Los príncipes Harry, hijo menor de Carlos III enemistado con la familia, y Andrés, hermano del rey alejado de la vida pública tras un escándalo sexual, fueron invitados a la coronación del monarca pero sin ningún papel oficial, confirmó el sábado el Palacio.
El duque de Sussex, Harry, y el duque de York, Andrés, ya no son miembros activos de la familia real británica, el primero desde su marcha voluntaria a Estados Unidos con su esposa Meghan en 2020 y el segundo tras caer en desgracia tras a raíz de acusaciones de agresión sexual a una menor hace años.
Ambos participaron en el cortejo fúnebre de la reina Isabel II, fallecida en septiembre, pero esta vez no caminarán detrás de la pareja real en la procesión de regreso al Palacio de Buckingham después de la ceremonia.
Tampoco es probable que aparezcan en el balcón para el tradicional saludo real, aunque el Palacio no precisó quién acompañará a Carlos III y la reina Camila para la ocasión.
Pero incluso sin rol oficial, Harry atraerá sin duda todas las miradas. Su lugar en la Abadía de Westminster dirá mucho sobre el estado de su relación con su padre y quizá incluso con su hermano mayor William, heredero al trono, a quien criticó vivamente en sus memorias "En la sombra", publicadas en enero.
En particular, describió una pelea en 2019, durante la cual William lo habría derribado.
Su presencia en la coronación, confirmada hace sólo unas semanas, será de hecho el primer encuentro de Enrique con su familia desde la publicación de su libro, en el cual critica igualmente a la reina Camila.
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Esto contrastará con el papel de su hermano mayor William que, como heredero al trono, deberá arrodillarse y prometer lealtad al rey durante la ceremonia.
La esposa de Enrique, Meghan, y sus dos hijos, Archie y Lilibet, se quedaron en California y el príncipe tiene previsto regresar allá inmediatamente después de la coronación para celebrar el cuarto cumpleaños del mayor.
Andrés, por su parte, está acostumbrado a mantener un perfil bajo, pues a principios de 2022 la reina Isabel II lo excluyó de las apariciones públicas oficiales y lo privó de sus títulos militares tras las acusaciones de agresión sexual en Estados Unidos a una chica de 17 años, caso que resolvió con un acuerdo económico.
Su aparición poco después del brazo de la reina, acompañándola a la Abadía de Westminster para un servicio en homenaje a su padre, el príncipe Felipe, fallecido el año anterior, suscitó fuertes críticas.
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