Miami. La historia de Bill Clinton y Monica Lewinsky puede dividirse en dos partes: una es la del encuentro sexual entre una becaria y un presidente estadounidense en el Salón Oval  de la Casa Blanca; la otra es la razón por la cual, ese “affaire” casi le cuesta la destitución al presidente de Estados Unidos.

La mentira y el silencio

Monica Lewinsky llegó a la Casa Blanca en 1995 como becaria, sin sueldo; se unió al equipo de Leon Panetta, entonces jefe del gabinete presidencial. Clinton era el presidente de Estados Unidos, tras asumir en 1992. Los biógrafos del presidente coinciden en que el romance entre Clinton y Lewinsky comenzó casi de inmediato. La atracción era obvia. 

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Durante más de dos años la becaria Lewinsky y el entonces presidente Clinton llevaron en silencio una relación que ella describía como amorosa, pero que, para él, era simplemente sexual. En 1996, Monica fue reasignada para trabajar en la oficina de Asuntos Públicos del Pentágono. La relación siguió sin temor alguno, aunque ya para entonces había preocupación en el entorno de Clinton


La perdición de la pareja de amantes apareció en escena. Linda Tripp trabajaba en el Pentágono cuando Monica llegó al mismo departamento y de inmediato se hicieron grandes e íntimas amigas. Monica le contó a Tripp toda suerte de detalles sobre sus encuentros con el presidente Clinton, mientras su amiga la grababa a escondidas. 

Dos años después, en 1998, la relación clandestina Lewinsky-Clinton se dio a conocer públicamente.  

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La traición

¿Cómo fue que se destapó el affaire? La respuesta se remonta a 1991, en la época que Bill Clinton gobernaba Arkansas; una mujer llamada Paula Jones lo denunció por acoso sexual. En su escrito, Jones describió que el entonces gobernador Clinton, en la habitación de un hotel de Arkansas, siendo ella empleada estatal, le pidió que se acercara y le practicara sexo oral. Al final la denuncia no prosperó y una jueza federal dio su fallo a favor de Bill Clinton, pero Paula Jones siguió apelando y eso tuvo consecuencias muy serias a la postre. 

Linda Tripp, la confidente de Monica sabía de la denuncia de acoso de Jones y la suerte que había corrido y le molestaba, porque además el presidente Clinton tenía otra denuncia por acoso de una exempleada de la Casa Blanca, llamada Kathleen Willey, la cual tampoco había prosperado. Tripp le comentó a una amiga íntima, Lucianne Goldberg, su pesar sobre las denuncias de acoso contra el presidente y lo que Lewinsky y él estaban viviendo. Goldberg fue quien aconsejó a Tripp para que grabara a escondidas lo que Monica le contaba. Consiguió almacenar alrededor de 20 horas sobre el amorío presidencial. 

Cuando Paula Jones volvió a sacar a la superficie su denuncia de acoso sexual, también en 1998 y por consejo de alguien, sus abogados llamaron a Monica Lewinsky para que denunciara también por acoso al entonces presidente Bill Clinton, pero ella aseguró y firmó una declaración de que no era víctima de acoso y que no tenían ninguna relación íntima. Linda Tripp se molestó de sobremanera y decidió entregarle las 20 horas de grabación a Kenneth Starr, un fiscal especial que en ese momento investigaba otro asunto que tenía que ver con el presidente Clinton.

La mentira se derrumba

El escándalo estalló. El fiscal Starr entró en contacto con el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) para revisar el material grabado. La información se filtró a uno de los primeros blogueros de Internet y la noticia apareció el 17 de enero de 1998 en el ‘Drudge Report’ y tres días después en The Washington Post. El 26 de enero de 1998, la mentira creció a un punto ya insalvable. Aun así, Clinton declaró públicamente y en cadena nacional: “yo no tuve relaciones sexuales con esa mujer, la señorita Lewinsky”.  

Salvo las grabaciones, ninguno de los dos protagonistas de esta historia estaba dispuesto a aceptar nada y menos a hablar al respecto. Hasta que en julio del mismo año, el fiscal Starr ofrece a Lewinsky inmunidad procesal y a cambio ella atestiguaría contra su examante frente al gran jurado. Monica aceptó. La prueba reina que entregó para probar su relación presidencial fue un vestido con muestras de semen de Bill Clinton, el cual había guardado por consejo de su amiga Linda Tripp. Dicha prueba fue contundente a la hora de comparar el ADN. No quedaron dudas. 

En virtud de que el presidente Clinton había negado bajo juramento en el Senado estadounidense haber tenido contacto físico con Monica Lewinsky, fue acusado de perjurio; es decir, jurar en falso, en este caso, para sostener una mentira. Poco importaba la infidelidad, que los estadounidenses no se meten en eso. Pero que haya mentido, en el cargo, fue lo que no se le perdonó. 

Se le abrió juicio político en agosto de 1998 y comenzó un proceso de destitución, algo que no se veía desde 1868 en una presidencia de Estados Unidos.  

El juicio formal inició el 7 de enero de 1999. Sin embargo, este esfuerzo, especialmente republicano, no tuvo éxito, ya que no se juntaron los votos suficientes para destituir de su cargo al presidente. El 12 de febrero fue absuelto. Solo fue multado con 90 mil dólares y se le prohibió por 5 años ejercer su profesión como abogado. 

Clinton libró el desprecio político por sus encuentros sexuales con una becaria 27 años menor que él, pero para Lewinsky se desató el infierno. Sufrió todo tipo de escarnio público a nivel mundial. 

A 25 años de distancia

Cuando pasó la tormenta, no volvió a salir el sol para Mónica, hasta años después. Debido a su inmunidad tenía prohibido hablar sobre los detalles de su caso públicamente. Sin embargo, en 1999 le dio una entrevista a la periodista Barbara Walters que tuvo un ‘rating’ de 70 millones de televidentes. 
 
En 2005 se fue a Londres, Inglaterra a hacer una maestría en su profesión, psicología. Al volver a Estados Unidos nadie la quería contratar. En 2014 decidió tomar las riendas de lo que le sucedió y hablar en primera persona de lo que vivió; varias firmas y medios de comunicación la buscaron. Monica comenzó a liberarse de su pasado, resolviendo también su situación económica. Actualmente lidera varios movimientos a través de las redes digitales y por supuesto se sumó con su voz al movimiento feminista #metoo. 

La otra mujer en los reflectores de la que poco se habló fue la entonces primera dama, Hilary Clinton, quien durante todo el tiempo que duró el escándalo, apoyó a su esposo, primero asegurando que los conservadores estaban detrás de lo que se decía y después simplemente guardando silencio. 

Varios analistas han afirmado que gracias al escándalo de Mónica y su esposo, Hillary comenzó a subir mucho más en la aceptación de los estadounidenses y que gracias al caso Lewinsky ella pudo crecer políticamente y, con los años, conseguir ser una funcionaria de alto rango y candidata a la presidencia de Estados Unidos. 

Linda Tripp escribió un libro narrando su relación confidente con Monica Lewinsky donde da detalles que para algunos críticos evidencian su animadversión hacia Lewinsky. Falleció en 2020 de cáncer linfático. 

Paula Jones aceptó un acuerdo en 1998 para retirar la demanda de acoso contra el presidente Clinton y a cambio recibió la suma de 850 mil dólares.  

Bill Clinton terminó su mandato con más del 70% de aceptación de la ciudadanía estadounidense. Desde que dejó la presidencia se ha mantenido muy activo recaudando fondos, dando discursos y apoyando causas caritativas. Su salud se ha visto desmejorada en varios sentidos, pero continúa adelante, apoyando a su esposa. 

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