Berlín.— Angela Merkel descubrió el domingo la devastación surrealista provocada por las inundaciones en Europa del Oeste, que dejaron al menos 191 muertos en Alemania y Bélgica, con muchas personas todavía desaparecidas.

La canciller alemana, con botas de montaña, tardó casi una hora en recorrer el pueblo de Schuld, cerca de Bonn, en Ahrweiler, donde la crecida del río Ahr destruyó parte de la localidad.

Tanto expertos como políticos han culpado al calentamiento global, y Merkel pidió el domingo un gran esfuerzo para acelerar las políticas climáticas.

Esta zona de Renania-Palatinado, en el suroeste de Alemania, fue una de las regiones más afectadas, con 112 de los 160 muertos del país. En el vecino estado de Renania del Norte-Westfalia, el más poblado de Alemania, se confirmaron 45 muertes, incluidos cuatro bomberos.

Merkel prometió ayuda urgente: “Debemos darnos prisa, debemos ser más rápidos en la lucha contra la crisis climática”, afirmó la canciller alemana, visiblemente conmocionada ante el panorama, al que calificó de surrealista y fantasmagórico.

“No todo puede atribuirse al cambio climático. También hay que replantearse la actuación humana en las cuencas fluviales, pero la suma de los fenómenos extremos a que asistimos evidencian que debemos ser más ambiciosos”, añadió, lo que implica la necesidad de alcanzar la neutralidad climática cuanto antes, subrayó.

Merkel destacó que las autoridades trabajarán para “volver a enderezar el mundo en esta hermosa región, paso a paso”, y que su gabinete aprobará un programa de ayuda financiera inmediata.

El ministro de Finanzas, Olaf Scholz, anunció que propondrá un paquete de ayudas inmediatas en una reunión del gobierno el miércoles próximo, por al menos 300 millones de euros (354 millones de dólares) y luego está previsto un programa de reconstrucción de varios millones. Señaló que es imperante la necesidad de trabajar en un programa de reconstrucción, que según la experiencia de otras inundaciones, ascenderá a miles de millones de euros.

El papa Francisco ofreció una oración, desde El Vaticano, por las víctimas de las inundaciones y por el apoyo a los “esfuerzos de todos para ayudar a los que sufrieron grandes daños”.

En su primera aparición pública ante los fieles en la Plaza de San Pedro dos semanas después de someterse a una cirugía, dijo: “Que el Señor acoja a los fallecidos y consuele a sus familias”.

Las autoridades en la zona de Ahrweiler pidieron que la gente ya no hiciera ningún tipo de donativo por ahora. La policía indicó que “la abrumadora disposición para ayudar” había dejado las instalaciones de almacenaje llenas de ropa y alimentos.

En Bélgica murieron 31 personas y se encuentra desaparecidas otras 163, según los últimos datos publicados ayer domingo por el centro de crisis federal.

Las autoridades animaron a los ciudadanos que aún no han tenido contacto con sus allegados a informar lo antes posible a la policía: “Si no han tenido noticias de un familiar, les invitamos a ponerse en contacto con la zona de policía local que reúne las informaciones sobre las personas desaparecidas”, precisaron.

En la localidad de Pepinster, en la región de Valonia, donde cerca de mil personas tuvieron que abandonar sus hogares, los equipos de salvamento retomaron ayer los trabajos para tratar de encontrar a víctimas, lo que se desarrolla en condiciones muy difíciles por el riesgo de derrumbe de algunos edificios, informó la radiotelevisión RTBF.

El nivel del río Mehaigne en Valonia y sus afluentes en las provincias de Lieja y Namur inquieta a las autoridades, que permanecen en alerta. Cerca de 37 mil hogares siguen sin electricidad en las provincias de Lieja y el Brabante.

Y aunque ha dejado de llover en las zonas más afectadas de Alemania, Bélgica y Holanda, la tormentas aún persistían en otras zonas del centro y oeste de Europa.

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