La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, anunció sorpresivamente que dejará su cargo en el mes de febrero, tras liderar ese país por casi seis años y en momentos complicados.
"Ya no tengo suficiente (gasolina) en el tanque", dijo la política, de 42 años, quien explicó que en esos años "desafiantes" en el cargo le habían pasado factura y no se ve con fuerzas para presentarse a las elecciones generales que se celebrarán en octubre próximo.
"Espero dejar a los neozelandeses con la convicción de que se puede ser amable pero fuerte, empático pero decidido, optimista pero centrado... de que puedes ser tu propio tipo de líder, uno que sabe cuándo ha llegado el momento de irse", comentó.
La política se convirtió en la jefa de gobierno más joven del mundo cuando fue elegida primera ministra en 2017 a los 37 años. A esa edad tuvo también su primer hijo.
Cuando llevaba menos de 24 horas como líder del Partido Laborista un periodista le había preguntado si creía que una mujer podía tener un bebé y a la vez una carrera profesional de alto nivel.
Ella siempre elogió a su marido, el presentador de televisión Clarke Gayford, por quedarse en la casa cuidando al hijo de la pareja.
"La única razón por la que puedo hacer lo que estoy haciendo es porque mi pareja tiene la capacidad de cuidarlo prácticamente a tiempo completo; así que no quiero parecer una supermujer porque no debemos esperar que las mujeres sean supermujeres", le dijo al diario Financial Times en 2018.
Como madre y primera ministra, Ardern ha gobernado a Nueva Zelanda en momentos complicados, como la pandemia de Covid-19, el tiroteo en una mezquita de Christchurch, o una erupción volcánica en White Island.
"Una cosa es liderar a tu país en tiempos de paz, y otra es guiarlos a través de una crisis", dijo.
"Estos eventos... han sido agotadores debido al peso, su gran peso y su naturaleza. Nunca hubo un momento en el que se sintiera como si solo estuviéramos gobernando".
Las crisis
En marzo de 2019, tuvo que reaccionar ante el atentado de la mezquita de Christchurch que dejaron 51 muertos. En ese momento fue inequívoca al afirmar que el autor de los disparos era un terrorista y subrayó que no representaba al pueblo de Nueva Zelanda.
"Puede que nos hayas elegido a nosotros, pero nosotros te rechazamos y condenamos", le dijo en un discurso al autor de los disparos, al que se negó a nombrar en público para no darle notoriedad.
En los días siguientes se la vio consolando a quienes habían perdido a seres queridos y también anunció un cambio en la legislación sobre armas del país, prohibiendo la venta de todas las armas semiautomáticas y fusiles de asalto con una rapidez que generó preguntas en otros países, incluido Estados Unidos.
En diciembre de ese año se produjo otra tragedia, esta vez la erupción de un volcán en White Island (Whakaari), de propiedad privada, en la que murieron 17 personas, la mayoría turistas australianos y estadounidenses. De nuevo, Ardern se puso al frente del duelo.
Pero en febrero de 2020, el Partido Laborista iba por detrás del Partido Nacional en las encuestas, y los titulares pronosticaban unas elecciones muy reñidas. La popularidad de Jacinda Ardern en el extranjero no se reflejaba en el país, donde algunos se quejaban de que no había cumplido sus promesas electorales, en especial la de mejorar la situación de la pobreza infantil.
Sin embargo, cuando la Covid-19 golpeó al mundo, la rapidez del gobierno para aislar al país permitió que Nueva Zelanda atravesara la pandemia mejor que otras naciones, y Ardern y su partido obtuvieron una aplastante victoria en las elecciones de octubre de 2020.
Pero las consecuencias económicas de esta política de aislamiento y de la pandemia en general dejaron secuelas.
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Repercusiones
Su popularidad en Nueva Zelanda ha descendido hasta nuevos mínimos en los últimos meses, según las encuestas.
En 2022, Ardern atribuyó esta situación al precio que su gobierno había pagado por mantener a la población a salvo del Covid.
Pero su gobierno también lidia con una crisis del costo de la vida, temores nacionales sobre la delincuencia y una acumulación de promesas electorales aplazadas durante la pandemia.
Sin embargo, en su mensaje de renuncia, Ardern ha dicho que no deja el cargo por creer que los laboristas no puedan ganar las elecciones, sino porque cree que sí tienen la posibilidad de hacerlo.
"Necesitamos un nuevo par de hombros para ese desafío", dijo.
Tras el anuncio, las reacciones no se hicieron esperar dentro y fuera de Nueva Zelanda.
El líder opositor, Chris Luxon, agradeció a Ardern lo que ha hecho por el país.
"Ella dio todo lo que tenía a este trabajo tan increíblemente demandante".
En Australia, el rimer ministro australiano, Anthony Albanese, también le rindió homenaje.
"Jacinda ha sido una feroz defensora de Nueva Zelanda, una inspiración para muchos y una gran amiga para mí", escribió en Twitter.
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mcc