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San José
Como inquietos periodistas, la nicaragüense-costarricense Lucía Pineda y el venezolano Luis Carlos Díaz siempre quisieron conocer y denunciar los entresijos de los centros de tortura que los regímenes de Nicaragua y de Venezuela operan, respectivamente, en Managua y en Caracas: El Chipote y El Helicoide.
Pineda y Díaz lograron sus metas, pero por otras vías: ambos fueron detenidos como víctimas de la represión política en Nicaragua y en Venezuela, donde el exilio, la cárcel, el cementerio o el silencio son las nuevas opciones para numerosos periodistas, y recluidos en El Chipote y en El Helicoide.
Pineda y su jefe, el periodista nicaragüense Miguel Mora, fueron detenidos el 21 de diciembre anterior en sus puestos de trabajo en las instalaciones del ya clausurado telenoticiero independiente 100% Noticias, en Managua, por orden del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en un allanamiento policial y paramilitar, y acusados de “provocación, proposición y conspiración para cometer actos terroristas”.
Fueron llevados inicialmente a El Chipote, en el contexto de las protestas antigubernamentales que estallaron en abril de 2018 en Nicaragua para exigir la dimisión de Ortega y de su régimen.
Díaz fue detenido en la madrugada del martes anterior en su casa en Caracas, trasladado a El Helicoide —sede de la policía política venezolana— y quedó libre la noche de ese día, pero acusado de instigación para delinquir y sometido a estrictas limitaciones.
En medio de la más grave crisis venezolana en más de 60 años, el régimen del cuestionado presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ligó a Díaz con los apagones que se iniciaron en ese país el jueves anterior y que Caracas atribuyó a sabotajes del gobierno de EU en asociación con la oposición.
Negativo. El saldo de la represión a periodistas y medios de prensa de Nicaragua está en rojo. Sin éxito, EL UNIVERSAL intentó obtener una reacción del gobierno sobre estos hechos. Tras el inicio del conflicto, 66 periodistas nicaragüenses huyeron al exilio, cinco están presos —Pineda, Mora, Edwin Carcaché, Marlon Fonseca y Hansell Vásquez— y uno murió: Ángel Gahona.
“El periodismo en Nicaragua vive su etapa más dramática de los últimos 40 años”, dijo la periodista argentina-nicaragüense Gabriela Selser, directiva de PEN Internacional, asociación mundial de escritores. Al recordar que en 1979, al final de la dictadura de la familia Somoza (1934—1979), los reporteros crearon el “periodismo de catacumbas” y leyeron sus noticias en los atrios de las iglesias, Selser narró que “ahora existen mayores riesgos y amenazas”.
“El gobierno prohibió las manifestaciones opositoras desde septiembre de 2018, si bien el derecho a la libertad de expresión y de movilización está consignado” en la Constitución, afirmó, al advertir que “los pocos medios que han quedado en el país, trabajan con las uñas, bajo asedio y amenazas”.
Creciente.Pese a que Maduro reafirmó su respeto a la libertad de prensa, la captura de Díaz, precedida por al menos 40 arrestos de reporteros y corresponsales nacionales y extranjeros en los últimos meses en Venezuela, confirmó una alerta del Colegio Nacional de Periodistas (CNP) de esa nación: la violencia y el acoso contra periodistas y medios subirá en el país.
“La escalada de amedrentamiento, acoso y violencia a periodistas y trabajadores de los medios de comunicación en Venezuela puede ir en ascenso en los próximos días”, advirtió el CNP. Delvalle Canelón, secretaria general del CNP, lamentó que la violencia contra periodistas y trabajadores de medios “seguirá en ascenso, porque se intenta silenciar la verdad de lo que ocurre en Venezuela”.
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