anunció este viernes un nuevo gobierno después de 13 meses de interminables negociaciones políticas que agravaron una crisis económica sin precedentes que ha sumido a millones de personas en la pobreza.
El jefe de Estado, Michel Aoun, y el primer ministro designado, Najib Mikati, "firmaron el decreto para formar el nuevo gobierno en presencia del jefe del Parlamento Nabih Berri", indicó la presidencia en Twitter.
El nuevo equipo incluye personalidades apolíticas, algunas de ellas con buena reputación, como Firas Abiad, director del hospital estatal Rafic Hariri, que encabeza la lucha contra el coronavirus .
La primera reunión del gobierno de 24 ministros está prevista el lunes a las 11H00 (08H00 GMT), afirmó el secretario general del Consejo de Ministros, Mahmud Makiye.
El país llevaba sin un nuevo gobierno desde la dimisión del gabinete de Hasan Diab, pocos días después de la explosión en el puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020, que causó más de 200 muertos y devastó barrios enteros de la capital.
Desde entonces la crisis económica sin precedentes que atraviesa el país desde el verano de 2019 no ha parado de agravarse. El Banco Mundial la considera una de las peores del mundo desde 1850.
Con una inflación galopante y despidos masivos, 78% de la población libanesa vive por debajo del umbral de pobreza, según la ONU.
Un descenso al infierno: pérdida de valor de la moneda local, restricciones bancarias sin precedentes, supresión gradual de las subvenciones y escasez de combustible y de medicamentos. Además el país pasa parte del tiempo a oscuras desde hace meses, con masivos cortes de corriente.
Los generadores de barrio toman el relevo pero racionan la corriente en los hogares, comercios e instituciones por falta de combustible, muy caro y escaso en un país con escasez de divisas y que suprime las subvenciones a varios productos básicos.
El próximo gobierno tendrá que enfrentarse a múltiples desafíos, como alcanzar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, con el que las negociaciones llevan interrumpidas desde julio de 2020.
Para la comunidad internacional es una etapa esencial para sacar a Líbano de la crisis y desbloquear ayudas.
Desde hace más de un año, la comunidad internacional supedita la ayuda a la formación de un gobierno capaz de luchar contra la corrupción y de llevar a cabo reformas indispensables.
Desde la explosión se ha limitado a aportar ayuda humanitaria de emergencia, sin pasar por las instituciones oficiales.
A finales de julio Aoun encargó a Najib Mikati, ex primer ministro y el hombre más rico del país, la formación de un nuevo gobierno después del fracaso de sus dos predecesores.
El ex primer ministro Saad Hariri tiró la toalla a mediados de julio, tras nueve meses de negociaciones arduas.
Después de dimitir acusó a Irán, el principal partidario del movimiento Hezbolá, de "obstaculizar" la creación de un gobierno reformista. Antes que él, el embajador Mustafá Adib ya había intentado formar un Ejecutivo. En vano.
Pese a las amenazas de sanciones de la Unión Europea (UE) y las advertencias y acusaciones de "obstrucción organizada" de los últimos meses, los dirigentes políticos libaneses seguían sin dar el brazo a torcer.
Al comienzo de agosto, el presidente francés Emmanuel Macron, quien sigue de cerca la situación en Líbano, acusó a la clase dirigente, odiada por el pueblo y que ha sobrevivido a un levantamiento popular en 2019 , de defender a ultranza sus intereses personales en detrimento de los colectivos.
Con una inflación galopante y despidos masivos, 78% de la población libanesa vive por debajo del umbral de pobreza, según la ONU.
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