Londres alcanzó un nuevo récord de homicidios de adolescentes en 2021 con 30 jóvenes apuñalados, superando el récord anterior de 29 alcanzado en 2008.
El panorama en la capital británica es sombrío: temiendo por su seguridad, cada vez más niños portan cuchillos, dicen los trabajadores comunitarios. Algunos alumnos tienen incluso tanto miedo de ser atacados, que viajan a la escuela en taxi.
Los crímenes violentos en Londres disminuyeron en general, le explicó a la BBC Alex Murray, comandante de la policía metropolitana (Met), cuando se publicaron las estadísticas a fin de año, "pero no para los jóvenes. Nuestro índice de homicidios de jóvenes es trágicamente alto".
En su opinión, el incremento se debe a una combinación de factores: el hecho de que los jóvenes creen que es aceptable portar un cuchillo, el que la gente aliente a través de las redes sociales a "responder peleando", y a la participación de los jóvenes en el tráfico de drogas entre distintos municipios.
"Esas tres cosas probablemente se están mezclando para generar un pico de homidios en la capital", explicó.
Permitir el trabajo de activistas
En charlas recientes entre la policía, trabajadores juveniles y líderes escolares a las que asitió la BBC, la activista comunitaria Tilisha Goupall contó la traumática historia de ver morir a su hermano Jermaine, de 15 años, en el pavimento frente a ella.
Desde su muerte en 2017, ella ha trabajado para tratar de prevenir tragedias similares.
Ella cuenta que cuando le preguntó a un grupo de niños que iban a empezar la secundaria de qué tenían más miedo, "el 100% de ellos, todos niños de primaria, dijeron que de lo que tenían más miedo era de ser apuñalados".
"30 jóvenes murieron el año pasado, eso es una clase entera", le dice Goupall a Jennifer McKiernan, periodista de BBC News.
Para la activista, que creó la Fundación Justicia para Jermaine, la forma de abordar el problema de portar cuchillos es permitir que activistas como ella entren a las escuelas para hablar con los alumnos.
Cree que al contarles a los jóvenes cómo su hermano se desangró hasta morir, ellos podrían relacionarse con la tragedia y así cree que será menos probable que lleven un cuchillo.
"Tratamos de endulzar (lo que ocurre), pero ya están expuestos a todo esto, así que no deberíamos endulzarlo más".
Análisis del corresponsal de la BBC de Asuntos Internos, Tom Symonds
La Policía Metropolitana (Met) abrió 122 investigaciones por asesinato en Londres en 2021, de las cuales 79 son apuñalamientos.
Los delitos violentos han disminuido en general, pero no cuando se trata de jóvenes menores de 18 años en Londres.
Para entender por qué está sucediendo esto, el gobierno decidió en agosto aumentar el número de "revisiones de casos graves" de casos de asesinato y homicidio involuntario, especialmente en la capital británica.
Aún no se han publicado resultados, pero hay problemas bien conocidos y nuevos desarrollos.
La policía dice que los desacuerdos entre las personas en las redes sociales resultan en violencia en la vida real.
También culpan a la tendencia de la venta de drogas por parte de pandillas en las fronteras de los municipios que se dirigen a jóvenes vulnerables para involucrarlos en el comercio de drogas.
Sin embargo, estas son tendencias que se se ven desde hace años y no explican necesariamente el aumento reciente (de la cifra de jóvenes asesinados).
Los confinamientos por la pandemia de covid, el cierre de los servicios para la juventud y el hecho de que los jóvenes no hayan asistido a la escuela pueden ser factores más relevantes que han agregado un caos adicional a las vidas problemáticas de los jóvenes, aumentando su riesgo de verse involucrados en situaciones violentas.
La calle en las escuelas
Uno de los presentes en las charlas en Croydon, un municipio del sur de Londres donde cinco adolescentes fueron asesinados a puñaladas el año pasado, es Saqib Chaudhri, director de la Academia Oasis.
Durante mucho tiempo se ha mostrado renuente a permitir que los activistas entren en su institución, pero dice haber cambiado de opinión tras la muerte de dos de sus alumnos en 2021, porque actualmente se siente "impotente".
"[Anteriormente] me negaba a permitir que las calles de Croydon entraran en mis corredores porque quería que estos se sintieran como un espacio seguro", dice.
"Ahora lo veo de manera diferente, estoy pensando en cómo puedo hacer que las calles y la comunidad entren en mi escuela".
"El municipio debe venir a cada escuela en los momentos en que la escuela no puede estar allí".
"Nosotros somos de la comunidad"
Wayne Lindsay, quien también estuvo en la reunión de Croydon, es cofundador de P4YE, un grupo que apoya a jóvenes y familias en el sur de Londres.
Él explica que muchos niños sentían que podían ser atacados solo por estar en el "barrio incorrecto" y que conocía varias academias que pedían taxis y minibuses para los estudiantes que tenían demasiado miedo de caminar o tomar el autobús a la escuela.
"Es desgarrador porque esto se ha vuelto cada vez más común", dice. "Lo escucho todo el tiempo".
Sin embargo, Lindsay cuenta que su organización tenía dificultad para acceder a las aulas para hablar con estos niños de alto riesgo, a pesar de que la posesión de cuchillos es un problema en "todas las escuelas".
"Perdí a mi primo hace dos años, así que me gustaría poder ir y apoyar a las escuelas; la policía puede ir muy fácilmente, pero tener gente de la comunidad como nosotros es lo que hace la mayor diferencia", sostiene.
"Nosotros sentimos el impacto en la comunidad, y algunos de los maestros no son necesariamente de la comunidad en la que enseñan, por lo que a veces no ven el problema".
Cambio urgente
Unidos por un sentimiento de desesperación, los maestros, los trabajadores comunitarios -y, significativamente, también los policías presentes en la reunión- parecen coincidir en la necesidad de un cambio de rumbo.
Craig Knight, inspector en jefe de la policía, dice que, en lo que a él respecta, los activistas están "empujando una puerta abierta" para trabajar con jóvenes escolares, porque "tenemos que hacer más".
Su colega, la inspectora Kathy Morteo, cree que la policía ya no debería estar "frente a niños que no necesariamente se parecen a ellos, tratando de decirles lo que deben y no deben hacer".
Y, como sostiene Kinght, la necesidad de cambio es urgente.
"En mi opinión personal, creo que la policía no está haciendo nada más que poner una tapa sobre lo que es un caldero hirviendo", dice.
"Tenemos que entenderlo mejor para poder bajarle el fuego a ese caldero".
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