San José.— El epidemiólogo brasileño Jarbas Barbosa da Silva Jr., próximo director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), advirtió ayer que aunque en América Latina y el Caribe “salimos de la fase más aguda” de la pandemia del coronavirus, “es necesario” mantener un monitoreo “muy cuidadoso” de la situación sanitaria de cada país porque la crisis “no ha terminado”.
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En una entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL, Barbosa lamentó que México, como casi todos los países de América Latina y el Caribe, todavía no tiene un financiamiento adecuado que garantice el acceso de los mexicanos al sistema de salud con “servicios de calidad”.
De 65 años y casado, Barbosa asumirá el próximo miércoles como director de la OPS por cinco años y sustituirá a la cirujana y salubrista dominiquesa Carissa Etienne, jerarca desde febrero de 2013 y en dos periodos seguidos. El brasileño podrá reelegirse para otro quinquenio por única vez.
¿Qué opina de la salud en México, con protestas, por ejemplo, por falta de medicinas y atención a infantes con cáncer? ¿Planea la OPS ayudar a México?
—Sí. Creo que en México, pero no es sólo en México [sino] en casi todos los países de la región tenemos sistemas de salud que todavía están con financiamiento que no es el financiamiento adecuado.
Muchas veces tenemos sistemas de salud todavía fragmentados que necesitan tener una mejor coordinación, establecer una rectoría más fuerte de los ministerios de Salud. El financiamiento es crítico, porque sabemos de la situación económica y fiscal de los países.
Una estimación de economistas que trabajan con [el sector] Salud es que un sistema de salud, para garantizar un acceso universal con calidad a la ciudadanía, debe tener al menos una inversión alrededor de 6% como mínimo del gasto público.
La gran mayoría de países de la región no está todavía en este nivel. Tienen 4%, 4.5%, 5%, pero debajo de 6%. Eso no va a cambiar en un mes o en un año, porque la situación económica de los países está muy afectada por la pandemia.
Pero hay que tener eso como objetivo y buscar que el crecimiento del presupuesto va a fortalecer lo más importante: la garantía del acceso de las personas a los servicios de salud.
La representación en México de la OPS trabaja mucho con el ministerio [Secretaría] de Salud. México está con un proyecto ambicioso de reforma de su sistema de salud para ampliar la cobertura, el acceso de las personas [a la salud]. Esa es sin duda una prioridad importante [en la] que apoyamos al ministerio [Secretaría] de Salud de México.
En el desabasto de medicamentos, ofrecemos apoyo en lo que sea posible. Es un problema sin duda, un problema que otros países de la región también están afrontando. Es parte de los desafíos que tenemos en cada uno de los países.
Tengo mucha confianza: México tiene instituciones de salud muy bien consolidadas. Tiene una capacidad técnica en el país que es una de las más importantes de América Latina.
Siempre vamos a estar ahí trabajando con el ministerio [Secretaría], ofrecer nuestro apoyo, las alternativas que podamos presentar para que la Secretaría de Salud de México pueda concluir sus proyectos de reforma del sistema de salud y que se garantice lo que es el objetivo de todos: que la población de México pueda tener más acceso a servicios de calidad.
América Latina y el Caribe quitaron en 2022 el rigor en bioseguridad que adoptó al llegar la pandemia del coronavirus a la región en febrero de 2020. ¿Habrá que reactivar esos protocolos?
—Es necesario terminar la pandemia, porque la pandemia todavía no ha terminado. Es seguro que ya salimos de su fase más aguda. Es necesario un monitoreo muy cuidadoso de la situación epidemiológica de cada país, vigilancia epidemiológica y genómica para identificar si aparece una nueva variedad que cambie la manera de transmisión, como en otras variantes.
Afortunadamente las últimas nuevas variantes todas tenían una característica muy semejante: que se transmitían con mucha velocidad, pero sin aumentar el número de casos graves. Eso puede cambiar y hay que monitorear. Las decisiones de cada país deben basarse en que, si aumenta la transmisión, el uso del tapabocas en lugares cerrados se puede evaluar porque puede reducir la exposición de las personas y la transmisión, y protegerlas.
¿Y la vacunación?
—Es la segunda medida importante. Está ya muy bien establecido que, al menos los adultos mayores y las personas con algún problema de su sistema inmunológico y de enfermedad crónica, tienen que tomar los refuerzos porque la inmunidad producida por la vacuna es muy buena. Desafortunadamente, no tiene capacidad de impedir la transmisión, aunque sí de reducir, en mucho, los casos graves y las defunciones.
Así que es muy importante proteger a esas personas con los refuerzos. Tenemos pendiente en América Latina y el Caribe mucha gente que debería tomar [los refuerzos de] la vacuna, pero cree que como ya está vacunada y que como tuvo Covid-19 ya no necesita tomar los refuerzos.
Eso no es verdad porque, aunque tuvo la enfermedad y tomó la vacuna, la protección es limitada. Después de seis meses son necesarios los refuerzos. Vacunación y monitoreo son las cosas importantes para que sea posible, efectivamente, terminar con la pandemia en un futuro muy cercano.
¿Cree que será necesaria una vacuna una vez al año, como con la influenza?
—Todavía se está analizando. Todas las tendencias hoy apuntan a que el virus no va a terminar completamente de circular, va a seguir (…) pero sin producir el impacto tremendo, dramático, que produjo en 2020 y 2021 hasta que tuvimos una vacunación [masiva] más importante.
En tanto se siga teniendo transmisión del virus, y si tenemos vacunas que son tan seguras como para Covid-19, la mejor protección, al menos para los que tienen un mayor riesgo y son más vulnerables, sería tomar los refuerzos todos los años.
¿Hay suficientes vacunas para América Latina y el Caribe?
—Sí. Hoy tenemos una situación bien distinta a [la que existía] al principio de la pandemia, cuando nuestra región tuvo que luchar para garantizar algún acceso a las vacunas. Hoy las vacunas están más disponibles. No hay problemas de escasez. Pero se necesita una buena estrategia de comunicación. Mucha gente dice: ‘¿Cómo es posible? Me vacuné, pero tuve coronavirus’.
Hay vacunas (…) y vacunas. Unas tienen capacidad de interrumpir la transmisión de una enfermedad, como las de polio y sarampión. Otras tienen capacidad de evitar muertes y casos graves, pero no evitar la transmisión, como la de la influenza, que tomamos cada año porque una no protege para toda la vida.
Es necesaria una estrategia de comunicación para aclarar eso y combatir las falsas noticias alrededor de la vacuna, como la persona que cree que si ya se vacunó [contra el coronavirus] está protegida para toda la vida. Eso no es verdad.
Es verdad para algunas enfermedades, como la vacuna de sarampión que protege para toda la vida. En otras enfermedades no pasa eso, como la influenza.
Por el coronavirus se descuidó la atención a otras enfermedades. ¿Cuál es la situación?
—Tiene un impacto negativo en todas las prioridades para la salud pública. La vacunación de rutina contra el sarampión, la polio y otras enfermedades bajó mucho en los picos de transmisión [del coronavirus]. Personas con hipertensión y diabetes no lograron sus citas médicas para monitorear, acceder a medicinas. El diagnóstico precoz del cáncer también se tardó. Hubo mujeres que no tuvieron métodos anticonceptivos y muchos otros impactos negativos.
Esa va a ser una de mis prioridades: que la OPS apoye a los países para lo que llamamos recuperar mejor. El objetivo no es volver a como estábamos en 2019, sino aprovechar todas las oportunidades de nuevas tecnologías y estrategias para poder, no sólo recuperarse del impacto negativo, sino ir más allá.
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¿Cuáles son las lecciones aprendidas con la pandemia de Covid-19?
—Muchas, y uno de nuestros desafíos es implementarlas. ¿Cómo fortalecer la capacidad de cada país de América para tener más capacidades de detección precoz y de respuesta adecuada a una emergencia de salud pública? Vamos a tener otras pandemias. No sabemos cuándo ni con qué gravedad, pero sí que vamos a tenerlas.
Ni los países desarrollados estaban preparados. Hay que revisar bien lo que funcionó bien y lo que no para definir qué acciones de entrenamiento, de capacidad de laboratorio y de incremento rápido [del servicio].
Una lección importante es que cuando se necesita aumentar la cantidad de camas de terapia intensiva en una semana, ¿cuáles son las estrategias, los mecanismos?
¿Qué hacer si se necesita incrementar la capacidad de laboratorio para las pruebas para atender decenas de centros de salud al mismo tiempo? ¿Cómo se hace? Eso todo tiene que estar bien preparado y listo para mejorar la capacidad de respuesta.
Una lección muy triste, y fue la mayor falla nuestra como humanidad, fue no tener garantizado un acceso equitativo a las vacunas cuando ya estaban disponibles. Es una lección que tenemos que revisar con mucho cuidado. Eso no puede pasar más.
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