Separada por miles de kilómetros de distancia del foco original en China y con un océano de por medio con el entonces vapuleado sur de Europa, América Latina disponía de algunas ventajas para gestionar la pandemia del nuevo coronavirus.
La región registró oficialmente su primer caso el 26 de febrero y, un mes más tarde, cuando Italia ya superaba los 60 mil contagios y los 6 mil muertos, el país latinoamericano más golpeado era Brasil, con apenas 25 fallecidos.
Ese mes, casi al mismo tiempo que lo hacía España, varios gobiernos de la región como los de Perú, El Salvador, Panamá, Argentina, Chile, Colombia y Venezuela, entre otros, empezaron a aplicar fuertes medidas de distanciamiento social y de restricción de la movilidad de los ciudadanos para evitar los contagios.
Tres meses más tarde, sin embargo, cuando los países en Europa están levantando las limitaciones y comienzan a entrar en la nueva "normalidad", la mayor parte de los países de América Latina no solo están lejos de poder hacer lo mismo sino que se han convertido en el nuevo epicentro de la pandemia.
Entre los 15 países del mundo con mayor número de casos confirmados hay cuatro latinoamericanos: Brasil, Perú, Chile y México, de acuerdo con cifras de la Universidad John Hopkins de EU actualizadas al 17 de junio.
El incremento de nuevos contagios, de hecho, llevó a que durante los últimos días los gobiernos de Chile, Perú y Ecuador a extender nuevamente sus medidas de confinamiento.
Estados como Paraguay, Uruguay y Costa Rica, que registran un número bajo de contagios confirmados y no llegan a la treintena de muertos, son excepciones a la tendencia general de la región que apunta al alza y aún está lejos del aplanamiento de la curva.
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La mayor parte de los gobiernos de América Latina fueron diligentes en la aplicación de confinamientos forzosos para evitar la propagación del virus.
Sin embargo, para que estas medidas resulten plenamente eficaces deben usarse en el momento adecuado.
"Si en un país no están circulando casos de coronavirus no tiene sentido aislarme porque no voy a lograr nada. Y, al contrario, si espero hasta tener muchos casos circulando en las calles, costará mucho más trabajo contener la propagación cuando ya está disperso", señala Carlos Arturo Álvarez, médico infectólogo y profesor de la Universidad Nacional de Colombia, a BBC Mundo.
El experto afirma que hubo países como Brasil y México que tomaron estas medidas de forma tardía pero que también hubo otros que las quisieron aplicar al mismo tiempo que en Europa, cuando en la región apenas la situación estaba en etapa incipiente.
"Y ahora vuelve a pasar pero al contrario. Se quiere hacer el desconfinamiento como se está haciendo en Europa pensando que estamos en otra etapa de la pandemia y no es así", apunta.
Álvarez subraya que el confinamiento sirvió para reducir el número de contagios en algunos países como Colombia pero que en la medida en la que comienza a levantarse también se produce un aumento de los casos.
Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud, valora positivamente estas acciones preventivas aplicadas en la región, pues considera que durante muchas semanas fueron útiles para evitar que hubiera una explosión de casos como ocurrió en Italia o en Nueva York.
"Estas medidas fueron importantes para evitar la sobrecarga de los servicios de salud y que tuviéramos defunciones por falta de acceso a unidades de terapia intensiva y a ventiladores", dijo en una rueda de prensa en respuesta a una consulta de BBC Mundo.
La fuerza con la que irrumpió el coronavirus en Europa -principalmente en Italia y España- generó un fuerte temor entre muchos latinoamericanos que residían en el Viejo continente, quienes optaron por regresar masivamente a sus países de origen y, en algunos casos, trajeron el virus con ellos.
"Durante la crisis en Europa, muchos peruanos que estudian y trabajan allá regresaron al país, así como lo hicieron después desde Estados Unidos. Allí recibimos la primera ola importante de infectados", explica Eduardo Gatuzzo, profesor emérito de la Universidad Cayetano Heredia de Lima y ex director del Instituto de Medicina Tropical de esa institución.
El especialista afirma que en el caso del coronavirus, las evaluaciones en los aeropuertos no son eficaces pues hay muchos infectados que son asintomáticos pero pueden transmitir el virus.
"Estas personas se reunían con sus familiares y amigos, lo que creó una primera ola de contagios y desde allí pasó a las comunidades", agrega.
Gatuzzo señala que luego, con las medidas de cierre de la economía, también se daría un desplazamiento masivo de personas hacia otras zonas del país, donde hubo gran mortalidad.
Aunque muchos gobiernos latinoamericanos utilizaron los confinamientos para ganar tiempo y tratar de poner a punto sus sistemas de salud -en muchos casos pobremente dotados- se trataba de un objetivo cuesta arriba.
"Hay países que han fortalecido su capacidad hospitalaria y diagnóstica, otros no han podido adaptarse a la velocidad a la que está creciendo el virus. Eso puede suceder en Brasil o México, que creo que no están haciendo la cantidad de pruebas que se esperaría", señala Álvarez.
"En Colombia también ha habido demoras en hacer ampliación de las pruebas de diagnóstico. El problema es que para hacer pruebas moleculares necesitas una infraestructura y el rezago de varios años no se puede superar en unos meses", agrega.
Gatuzzo, por su parte, indica que a la limitación de que en Perú no tenían gran cantidad de pruebas moleculares se sumaba el hecho de que solamente había un laboratorio que podía realizarlas.
"Eso ya lo habíamos criticado cuando la pandemia de H1N1. Teníamos un laboratorio, con pocas pruebas, lo que creó una gran dificultad para diagnosticar la enfermedad", apunta.
En contraste, Álvarez destaca el caso de Chile como un ejemplo positivo en términos de la gran cantidad de pruebas diagnóstico que está realizando, uno de los argumentos que explicaría por qué ese país aparece como el tercero de la región con mayor número de contagios confirmados.
"Una ventaja que tiene Chile es que hacen muchos diagnósticos y, claro, mientras más diagnósticos haces, más casos detectas. El que no hace diagnóstico, no detecta", señala el experto.
En términos de acceso a materiales de laboratorio, respiradores y equipos de protección personal, los expertos destacan que América Latina enfrentaba una dificultad adicional debido a que debe importar estos insumos.
Y, en el contexto de una pandemia global, la región tuvo que competir con países que no solamente disponen de un mayor músculo financiero sino además que tienen el poder -como Estados Unidos- de prohibirle a las empresas fabricantes la exportación de estos bienes.
Mantener a la población bien informada con mensajes claros y coherentes es, según los expertos, un elemento fundamental para que la lucha contra la pandemia funcione.
Sin embargo, al parecer, ese no siempre ha sido el caso.
El doctor Eduardo Gatuzzo, por ejemplo, señala que en Perú había personas que no sabían cómo usar las mascarillas o lo hacían de forma descuidada, por lo que estas no cumplían su función.
Lo mismo vale para las instrucciones relacionadas con la necesidad de guardar distanciamiento social o de evitar aglomeraciones, pues muchas personas seguían haciendo reuniones con sus familiares y amigos.
En otros países, han sido las propias autoridades las que han transmitido un mensaje desacertado.
"En algunos casos se minimizó el virus y se le envió a la población un mensaje equívoco", dice Álvarez en referencia a las declaraciones en las que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, decía que el covid 19 era una "gripecita".
"El mensaje debe ser homogéneo sin maximizar pero tampoco sin minimizar la pandemia. Este virus no es el Ébola pero tampoco es una gripe. Tiene una tasa de letalidad importante, sobre todo en las personas mayores de 70 años", afirma el especialista.
El estado precario de la economía de los países latinoamericanos es para los expertos un elemento central a la hora de explicar por qué en la región las duras medidas de confinamiento no han tenido los mismos resultados que en Europa.
"Estamos experimentando un aumento muy importante de casos en muchos países. Esto probablemente tiene que ver con los retos que enfrentan los países de América Latina con la pobreza, la economía informal y las dificultades para aplicar las medidas de distanciamiento social", dijo Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud, a BBC Mundo.
Carlos Arturo Álvarez señala que las medidas de confinamiento son muy difíciles de cumplir en América Latina.
"Muchos de los empleos son informales y la gente no se puede quedar en su casa a esperar a que les llegue el salario. Al mismo tiempo, los gobiernos de la región no tienen la capacidad para tener una estrategia para sostener económicamente a la población como ocurre en otras partes del mundo.", afirma.
Gatuzzo destaca cómo, paradójicamente, en Perú el pago de una ayuda social a las familias más pobres pudo haber servido para expandir los contagios, pues las personas debían acudir a sucursales bancarias para hacer efectivo el cobro.
El experto considera que los grandes mercados populares también se convirtieron en centros de contagio pues los trabajadores informales -sin ahorros para quedarse en casa- debían salir cada día a trabajar pero también a comprar lo que necesitaban y en esas grandes aglomeraciones se infectaban y luego contagiaban a sus familias.
El problema, claro está, es que para esas poblaciones necesitadas quedarse en casa tampoco era una posibilidad real.
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