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La primera ministra británica, Theresa May, determinada a relanzar las negociaciones para el Brexit, defendió ayer un enfoque “suave” del acuerdo, un periodo de transición de dos años y se comprometió a respetar los compromisos financieros del país con el presupuesto de la Unión Europea (UE), aunque sin detallar montos, una cuestión clave.
“Atravesamos un periodo crítico”, pero “cuando nos unimos, podemos lograr buenos resultados”, declaró en su primer gran discurso sobre el Brexit desde el que pronunció en enero en Londres en Lancaster House. May, para sosegar a sus socios europeos, repitió que, a pesar de la salida de Reino Unido de la UE, no le dará la espalda. “El éxito de nuestras negociaciones está en el interés de todos”, insistió, agregando que quiere lograr un futuro “mejor” para todos los ciudadanos europeos.
El jefe de los negociadores de la Unión Europea para el Brexit, Michel Barnier, se congratuló por “el espíritu constructivo” del discurso de May. La UE espera no obstante detalles sobre “las implicaciones concretas” de este discurso, agregó. Las tres prioridades del bloque en la negociación, sobre las que insistió Barnier en su comunicado, pasan por acordar la situación de los europeos residentes en el Reino Unido y los británicos en el resto de la UE, la relación fronteriza entre Irlanda e Irlanda del Norte, y la factura del “divorcio” entre Londres y Bruselas.
Uno de los puntos clave del discurso de May fue su propuesta de un periodo de transición “de unos dos años” luego del Brexit, tiempo durante el cual las relaciones que unen a Londres con la UE permanecerían sin cambios para poder asegurar una salida de la Unión de su país “suave y ordenada”. Este periodo de ajuste ofrecerá al Reino Unido la posibilidad de continuar haciendo negocios libremente con el bloque europeo.
Desde el punto de vista financiero, May se comprometió a “respetar” los compromisos británicos en el marco del presupuesto europeo que se ejecuta hasta 2020. “No quiero que nuestros socios crean que deben pagar más o recibir menos (...) por nuestra decisión de partir”, dijo. Pero no dio ninguna cifra sobre el monto que su país debería pagar. La UE evalúa entre 60 mil y 100 mil millones la factura de Londres, considerando los proyectos en los que se comprometió a participar.