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El avance de Ucrania para recuperar el control en las regiones sureñas de Jersón y Zaporiyia ha sido mucho más limitado que sus éxitos en el noreste.Las posiciones en el frente son objetivo regular de ataques, ya que tanto Rusia como Ucrania intentan avanzar.Abdujalil Abdurasulov de la BBCobtuvo un acceso poco habitual al frente en Jersón, una región donde el ejército ruso les dijo a los hombres ucranianos que podrían ser reclutados para luchar con ellos.
Un viejo obús autopropulsado soviético llamado Gvozdika o "Clavel" es desplegado en un campo abierto y colocado en posición. Su cañón gira hacia arriba. "¡Fuego!", grita el comando.
Los artilleros se alejan apresuradamente después del último disparo.
Aunque el avance de las fuerzas ucranianas en el sur es muy lento, sus unidades de artillería siguen ocupadas.
Stus, comandante de los artilleros, explica que los rusos apuntan a su infantería y ellos responden para silenciarlos.
Su trabajo se nota mucho en el frente. Los soldados cruzan el vasto campo al amparo de una hilera de árboles. No prestan atención al sonido de los misiles que vuelan sobre sus cabezas ni al ruido sordo de las explosiones.
Los combatientes dicen que hay un puesto de observación ruso a 500 metros de distancia y que podrían estar dentro del alcance de las armas pequeñas.
Los ucranianos se mueven rápidamente para llegar a un edificio agrícola destruido que recuperaron hace solo una semana. Ahora están cavando trincheras y cargando sacos de arena para fortalecer su nueva posición.
Pero el avance de Ucrania en el sur es lento.
A la espera de ser liberados
Todo lo que se habla aquí sobre la contraofensiva ayuda a engañar a los rusos y a avanzar en el este, dice riendo Vasyl, subcomandante del regimiento.
"Pero aquí también tenemos algo de éxito. Continuamos liberando pueblos con pequeños pasos, pero es muy difícil: cada victoria que tenemos está cubierta de sangre", agrega.
Muchos ucranianos que permanecen detrás del frente ruso, en los territorios ocupados, esperan ansiosos esta contraofensiva.
"Estamos eufóricos cuando Ucrania ataca los territorios ocupados", dice Iryna, residente de Melitopol en el sur.
"Significa que Ucrania no nos ha olvidado. Todos sabemos que vivir cerca de infraestructuras y edificios militares no es seguro, por lo que la mayoría de los civiles se han mudado de esos lugares".
Pero para las personas que se encuentran en los territorios ocupados por las tropas rusas, cuanto más esperan, más difícil es sobrevivir.
Muchos creían que la contraofensiva ocurriría en agosto. Pero cuando eso no sucedió, la gente comenzó a huir hacia territorios controlados por Ucrania y áreas más al oeste.
Entre ellos estaba Tatyana Kumok de Melitopol. La ciudadana israelí estaba visitando su ciudad natal cuando comenzó la invasión rusa en febrero.
Se quedó en la ciudad y ayudó a los residentes, pero en septiembre, ella y su familia decidieron irse. Una de las principales razones para irse fue el anuncio de Rusia de celebrar los llamados referendos.
"Tan pronto como terminen, los rusos introducirán nuevas prohibiciones de acuerdo con sus leyes y tratarán de legitimar la ocupación", señala.
Con la ciudad convertida en una gigantesca base militar, dice que está claro que las tropas rusas no abandonarán el lugar fácilmente.
"Es obvio que la ciudad no será liberada este otoño [boreal]", agrega.
Incluso una resistencia silenciosa a la ocupación rusa ahora se está volviendo peligrosa.
Niños en escuelas gestionadas por Rusia
En septiembre, muchas familias se vieron obligadas a enviar a sus hijos a escuelas administradas por Rusia a pesar de que los niños estarían expuestos a la propaganda del Kremlin.
"Si no envías a tu hijo a la escuela, es una prueba de fuego para ti, significa que tienes puntos de vista pro-ucranianos", explica Kumok.
"Conozco padres que tuvieron que decirle a su hijo de 7 años que no hablara de las cosas discutidas en casa con nadie en la escuela. De lo contrario, se lo podrían llevar. Eso fue realmente horrible".
La represión contra las personas que no apoyan el gobierno ruso está creciendo.
"Ha habido un fuerte aumento de arrestos desde agosto tras los exitosos ataques aéreos ucranianos", afirma Bohdan, que todavía vive en Jersón. Habló con la BBC a través de una aplicación de mensajería y su nombre real no fue revelado por su seguridad.
Bohdan dice que las detenciones anteriores se basaron en una lista de nombres que tenía el ejército ruso. Pero ahora cualquiera puede ser arrestado y arrojado a un sótano para ser interrogado.
Soldados rusos llegaron recientemente a la casa de Hanna (no es su nombre real) en Nova-Kakhovka, una ciudad en la región de Jersón, para verificar quién vivía allí.
"No entraron a la casa, pero aun así daba miedo. Ahora ni siquiera camino con mi teléfono", indicó a través de una aplicación de mensajería.
Temor a ser movilizados
El autoproclamado referendo trae consigo una nueva amenaza para la población local: la movilización.
Muchos hombres podrían ser reclutados para luchar en las filas del ejército ruso.
Los soldados rusos ya están yendo de casa en casa en algunas aldeas y anotando los nombres de los habitantes masculinos, señalan los residentes locales.
Afirman que los soldados les han dicho que estén listos para un llamado a filas después del referendo.
Según los informes, a los hombres de entre 18 y 35 años ya no se les permite salir de los territorios ocupados.
Iryna se fue el 23 de septiembre, el primer día del llamado referendo, con su marido y sus dos hijos. Querían quedarse para cuidar a su abuela discapacitada de 92 años.
"Pero cuando Putin anunció la convocatoria, [de reservistas] y ya sabíamos sobre el referendo, estaba claro que habría una movilización masiva y los hombres serían detenidos en la calle, independientemente de su edad", dice.
"Podríamos sobrevivir sin gas ni electricidad, podríamos encontrar soluciones para eso. Pero no para esto. Esa era nuestra línea roja", afirma Iryna.
La convocatoria rusa planteará más desafíos para la contraofensiva ucraniana.
Ciertamente intensificará la guerra y morirá más gente, dicen los soldados ucranianos.
"No debemos subestimar a nuestro enemigo", afirma Stus, comandante de los artilleros.
"Esos nuevos soldados rusos reclutados tendrán pistolas y granadas, por lo que supondrán una amenaza, que tendremos que eliminar".
Mientras los artilleros esperan nuevas tareas con su obús escondido en los arbustos, las tropas rusas atacan una aldea ucraniana cercana con misiles Grad. Los artilleros guardan silencio mientras escuchan la serie de explosiones.
Ese sonido aterrador fue solo otro recordatorio de que el éxito de las tropas ucranianas dependerá de qué tan rápido puedan lograr que la artillería rusa y los lanzacohetes se silencien.
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