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San José.— La decisión que la presidenta de Perú, Dina Boluarte, adoptó ayer al llamar a consultas a Lima a los embajadores peruanos en México, Argentina, Colombia y Bolivia no sólo sirvió para mostrar enfado, sino que constituyó una advertencia previa a una eventual ruptura de relaciones diplomáticas, dijeron fuentes latinoamericanas.
La tensión diplomática regional se exacerbó el lunes anterior luego de que, en una proclama conjunta, los gobiernos izquierdistas de México, Argentina, Bolivia y Colombia ratificaron su apoyo al destituido expresidente Pedro Castillo, reiteraron que aún lo reconocen como gobernante legítimo de Perú, condenaron su arresto y adujeron que debe respetarse su elección por la vía del sufragio en 2021. México pausó su nexo con Perú.
En respuesta, y al denunciar la injerencia de las cuatro naciones en asuntos internos y exclusivos de Perú, Boluarte llamó a sus embajadores a consultas.
A pedido de EL UNIVERSAL, tres veteranos diplomáticos latinoamericanos —el costarricense Javier Sancho, el panameño Guillermo Cochez y el boliviano Jaime Aparicio— que fueron embajadores de Costa Rica, Panamá y Perú, respectivamente, ante la Organización de Estados Americanos (OEA), coincidieron en que llamar a consultas es un acto valioso y sensible.
“Es un mensaje al país que lo acredita que trata de evitar una medida irreparable y muy grave, como es la ruptura de relaciones diplomáticas, pero quiere dar un mensaje muy fuerte”, dijo Aparicio.
El llamado ocurre “cuando un Estado quiere comunicar diplomáticamente su extrema molestia por actos que considera inamistosos o violatorios de acuerdos y costumbres internacionales, como la intervención de un país en asuntos exclusivos de la política interna del otro”, puntualizó.
Al explicar que la Convención de Viena de 1961, que regula las relaciones diplomáticas, reafirmó que “los diplomáticos no pueden intervenir en asuntos internos de un país”, alegó que los hechos en Perú “han tenido una salida institucional, democrática, de acuerdo con la Constitución Política y todos los poderes del Estado han actuado de forma independiente (...) No hay motivo alguno para que terceros países puedan opinar o intervenir en este tema que es exclusivamente interno de Perú”.
Acusado de presunta corrupción y en un fallido golpe de Estado, Castillo intentó el 7 de este mes disolver el Congreso de Perú e instalar un régimen de facto. Pero ese día fue destituido por el Congreso, que le reemplazó con Boluarte, en apego a la sucesión constitucional por ser su vicepresidente y para que concluya el quinquenio que Castillo inició en 2021, y quedó preso bajo orden judicial.
Malestar
Cochez planteó que “el llamado a consultas es una expresión de malestar del gobierno ante el Estado donde está acreditado su diplomático”.
“Las relaciones entre Estados no se cambian y no se interrumpen por cambios de gobierno como el ocurrido en Perú con Castillo ni tampoco con el cambio de un gobierno otro”, agregó.
Un ejemplo se registrará el próximo 1 de enero en Brasil, donde el presidente, Jair Bolsonaro, entregará su cargo a Luiz Inácio Lula da Silva, como mandatario electo este año en las urnas, y se mantendrá “el mismo reconocimiento”, refirió.
“Sin embargo, en el caso de México, Colombia, Bolivia y Argentina se quiere mandar un mensaje colectivo de disconformidad con lo que le han hecho a Castillo”, añadió.
Al subrayar que el panorama “me recuerda perfectamente el caso de 2009 con [el entonces derrocado presidente hondureño] Manuel Zelaya”, mencionó que “varios gobiernos [americanos] no reconocieron al gobierno de Honduras una vez que depusieron a Zelaya y asumió [el presidente del Congreso de ese país] Roberto Micheletti”.
“Jugada política”
La actitud de México, Argentina, Colombia y Bolivia “creo que es más bien una jugada política, más que diplomática, para presionar al gobierno de Perú”, sugirió.
Sancho indicó que “cuando un Estado solicita a su jefe de misión, embajador, ante un Estado receptor regresar a consultas a la capital, es una forma diplomática de expresar preocupación, inconformidad, molestia e indicarle a ese país donde está el agente llamado a consultas, que la acción que la está motivando no ha sido del agrado del país”.
“Es una manera diplomática basada en el derecho internacional, una práctica usual entre los Estados y muy común que se haga cuando hay este tipo de inconformidad o de molestia. No representa esto un rompimiento de relaciones ni mucho menos. Únicamente es la expresión soberana de un Estado ante el Estado que tiene a su agente diplomático o embajador acreditado”.
Al mecanismo se recurre para “expresarle molestia, inconformidad o preocupación por manifestaciones que se pueden haber dado o por acciones que ese Estado haya hecho en contra del otro, como violación de la soberanía, agresión armada o expresiones grotescas y salidas de tono hacia el gobierno y los gobernantes de ese otro país”, señaló.
La cancillería peruana anunció ayer que llamó a consultas a sus cuatro embajadores, “en reacción a la intromisión en los asuntos internos del Perú por parte de las más altas autoridades” de México, Argentina, Colombia y Bolivia. Los cuatro gobiernos “cuestionan la sucesión presidencial realizada en estricto apego a la Constitución del Perú, y no se conducen con los tradicionales lazos de amistad, cooperación y respeto mutuo que unen a nuestros países”.
Al insistir en su “amplia voluntad para profundizar el diálogo”, con respeto mutuo y plena vigencia del derecho internacional, alegó que en Perú “existe pleno respeto a los derechos humanos, al debido proceso y a la separación de poderes, y se garantiza el acceso de todos nuestros ciudadanos a una justicia independiente”.
Perú quedó sumido desde hace 10 días en un panorama de violencia interna a favor y en contra de Castillo. En una carta que envió anteayer desde prisión, Castillo agradeció a México, Argentina, Colombia y Bolivia por su “solidaridad con mi pueblo y nuestro legítimo gobierno”.}
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