Bruselas.— El machismo no es exclusivo de un país, está presente hasta en los más igualitarios, como Islandia y Finlandia, aunque se amplifica conforme aumenta el grado de vulnerabilidad de la mujer a partir de cuestiones como la economía y estatus migratorio.

“El machismo está presente en cualquier sociedad: México, Francia, Islandia, Finlandia y Serbia. Tiene muchas caras, muchos bracitos, muchos nombres, macromachismo o micromachismo, está en todas partes y es antesala de la violencia conyugal y en pareja”, dice a Greta Guzmán, experta en violencia contra la mujer y fundadora de Vert Violeta con sede en Francia.

Sostiene que parte de la misoginia tiene su origen en el sistema patriarcal del que nadie se escapa, ni los países más avanzados, al permear todas las esferas, culturas y niveles socioeconómicos.

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“Es un fenómeno que no se identifica rápidamente en países que suponen tener fama de ser menos machistas. Allí está el meollo del asunto, porque mucha gente piensa que en Europa, porque están muy avanzados en equidad de género e igualdades, la brecha ya se alcanzó. Sin embargo, a niveles de violencia con-yugal y de pareja, e inclusive de feminicidios, todavía están mal a pesar de ser primer mundo”.

El mismo análisis hace Paulina Sabugal, originaria de Ciudad de México y quien es profesora en sociología en la Universidad de Bolonia, Italia. Afirma que el machismo es un problema transversal que no está asociado a una cuestión cultural o social, sino a un sistema que va más allá de los países. “El machismo no tiene fronteras, el patriarcado tampoco, sólo se teje de manera diferente, encuentra otros modos en un sistema global”, dice a este diario.

Señala que estos comportamientos se exacerban particularmente frente a la mujer migrante, incluyendo las mexicanas que vienen a Europa para construir una nueva vida. “Las mujeres migrantes mexicanas entran a una esfera de invisibilidad porque la mayoría viene por amor. Su llave de ingreso a la sociedad italiana es la visa de familia o matrimonio y eso hace que la relación sea automáticamente de desigualdad”. El hombre, explica, “se convierte en la llave de acceso a todo, es la agencia de viaje, el representante legal, el que brinda seguridad financiera, así que cuando se acaba no hay proyecto alterno”.

Asegura que esta situación la enfrentan incluso las mujeres preparadas porque se ven imposibilitadas a ejercer y desarrollarse, al menos en el corto y mediano plazo, por cuestiones que van desde el idioma a la no convalidación del título. Subraya que todo se complica aún más cuándo hay hijos de por medio.

“No es para espantar a las mujeres, esto ocurre en todos lados, pero sí es la mujer migrante más vulnerable porque no importa al país que lleguen, salen del sistema que conocen para enfrentar uno nuevo, familiar, burocrático, financiero y religioso”, asegura Patricia Vázquez, cofundadora de la Asociación de Latinos en Serbia.

La abogada e internacionalista Beatriz Vizcaíno, nacida en Chetumal y directora de Operaciones Internacionales de VisitEdufinn, plataforma con sede en Helsinki que promueve las buenas prácticas de la educación finlandesa, matiza:

La diferencia entre México y países como Islandia y Finlandia es el nivel de tolerancia. Explica que aquí no hay tolerancia al machismo y la violencia, mucho menos cuando ésta se hace pública. Por ejemplo, en los casos de violencia intrafamiliar, el hombre es canalizado a instancias especializadas porque no hay tolerancia a ese comportamiento. “Europa es machista y conforme se aleja de lo igualitario y lo inclusivo es más machista”, señala.

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El amor ciega

Uno de los factores que elevan el grado de vulnerabilidad de la mujer mexicana ante el machismo en Europa radica en la romantización de la migración, en la creencia equivocada de que existen los príncipes holandeses, franceses y noruegos.

“La migración no es una cuestión rosa, se comete el error de decir que mi novio, por ser francés, alemán, es distinto. El amor es bonito, pero el enamoramiento impide ver la vida de una manera más real, porque hay una idealización de ese amor a la que se suma la idealización del primer mundo del que se llega a pensar que todos son educados”, explica la sicóloga clínica Ana Andón, que tiene su consultorio en París.

A eso hay que añadir los estereotipos que tienen los europeos de las latinas: “Que son un tanto ignorantes, que no están bien preparadas, que vienen sin saber el idioma, que no conocen el sistema, que son más hogareñas, que no repelan tanto, que son más aguantadoras. La suma de elementos las van poniendo en una situación de dependencia”.

Sostiene que la situación se profundiza cuando llegan al país intentando seguir funcionando bajo las mismas normas socioculturales, sin darse cuenta que las reglas con las que crecieron son inoperantes en el Estado anfitrión.

Alma Belem Serrano, nacida en Morelia, residente en Islandia y experta en sicología clínica con enfoque de género y multiculturalismo, afirma que esta situación llega a producir cambios internos y externos en la mujer, algunos de ellos de carácter invisible que generan malestares que conducen al extremo.

“En el intento de adaptación para ser funcional en la nueva sociedad el hilo a confundirte, a perderte, a que seas víctima de violencia, de agresión, es superdelgadito. Hay tanta hambre de saber, de aprender, de hacer, de rehacer la vida que llega un momento en el que te puedes confundir psicológicamente.

“Puedes llegar al país más igualitario del mundo, pero el hecho de migrar las coloca en condición de desigualdad”.

Esta condición, agrega, puede conducir a la aparición de problemas sicológicos, con impactos en la memoria, la atención, el lenguaje, la solución de problemas y el desempeño diario. Hay falta de concentración, insomnio, ataques de ansiedad, miedo, sobrepensamiento y estrés elevado. “No es un cuento rosa, el duelo migratorio duele y el proceso de adaptación lleva años. No es que la mujer en sí sea más vulnerable, sino que la suma de elementos la pone en esta situación”, detalla Ana Andón.

Kit de sobre aviso

El Instituto de los Mexicanos en el Extranjero (IME) estima que en Europa radican 180 mil mexicanos, de los cuales 60 mil viven en España y 50 mil en Francia. La gran mayoría son mujeres que vienen por cuestiones amorosas o por estudios.

Por su paso por Bruselas el pasado 19 de julio, el titular del IME, Luis Gutiérrez, dijo tener instrucciones directas de la canciller Alicia Bárcena de ocuparse más de la comunidad migrante en Europa y América Latina.

Afirmó que para diciembre pondrá en circulación un folleto que ayude a la mexicana que llega a Europa a enfrentar situaciones de inequidad, violencia o pérdida de documentos.

Las mexicanas residentes sostienen que el folleto debe exponer de manera didáctica derechos y obligaciones, abordar los riesgos y las oportunidades, así como ubicar los puntos de ayuda tanto en el país de origen como en el huésped.

En concreto, el documento debe invitar a la mujer a hacerse preguntas que le permitan enfrentar problemas reales del día a día.

“Estamos sujetas a una triple discriminación: somos mujeres, migrantes y mexicanas. Como mujeres somos vulnerables en cualquier parte del mundo, como migrantes aún más pues no tenemos los mismos derechos que los nativos. Como mexicanas estamos sujetas a estereotipos, hipersexualización y a los acuerdos bilaterales entre México y el país huésped”, sostiene la investigadora Sabugal.

“En el ámbito de la migración del amor, las mujeres inevitablemente desde el punto de vista migratorio son completamente dependientes de sus parejas. Tenemos que crear una situación en el que las mujeres migrantes estén más seguras y mejor informadas”, puntualiza.

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