Luego de un largo camino de desencuentros, el embajador designado por el gobierno de Colombia para Venezuela, Armando Benedetti, fue recibido por el presidente Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores, en Caracas.
De esta manera ambos países reinician sus relaciones diplomáticas tres años después de que Maduro rompiera con Bogotá por sus diferencias con Iván Duque, y semanas después de que Gustavo Petro se convirtiera en el nuevo presidente de Colombia.
El encuentro entre el nuevo embajador, quien fue jefe de campaña de Petro, y el presidente venezolano duró una media hora y se informó de que "hablaron de la urgencia de restablecer los lazos de amistad, pero de manera organizada para que sea un éxito".
Benedetti le regaló un sombrero vueltiao a maduro, mientras que el mandatario le obsequió con un cuadro de Simón Bolívar.
El domingo llegó a Bogotá el excanciller venezolano Félix Plasencia, designado por Nicolás Maduro para ser el nuevo embajador de Venezuela en Colombia.
Colombia y Venezuela, que comparten una frontera de 2.219 kilómetros, no tienen relaciones diplomáticas desde que se rompieron el 23 de febrero de 2019 por orden de Maduro en medio de una escalada de tensiones con su par colombiano de entonces, Iván Duque, por el apoyo de este opositor Juan Guaidó.
Análisis de Daniel Pardo, corresponsal de BBC Mundo en Colombia
Fueron casi cuatro años sin relaciones, pero siete con la frontera cerrada. El impacto ha sido enorme.
La que fue durante décadas una relación complementaria, crucial en la vida de millones de personas, más de tres años fue interrumpida por el choque entre Maduro y Duque, quien pensó que acorralar diplomáticamente al mandatario venezolano llevaría a su salida del poder.
Maduro, sin embargo, se aferró más. Pero la frontera se mantuvo cerrada.
En medio de la pandemia, sin comunicación entre Bogotá y Caracas y con el cierre del tránsito se profundizaron todas las problemáticas del vasto y caótico territorio que comparten los países: más caminos ilegales, más delincuencia y más enfrentamientos entre grupos armados.
Además, millones de colombianos y venezolanos que hacían sus vidas a ambos lados de la frontera vieron su cotidianeidad -su ida al colegio, su pequeño negocio comercial, su relación familiar- distorsionada como nunca.
El restablecimiento de las relaciones es un desarrollo importante a juzgar por estos antecedentes, pero tomará tiempo y trabajo lograr que las cosas vuelvan a una normalidad que quizá nunca ha sido del todo ideal.
Muchas sedes consulares fueron saqueadas, negocios tuvieron que cerrar y relaciones comerciales instauradas por años debieron ser suspendidas.
Reestablecer el vínculo, cuando ambos países enfrentan fuertes desafíos económicos, no será fácil.
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