Bruselas.— Los líderes de la celebrarán una cumbre en Lituania los días 11 y 12 de julio para discutir una vez más cómo proteger a Ucrania ante una Rusia que no duda en recurrir a su ejército para alterar el orden de seguridad europeo.

Pero como suele ser habitual al abordar esta cuestión, los aliados están divididos sobre la mejor manera de blindar a Ucrania en una fase crucial de la guerra que libra contra Rusia, al haber asumido la iniciativa ofensiva.

Para el presidente ucraniano Volodimir Zelensky, la única vía para evitar que los tanques rusos vuelvan a marchar rumbo a Kiev, una vez alcanzada la paz, es fijando una hoja de ruta clara hacia la adhesión a la mayor organización militar del planeta.

Lee también:

Esta perspectiva es compartida por Polonia, los países bálticos, los nórdicos y Francia, favorables de un camino acelerado hacia la adhesión que exima a Ucrania de algunas de las condiciones habituales para el ingreso. Piensan que la membresía es un poderoso instrumento disuasorio para evitar una escalada por parte de Moscú.

“Tendremos que definir un camino para dar forma a la perspectiva de adhesión de Ucrania a la OTAN, que abrimos en 2008 en Bucarest”, declaró recientemente el presidente francés Emmanuel Macron, junto al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en el Palacio del Elíseo de París.

Estados Unidos y Alemania opinan lo contrario. Sostienen que la adhesión bloquearía el conflicto con Rusia y podría desembocar en una guerra directa con la OTAN que posiblemente incluiría un intercambio nuclear.

“Debemos analizar la situación con seriedad”, afirma el canciller alemán Olaf Scholz.

Consciente de las posturas encontradas, Stoltenberg ha trabajado en los últimos meses en busca de consenso.

La misión es evitar que la Alianza Atlántica emita señales de fragmentación en la cumbre de Vilna y ofrecer a Zelensky algo que pueda vender en casa.

Lo que tiene claro Stoltenberg es que no bastará con repetir lo dicho hace 15 años en Bucarest: “el lugar que le corresponde a Ucrania está en la OTAN”. Está obligado a ir más allá.

“El presidente Zelensky pretende que se le presente en Vilna un plan de adhesión claro y concreto. Algunos aliados apoyan este planteamiento, pero otros, conscientes del impacto sobre Rusia, se muestran más cautos y desean mantenerse dentro de la postura de Bucarest. Así que lograr el consenso y enviar un mensaje claro y positivo a Kiev será clave”, sostiene Jamie Shea, experto en defensa del European Policy Centre.

Lee también:

El plan B sobre el que trabaja Stoltenberg es uno para mejorar la interoperabilidad con las fuerzas ucranianas, que incluiría el compromiso de proporcionar a Ucrania armamento no letal (pero sí en el espectro electromagnético y el espacio cibernético) y adiestramiento. Se trataría de elevar la cooperación, de comité, como ocurre en la actualidad, al nivel de un Consejo OTAN-Ucrania. El nuevo formato de trabajo sería una sólida señal hacia la adhesión sin entrar en detalles.

La otra vía en la que se trabaja es una paralela a la OTAN, en un compromiso de Estados Unidos, Alemania, Francia y el Reino Unido sobre el apoyo militar. La idea es hacer de Ucrania una nación tan fuerte en el ámbito militar para inhibir la agresión, replicar el “concepto del puercoespín” desarrollado en Israel, en el que toda agresión exterior se traduce en un doloroso castigo bélico que obliga al rival a desistir.

En el caso de Israel, Estados Unidos garantiza el acceso a las mejores armas y a la tecnología más avanzada con el fin de mantener la superioridad frente a sus vecinos árabes.

Ian Bond, director de la Unidad sobre Política Exterior del Centre for European Reform, ve dos inconvenientes con el modelo israelí. Uno de ellos es financiero, la economía ucraniana está en ruinas y difícilmente podría mantener el presupuesto de defensa de Israel: superó 10% del PIB entre 1967 y 1994. El otro problema es que Israel tiene su propia fuerza nuclear disuasoria, mientras que Ucrania renunció a ella confiando en Rusia.

“Hacer una oferta audaz de adhesión para Ucrania es lo que la OTAN debería hacer en Vilna, pero todo indica que no lo hará. Su vacilación da a Putin la esperanza de que algún día (…) Rusia saldrá victoriosa”, sostiene Bond en un análisis.

“La OTAN debería desengañarle de esa idea. Si no lo hace, demostrará que (…) no ha aprendido la lección de su desastroso error en Bucarest”.

Lee también:

Al margen de la candidatura ucraniana, en la cumbre báltica se anunciarán planes para mejorar las capacidades defensivas de la OTAN en el flanco oriental, así como se reiterará la necesidad de avanzar al cumplimiento del 2% del PIB en gasto en defensa.

A la fecha, sólo siete de los 31 socios cumplen ese compromiso, Estados Unidos, Reino Unido, Polonia, Lituania, Letonia, Estonia y Grecia.

Igualmente se abordará el ingreso de Suecia en el bloque aliado. Se espera que una vez reelecto, el presidente turco Tayyip Erdogan suprima el veto sobre la adhesión.

Otro asunto sobre la mesa es el relevo en la cúpula aliada. Aunque por segunda vez se ha extendido el mandato de Stoltenberg, los Estados miembros abordarán la necesidad de encontrar el sustituto para el año entrante. Al mando del cuartel aliado desde 2014, el expremier noruego había programado su salida para octubre, pero al parecer, por falta de candidatos, tuvo que prolongar su estadía. El próximo año, en Washington, la OTAN celebrará su 75 aniversario.

Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.


Comentarios