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A pesar de que es poco probable que se desencadene una guerra comercial de gran escala entre Estados Unidos y China, de llegar a concretarse el peor escenario, los efectos se sentirán no sólo en las dos naciones involucradas, sino en otras latitudes.
“Nadie gana en una guerra cuando las más grandes economías del mundo están involucradas (…) No son sólo ellos los que resultarían afectados”, declaró el viernes pasado el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), José Ángel Gurría, al tiempo que advirtió sobre los efectos colaterales negativos.
El también ex secretario de Hacienda mexicano dijo que las autoridades chinas le habían dicho esta semana que estaban en contacto con sus contrapartes estadounidenses, a pesar de los desmentidos oficiales.
En el caso de México —que enfrenta su propia batalla con el gobierno del presidente Donald Trump por la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)—, el impacto del pleito entre Estados Unidos y China podría ser marginal. Una repercusión inmediata por la escalada en las declaraciones de ambos bandos respecto a la aplicación de aranceles al intercambio bilateral de productos se pudo observar en los mercados bursátiles y en materia de divisas.
A partir del 23 de marzo, fecha en la cual Trump dio a conocer la firma del decreto a través del cual buscará reducir el déficit comercial de su país respecto al gigante asiático, el peso mexicano ha vivido jornadas de volatilidad.
Posibles ventajas. Sin embargo, desde el anuncio del mandatario estadounidense hasta el viernes pasado, la moneda nacional le ha ganado alrededor de 60 centavos al dólar en las ventanillas de Citibanamex, para cotizar al cierre de la semana en 18.35 pesos por cada billete verde.
De hecho, la guerra comercial puede traducirse en una oportunidad para enviar al mercado estadounidense los productos que, previsiblemente, China podría dejar de surtir por la aplicación de impuestos arancelarios.
“En un escenario negativo para Estados Unidos y China, realmente los que se benefician son México y Canadá, porque tienen una mayor posibilidad de exportar al mercado estadounidense”, afirma Alejandro Cervantes, economista senior de Banorte-Ixe.
Aplicar restricciones al ingreso de productos chinos a Estados Unidos puede reflejarse en una mayor participación de los países socios del TLCAN, a través de un efecto de sustitución, explica el experto.
Además, si China aplica aranceles a las exportaciones de productos agropecuarios estadounidenses, tanto México como otros países latinoamericanos podrían aprovechar la oportunidad de convertirse en proveedores del mercado chino, considera Cervantes.
“Eso sí sería un golpe muy relevante para Trump, y posiblemente podríamos ver un resultado adverso para el Partido Republicano en las elecciones legislativas de noviembre”, señala.