Cuando recientemente la Fuerza Aérea de Estados Unidos derribó un globo chino que sobrevolaba su territorio, afirmando que era un objeto de espionaje militar , Pekín se apresuró a declarar que se trataba de un instrumento meteorológico.
Curiosamente, esa fue la misma excusa que Washington usó para encubrir un programa de espionaje con globos aerostáticos que lanzó a mediados de los años 50 sobre China, la Unión Soviética y otros países del bloque comunista.
Sucedió durante una época de extrema desconfianza entre las superpotencias y constantes advertencias en EE.UU. de la amenaza de una inminente invasión por parte de sus adversarios soviéticos.
Por otro lado, acababa de concluir la Guerra de Corea, en la cual había participado la recién creada República Popular de China (RPC), en apoyo a las fuerzas comunistas del norte.
El entonces presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower aprobó las llamadas operaciones negras -sobrevuelos de observación encubiertos- dentro del marco de un programa llamado SENSINT (de las palabras "inteligencia sensible") con el propósito de recopilar información para hacerle frente a un ataque sorpresa soviético.
En cuanto a China, los operativos eran parte de los continuos esfuerzos que realizaba Washington desde 1949 para desestabilizar a la RPC y provocar una contrarrevolución que derrocara al líder comunista Mao Zedong.
Góndolas y cámaras espías
Los operativos incluían sobrevuelos de aviones espía U2 que, si eran derribados, implicaban el riesgo de que el piloto fuera capturado e interrogado (como sucedió con Gary Powers en 1960) además del peligro de una represalia.
Así que se creó el programa administrado conjuntamente con la CIA llamado Genetrix, según los desclasificados Archivos Nacionales. Comprendía el envío de globos acoplados con cámaras de alta resolución que flotaban sobre el territorio enemigo fotografiando posibles arsenales y complejos militares.
Los globos de polietileno fueron manufacturados por la compañía General Mills, conocida en EE.UU. como productora de cereales para el desayuno, según un informe publicado en 2012 por la Oficina de Reconocimiento Nacional del Departamento de Defensa (NRO, por sus siglas en inglés).
Tenían un tamaño aproximado de 60 metros -muy parecido al globo chino que Estados Unidos derribó el sábado pasado- y estaban diseñados para flotar a una altitud de hasta más de 25 mil metros.
De cada globo se suspendía una góndola con varias cámaras del tamaño de neveras. Estas podían rotar, permitiendo una cobertura máxima durante las misiones que podían durar hasta dos semanas.
Los primeros nueve globos -de un total de 512- se lanzaron desde Turquía y la otrora Alemania Occidental en enero de 1956, aprovechando los vientos preponderantes que los llevaran a través de la Unión Soviética, partes de China y hasta el océano Pacífico.
Allí, aviones de transporte militar interceptarían los globos en pleno vuelo, para recuperar las góndolas y el material fotográfico y electrónico que hubiesen recopilado.
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Todo esto se hizo bajo el disimulo de un programa de investigación meteorológica mundial, con la excusa de acumular datos científicos vitales en el marco del Año Geofísico Internacional, según la publicación del NRO.
La publicación señala que el presidente Eisenhower interpretaba el Año Geofísico Internacional como una demostración de la "capacidad de los pueblos de todas las naciones de trabajar conjunta y armónicamente por el bien común".
Pero la Unión Soviética pronto se dio cuenta de la farsa y el Kremlin denunció el programa Genetrix como un ataque a su soberanía.
Enfurecido por la violación de su espacio aéreo, Moscú exhibió las góndolas que había logrado capturar y envió airados comunicados diplomáticos a Washington.
Eso no impidió que el secretario de Estado, John Foster Dulles, asegurara en una rueda de prensa que los datos que se buscaban no tenía ningún carácter militar y que "estamos recopilando una cantidad extraordinaria de nueva y útil información sobre estas corrientes en chorro… son parte de un proyecto de amplio significado mundial".
No obstante, el presidente Eisenhower canceló el programa de los globos espía, más preocupado por la falla de las agencias de inteligencia de desarrollar un plan encubierto efectivo que por la información que dichas misiones pudieran develar, según el análisis de David Haight, archivista de la Biblioteca Presidencial de Eisenhower.
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El proyecto Genetrix tuvo resultados limitados. Según una fuente, unas 45 de las aproximadamente 512 góndolas fueron recuperadas y apenas 32 produjeron fotografías utilizables.
Sin embargo, una única cámara sí aportó algo de inteligencia: sus imágenes mostraron la construcción de un misterioso centro en Siberia que, tras un profundo análisis, resultó ser una fábrica de refinamiento nuclear.
Aunque Eisenhower anunció el fin del programa, la Fuerza Aérea de EE.UU. continuó hasta 1958 con el desarrollo de globos espías, pero sin mucho éxito.
Además, la llegada de la tecnología satelital se encargó de implantar un sistema mucho más efectivo que hoy en día le permite a varios países captar en detalle toda la superficie global.
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