Bruselas.— La movilización campesina que tiene en aprietos al gobierno del presidente de Francia, Emmanuel Macron, y se propaga como mecha incendiaria por el bloque comunitario, ha puesto a temblar a las élites políticas en Bruselas.
Más allá de las mareas de tractores que paralizan carreteras de Bulgaria, Bélgica, Alemania, Holanda, Polonia, España y Rumania, preocupa el daño que sus acciones están causando a la percepción sobre la Unión Europea (UE) en año electoral.
Si bien la revuelta agraria carece de liderazgo, estructura y coordinación, y los motivos varían de un país a otro (algunos se quejan por falta de agua, otros por los costos de los combustibles y la importación descontrolada de granos ucranianos), hay un malestar generalizado que los une y del cual señalan como responsable a Bruselas.
De acuerdo con Niels Debonne, experto del Instituto de Cuestiones Medioambientales de la Universidad VU de Ámsterdam, el fondo de la cuestión es una política agrícola europea incoherente y sin rumbo, sin visión y llena de contradicciones.
Los manifestantes dicen estar confundidos debido a que las reglas del juego no son las mismas de antes, se les exige ser sostenibles, eficientes y además vender sus productos a precios cada vez más bajos. Afirman que los trámites y procedimientos burocráticos redactados en los pasillos de la Comisión Europea, están haciendo insostenible el oficio. Algunos aseguran que pasan más tiempo ocupados en cuestiones administrativas que arriba de un tractor.
“Los agricultores son básicamente empresarios independientes, pero tienen dos jefes: el gobierno, que propone subvenciones y normativas, y la cadena empresarial que rodea a la agricultura, como supermercados, bancos y fabricantes de fertilizantes”, indica.
Debonne explica a la radiodifusora pública flamenca VRT que esos dos jefes solían tener los mismos objetivos: “No más hambre, eficiencia, productividad y economías de escala, esa era la idea desde la Segunda Guerra Mundial. Pero el gobierno quiere cambiar de rumbo, puesto que enfrentan políticas ambientales y climáticas. Para los agricultores, no está muy claro qué tienen que hacer exactamente”.
La solución radica en darle dirección a la política agrícola europea, así como seguridad al productor para que pueda cambiar de rumbo hacia una agricultura circular y ecológica. El drástico deterioro de los ecosistemas y las amenazas del cambio climático impiden dar marcha atrás al proceso.
El polvorín campesino no podía haber llegado en peor momento para los líderes europeos, que se reunieron de manera extraordinaria este jueves (1 de enero) en Bruselas, para hablar de los dineros de la Unión y el apoyo financiero a Ucrania.
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Entre el 6 y 9 de junio, los europeos elegirán a los 720 legisladores que componen el Parlamento Europeo y los pronósticos no favorecen a las agrupaciones políticas impulsoras del proceso de construcción europea.
Los expertos del European Council on Foreign Relations con sede en Berlín auguran un escenario sombrío para las fuerzas políticas de centro derecha e izquierda, liberales, socialistas, democristianos y verdes.
El informe elaborado por los analistas Kevin Cunningham, Susi Dennison, Imogen Learmonth y Simon Hix prevé un importante giro a la derecha. Las encuestas apuntan que los populistas de derecha radical ganarán votos y escaños en todo el bloque.
La extrema derecha se perfila para convertirse en la fuerza ganadora en Austria, Bélgica, República Checa, Francia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia y Eslovaquia, y podrían quedar en segundo o tercer lugar en otros nueve países, concretamente en Bulgaria, Estonia, Finlandia, Alemania, Letonia, Portugal, Rumania, España y Suecia.
“El principal ganador de las elecciones será la derecha populista. El principal vencedor será el grupo de derecha radical Identidad y Democracia [ID], del que esperamos obtenga 40 escaños más. Con casi 100 eurodiputados se convertirá en el tercer grupo más numeroso del nuevo Parlamento”.
El otro gran ganador será el grupo Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) que obtendría 18 escaños. Si el partido Fidesz, del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, decide unirse al ECR en lugar de mantenerse en la bancada de los no inscritos, la fracción podría convertirse en el tercer grupo más grande.
“Los cambios en los grupos políticos y las coaliciones tendrán consecuencias para la agenda política de la UE y la orientación de la futura legislación comunitaria”. Los analistas sostienen que repercutirá en las decisiones de política exterior, sobre todo en cuestiones medioambientales. Esto impediría una actuación ambiciosa de la UE para hacer frente al cambio climático.
También perdería la agenda de las libertades civiles y justicia, desarrollo, empleo, asuntos sociales, derechos de la mujer e igualdad de género, políticas promovidas por las fuerzas de izquierda y centro, y que estarían en el bando minoritario.
“En resumen, esperamos que las voces populistas, en particular las de derecha radical, sean más fuertes después de las elecciones de 2024 que en cualquier otro momento desde que el Parlamento Europeo fue elegido directamente por primera vez en 1979”, señala el análisis.
“Las manifestaciones se producen en un momento turbulento de la política europea, en el que los grupos de extrema derecha se aprovechan de las quejas de los agricultores para conseguir más apoyo de cara a las próximas elecciones europeas”, sostiene RANE Stratfor en un análisis de riesgo.
Ante la probabilidad de que los partidos ultra saquen ventaja del malestar en el agro, la consultora considera que los gobiernos europeos manejarán la crisis con gran cautela y mostrarán mayor disposición ante las demandas.
En lo que se considera la primera respuesta política concreta para abordar las preocupaciones sobre los ingresos de los manifestantes, la Comisión Europea propuso en la antesala de la cumbre de Bruselas que los agricultores queden exentos este año de la norma BCAM 8 que les obliga a dedicar un porcentaje mínimo de su superficie a elementos no productivos para mejorar la biodiversidad.
