Bruselas.— Entre todos los conflictos activos en el orbe, el que se desarrolla en México, en el contexto de las guerras desencadenadas por los cárteles de las drogas, es el más violento para los civiles, sostiene la organización (ACLED).

“México es el país más peligroso para los civiles: ACLED registra más de 5 mil incidentes de violencia dirigidos directamente contra civiles en todo el país en los últimos 12 meses (...) Muchas comunidades civiles en México enfrentan amenazas incluso superiores a las de los contextos de los conflictos más violentos”.

El ACLED llega a esta conclusión a partir del análisis de las cuatro métricas (índice de mortalidad, peligros para la población civil, extensión geográfica y fragmentación de los grupos armados involucrados) que forman el índice diseñado para medir los niveles de violencia registrados en los conflictos vigentes en el planeta (Conflict Index).

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El análisis de los datos recaudados en tiempo real en 240 países y territorios fueron presentados este martes durante un evento celebrado en formato virtual con la participación de la presidenta de ACLED, Clionadh Raleigh, y la titular del proyecto, Katayoun Kishi.

La información cubre el periodo de julio de 2022 a julio de 2023 y está conformada por 139 mil sucesos de violencia política, con una estimación conservadora de más de 147 mil víctimas mortales.

El estudio señala que durante este periodo, “Ucrania fue el más mortífero; Myanmar el de mayor fragmentación entre grupos armados; México el más peligroso para civiles, y Palestina el de mayor dispersión geográfica”. De la lista de los 50 países y territorios que experimentan los niveles de conflicto más extremos, elevados o turbulentos, y que en conjunto suman 97% de todos los incidentes registrados durante el periodo de estudio, México aparece en el tercer peldaño detrás de Myanmar y Siria que ocupan las dos peores posiciones. México está clasificado como un caso “extremo”.

Detrás de México aparece Ucrania, con un promedio de más de 950 incidentes de violencia política por semana, y que equivalen a 36% de todos los sucesos de violencia política ocurridos en el último año. La nación en guerra con Rusia suma más de 36 mil víctimas mortales en el último año.

El resto del “top ten de la violencia” está integrado por Nigeria, Brasil, Yemen, Irak, República Democrática del Congo y Colombia.

“La manera como llegamos a estos resultados es tomando en consideración todos los indicadores de una manera holística, por ejemplo, México ocupa el tercer lugar en general, pero es número uno en violencia y peligros para la población civil, sexto en términos de fragmentación y ocupa el lugar 18 en qué tanto el conflicto se ha dispersado geográficamente, de allí que figure detrás de Siria y Myanmar”, explica Katayoun Kishi.

El documento sostiene que cada conflicto es distinto, hay desde guerras civiles e insurgencias hasta las provocadas por la rivalidad entre cárteles de la droga. Sin embargo, la mayoría de los países que llevan el distintivo de “conflictos extremos” comparten características esenciales, como registrar el mayor número de sucesos violentos y de víctimas mortales sin estar en guerra.

“Las formas de conflicto más comunes en la actualidad en todo el mundo se parecen más a los patrones de violencia de México y Myanmar, y menos a las insurgencias tradicionales en las que un grupo lucha contra un gobierno por el control o el territorio (...) México, la República Democrática del Congo, Brasil e Irak presentan niveles de violencia que superan con creces los asociados a las guerras tradicionales”.

Estos países igualmente albergan múltiples conflictos internos, cada uno con objetivos muy particulares. “Esto significa que los gobiernos a menudo se encuentran luchando en varios conflictos a la vez y las comunidades están expuestas a diversos tipos de violencia”.

Otra característica es la participación de varios grupos armados que con frecuencia luchan entre sí y con las fuerzas de seguridad del Estado. “Las milicias, más que los rebeldes, desempeñan cada vez más un papel protagónico en estos conflictos”, indica.

De acuerdo con Clionadh Raleigh, los datos muestran que la democracia no protege a los países de la violencia política.

Tampoco la pobreza y el nivel de desarrollo de un país son factores predeterminantes para inestabilidad y turbulencias, de ahí que las fórmulas antiguas de solución de conflictos no sean las adecuadas para afrontar desafíos que tienen de fondo la ambición de grupos organizados de hacerse del control de regiones y territorios buscando objetivos específicos.

El ACLED sostiene que en el último sexenio México no ha registrado avances y que el nivel de conflicto ha permanecido sistemáticamente en la escala “extrema” entre 2018 y mediados de 2023.

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