guerra. Estoy segura de que las personas que salimos de Ucrania por la guerra volveremos a nuestro bello país”, pronosticó.

Al preguntársele si teme regresar a una Ucrania en cenizas o destruida por la agresión de Rusia, admitió. “Sí. Eso me va a poner a llorar, ver a mi país destruido. Pero el sentimiento de regresar a mi país va a ser mayor que verlo destruido”.

“Todos los días me comunico con mis amigos y ellos por el momento están bien. Pero temo por ellos porque diariamente hay bombardeos”, advirtió.

Al reconocer que “creíamos que la guerra iba a pasar rápido”, señaló que “nos dimos cuenta de que eso no iba a suceder. Dejar el hogar es algo bastante difícil”.

Pero entre sus preocupaciones están Shouty, de 7 años, y Solomocha y Gaby, de 6 como hermanas de una misma camada. “He hablado a diario con la familia que tiene las gatitas y están bien, compartiendo con el gatito. Están encerradas en el apartamento”, contó.

Emigdio la contrató como empleada de su compañía en Panamá y los trámites ante las autoridades panameñas para obtener el rango de refugiada continúan avanzando.

A pesar de que la situación en Panamá se muestra positiva, Valeriia jamás deja de pensar en Ucrania, en sus amistades… y en sus gatas.

Separada por los más de 10 mil 600 kilómetros de distancia entre su hogar en Kiev y la Ciudad de Panamá, y de unos 10 mil 100 kilómetros de sus gatas en Leópolis, una realidad siempre la hostiga: el temor por el futuro.

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