Miami.— En el corazón de las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos, el factor determinante en los próximos años será el enfoque que Claudia Sheinbaum, la primera mujer en asumir la Presidencia de México, adopte frente a la persona que gane la; todo dependerá de si Kamala Harris o Donald Trump toman las riendas en la Casa Blanca.

El tema de la migración es quizá el más delicado en este momento en la relación México-Estados Unidos. Bajo Harris, el enfoque sería dual: por un lado, ha enfatizado la necesidad de abordar las causas fundamentales de la migración, como la pobreza y la violencia en México y Latinoamérica en general, con una estrategia de inversión regional. Pero al mismo tiempo, también ha sido clara en que fortalecer la seguridad fronteriza será una prioridad.

Sheinbaum se ha presentado con una postura aparentemente más humanitaria, en línea con la visión de su predecesor. La presión de Estados Unidos bajo Harris para que México actúe como un tapón para los migrantes podría obligar a Sheinbaum a tomar decisiones difíciles. “A pesar de sus intenciones humanitarias, no sería la primera vez que México militariza su frontera sur bajo la presión estadounidense, como ocurrió durante la administración de [Andrés Manuel] López Obrador”, señala el especialista en seguridad Jaime Ortiz, desde Texas, a EL UNIVERSAL. El enfoque de Trump sería aún más agresivo: ha dejado claro que “México debe detener a los migrantes antes de que lleguen a nuestra frontera o enfrentará consecuencias severas”, y ha sugerido que impondría aranceles.

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La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, durante un acto protocolario
en Querétaro. Foto: EFE
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, durante un acto protocolario en Querétaro. Foto: EFE

El narcotráfico es otro de los puntos neurálgicos de la relación bilateral, particularmente en lo relacionado al fentanilo. Harris ha enfatizado la necesidad de una estrategia conjunta para combatir a los cárteles, incluyendo programas de reducción de la demanda de drogas en EU. “No podemos combatir al narcotráfico sin abordar la demanda interna de drogas en nuestro país”, ha dicho. También ha señalado que buscaría una mayor colaboración operativa con México, algo que Sheinbaum podría aceptar, pero bajo la condición de respeto a la soberanía mexicana.

Sheinbaum ha mostrado un enfoque integral hacia el narcotráfico, evitando la represión a los grupos delincuenciales y apostando a programas sociales para prevenir que los jóvenes se unan a las filas de los cárteles. “Los jóvenes mexicanos se integran al crimen organizado no sólo por falta de dinero o trabajo; últimamente y con más frecuencia son obligados, sin que tengan opciones, porque de lo contrario los matan a ellos y a sus familiares”, explica Ortiz.

El 8 de octubre, Sheinbaum reveló su plan de seguridad para enfrentar al narcotráfico y al crimen organizado, que consiste en cuatro ejes: Atención a las causas; consolidación de la Guardia Nacional; fortalecimiento de inteligencia e investigación, y coordinación absoluta en el gabinete de seguridad y con las entidades federativas.

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Con Trump, el enfoque sería aún más conflictivo. El exmandatario ha sugerido que EU debería considerar la opción de realizar operaciones militares en territorio mexicano para “eliminar a los cárteles de la faz de la Tierra”. Esta postura sería inaceptable para Sheinbaum, quien tendría que enfrentar la presión de un líder dispuesto a violar la soberanía mexicana bajo el pretexto de la seguridad nacional estadounidense. La lucha contra el narcotráfico es responsabilidad del Estado mexicano, ha reiterado el gobierno actual de la misma manera que lo hacía el anterior; “aunque sin resultados y, por el contrario, con un alto y creciente dominio del territorio mexicano a manos de los cárteles de la droga”, señala Ortiz.

El T-MEC, una encrucijada

En el centro de las tensiones económicas está el T-MEC: Harris ha sido crítica de este tratado, en particular con las reglas que permiten la salida de empleos estadounidenses hacia México. En su visión, debe revisarse para incluir mejores protecciones laborales y ambientales.

Sheinbaum ha defendido el T-MEC como un pilar fundamental para la estabilidad económica mexicana. Sin embargo, también ha señalado que México necesita proteger su soberanía económica, especialmente en sectores estratégicos como la energía y la manufactura. “Si Kamala Harris empujara reformas o cambios demasiado estrictas en el acuerdo comercial, la Presidenta mexicana tendría que equilibrar las demandas de su socio comercial con la protección de los intereses económicos internos; tendría que buscar una fórmula, creo que la tendría difícil”, explica a este medio el economista Iván Jiménez desde Florida.

Con Trump, el escenario es aún más incierto. El republicano ha afirmado que “México se aprovecha de los trabajadores estadounidenses” y podría amenazar nuevamente con retirarse del tratado o imponer tarifas si considera que el acuerdo no beneficia suficientemente a Estados Unidos. “Esto pondría a la Presidenta de México en una situación aún más crítica, como la que vivió López Obrador y a quien señalan de haberse doblegado ante las exigencias de Trump”, expresa el economista.

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Reformas al Poder Judicial

Sheinbaum ha dejado claro su compromiso de continuar con algunas de las reformas estructurales iniciadas bajo la administración de López Obrador, incluida la judicial.

Bajo una presidencia de Harris es probable que el enfoque de Estados Unidos sea más diplomático, aunque no exento de críticas. La democracia y el Estado de derecho son fundamentales para las relaciones bilaterales, ha sugerido reiteradamente Harris.

Lo más probable es que la demócrata busque mantener las líneas de cooperación abiertas, sin imponer demasiada presión sobre las decisiones internas de México; “a menos que la reforma judicial amenace a inversionistas estadounidenses en la República Mexicana y al marco de acción del T-MEC”, subraya Jiménez; “Harris aboga por una supervisión más cercana de los derechos humanos y la independencia judicial”. Trump ha sido conocido por no mostrar reparos en criticar abiertamente las políticas internas de otros países si percibe que van en contra de los intereses estadounidenses; ha dejado claro que México está debilitando su democracia y poniendo en riesgo las inversiones estadounidenses y podría tomar de excusa las reformas al sistema judicial mexicano como justificación para imponer sanciones económicas o ejercer presión comercial si considera que afectan los intereses del Tío Sam. “En este escenario, la Presidenta de México tendría serios obstáculos para la toma de decisiones”, dice el economista; “bajo ambos líderes, el gobierno mexicano va a enfrentar presiones, pero con Trump podrían llegar incluso hacia una crisis diplomática; especialmente si esas reformas judiciales se utilizan como pretexto para sanciones económicas contra México”.

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Más allá de los temas concretos, la diplomacia general entre ambos países será una constante prueba para Sheinbaum. Harris, como progresista, podría tener reservas sobre estas reformas y otros temas binacionales, pero su enfoque sería probablemente más diplomático y basado en el respeto mutuo.

Trump ha demostrado ser mucho más crítico en todo momento, utilizando cualquier tema que perciba como un debilitamiento de las instituciones mexicanas como una excusa para imponer sanciones económicas. “La Presidenta de México debe adoptar una postura defensiva, mientras busca formas de minimizar el impacto económico de posibles sanciones que Trump aplicaría a México, bajo cualquier excusa de cualquier tema”, aconseja Jiménez.

“Ya sea bajo Kamala Harris o Donald Trump, Sheinbaum enfrentará fuertes encontronazos con cualquiera de los dos”, anticipa Ortiz, “ya sea en comercio, migración, seguridad o soberanía; tendrá que ser muy hábil para navegar los conflictos que se le avecinan, la mayoría de ellos, cortesía de López Obrador”.

El cambio climático es un tema clave. Kamala está decidida a impulsar una transición hacia las energías renovables y podría ver en México, con su gran potencial solar y eólico, un aliado clave para llevar a cabo estos esfuerzos.

Sheinbaum está comprometida con la protección ambiental y el desarrollo de energías renovables, pero sigue defendiendo el control de los recursos energéticos del país, incluidos los combustibles fósiles. Esta postura podría chocar con Harris.

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