Bruselas.- Los franceses están llamados a las urnas para cerrar el ciclo electoral que ha llevado a Emmanuel Macron a permanecer en la silla presidencial por cinco años más.
En esta ocasión los electores deberán definir la Asamblea Nacional, cuya composición es fundamental para que el Jefe de Estado francés pueda hacerse de los instrumentos que le permita afrontar los complejos retos que se presentan en el amanecer de su segundo mandato.
Un resultado adverso para el movimiento de Macron, que busca conservar la mayoría legislativa, podría conducir a una crisis institucional que haría ingobernable el país, advierten expertos.
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“Estas elecciones son cruciales para completar la victoria presidencial de Macron y permitirle llevar a cabo una agenda de reformas en su segundo mandato”, dice a EL UNIVERSAL James Shields, profesor de Política Francesa de la Universidad de Warwick.
“En la elección presidencial , Macron se inclinó tanto a la derecha como a la izquierda, tratando de ampliar su base centrista, frente a la candidata de extrema derecha Marine Le Pen. Ahora enfrenta desafíos de todos los lados, especialmente de la coalición de partidos de izquierda bajo Jean-Luc Mélenchon ”.
Shields sostiene que Macron fue un presidente de centroderecha que decepcionó a los votantes de centroizquierda que lo ayudaron a triunfar hace cinco años.
“Una de las grandes preguntas en estas elecciones es hasta qué punto su partido podrá atraer a los votantes de centroizquierda”, dice el investigador.
En total, los franceses deberán elegir a 577 diputados en un sistema de dos vueltas, es decir, en la primera tanda sólo cantará victoria el candidato que consiga 50% de los votos más uno. De no ser así, el 19 de junio volverán a contener los dos primeros o aquellos que consigan como mínimo 12.5% del padrón electoral inscrito en la circunscripción.
Debido a que cada una de las contiendas distritales es vista como una “mini-elección presidencial”, en la que se presentan desde candidatos disidentes de sus partidos hasta aviadores, personalidades políticas que son enviadas a distritos que no les son familiares en busca de ganar la plaza amparados en la fama y el carisma, es difícil tener un panorama claro sobre el desenlace.
Aunque las agencias especializadas en sondeos ya dan por asentado que en esta nueva edición triunfará el espíritu de la indiferencia. La última encuesta realizada por Ipsos-Sopra Steria para la Fundación Jean Jaures y Le Monde, prevé que la participación sea por debajo de 50%, con posibilidad de registrar un nuevo récord de abstención. En 2017 la participación fue de 59% y 53% en respectivas rondas, una baja histórica. El creciente desinterés de los franceses en las elecciones provoca una mayor incertidumbre sobre el resultado.
“Si la abstención es igual o incluso mayor en estas elecciones, el gran desafío para todos los partidos será sacar el voto de sus bases en unas elecciones en las que las encuestas sugieren un interés público muy bajo, al considerarlas secundarias a las presidenciales de abril”, sostiene Shields.
A diferencia de los comicios que mantuvieron a Macron en el Eliseo, para esta edición hay un factor imprevisto, la formación de una alianza de izquierda entre La Francia Insumisa, la Europa Ecología Los Verdes, el Partido Comunista y el Partido Socialista. No obstante las diferencias ideológicas sobre energía, la agenda internacional y Europa, acordaron no competir entre ellos y presentar candidatos conjuntos.
La izquierda persigue con ésta fórmula un doble objetivo: alterar la futura composición de la Cámara y evitar la autodestrucción, explica a este diario Jean Jacques Kourliandsky, investigador asociado del Instituto Francés de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).
“Fue una negociación en la que el programa fue totalmente secundario, porque hay contradicciones entre unos y otros. Lo importante era tener un solo un candidato”, afirma.
“Una familia política dividida puede desaparecer, no tenían otra perspectiva si querían seguir existiendo”.
Con base a los resultados del voto de los franceses en el exterior, Kourliandsky augura un buen desenlace para la unión que algunos, principalmente seguidores de la Francia Insumisa, comparan con el histórico Frente Popular de 1936 o el programa común de la izquierda en 1972. Con excepción de uno de los 11 distritos disputados, para la segunda vuelta se presenta un candidato presidencial y uno de la denominada Nueva Unión Popular Ecologista y Social (NUPES).
“Esto es más que un sondeo, es una elección real que está anunciando lo que va a pasar el domingo. La única incógnita es ¿Quién va a abstenerse? ¿Qué tipo de elector va abstenerse? Electores del partido presidencial, electores de izquierda, electores de Marine Le Pen o de la derecha tradicional”.
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“Como prácticamente no hay campaña, no hay programa, solo carteles en los sitios oficiales con la foto del candidato con su partido o coalición, es muy difícil entender lo que va a pasar. Porque el nivel de abstención será alto, es un cálculo muy complicado”.
Una encuesta de Ifop-Fiducial muestra que el 63% de los franceses quieren ver la convivencia política al final de las elecciones legislativas de 2022. Esto quiere decir, de ser el caso, que Macron no tendría una mayoría absoluta como en la legislatura anterior, con lo cual estaría obligado a negociar y probablemente nombrar un nuevo Primer Ministro de un partido político opositor.
Los pronósticos por el momento favorecen a Macron. Para tener una mayoría requiere 289 escaños. La coalición encabezada por Macron (Ensemble en francés o Juntos), anda en un rango de entre 275 y 315 escaños, mientas que la unión de izquierda entre 160 y 200.
Quedarían erosionados todos los partidos de derecha y ultraderecha. Los Republicanos están en un margen de entre 30 y 55 diputados, en tanto que los ultras de Marine Le Pen obtendrían de 20 a 55, aunque su asegura que triunfarán en 150 circunscripciones.
“La derecha tradicional y la extrema derecha no van a conseguir un espacio correspondiente al que consiguieron sus candidatos en la elección presidencial”, asegura Kourliandsky.
En cuanto a la izquierda, no prevé que el resultado lleve a la formación de un sólido bloque de oposición al interior del Congreso. Afirma que en teoría van a formar un grupo único, pero en la realidad cada uno va a operar de manera autónoma, ya que la alianza es una de conveniencia.
“Si ganaran la elección, por las contradicciones que hay entre ellos, podría generar colapsos a nivel de gobierno. El pacto fue una medida de urgencia para seguir existiendo, de lo contrario, les hubiera pasado lo mismo que la derecha, estarían en riesgo de desaparecer”, reitera.
El pasado 24 de abril, en segunda vuelta, Macron fue reelecto al vencer a la extrema derecha de Le Pen , que pese a la derrota obtuvo un resultado inédito.
En el Campo de Marte, frente a unos tres mil seguidores, prometió una nueva era. “El resultado me obliga”, dijo Macron en un discurso sin triunfalismos.
Los retos que enfrenta son múltiples: caída del poder de compra, aumento del costo de los energéticos, aliviar la presión en el aparato de salud, revisión de los salarios de los escolares, planificación ecológica, pensión mínima, edad de retiro, reforzamiento de las capacidad financieras y humanas del sistema de justicia, mayor integración de Europa y la crisis en Ucrania.
Shields anticipa tres escenarios probables para la próxima legislatura: Un Gobierno que opera con mayoría absoluta; uno que forma mayoría entre el partido de Macron y sus aliados centristas; o uno que se ve obligado a “cohabitar” con los Republicanos o más ominosamente con la unión de izquierda encabezada por Jean Luc Mélenchon.
“El primer escenario sería un triunfo de Macron; el segundo, una solución viable; el tercero, un desastre que lastraría de entrada a Macron en su ambición de retomar su agenda reformista”, asegura el estudioso.
Kourliandsky no percibe la formación de alianzas, ni la negociación de un acurdo de legislatura. Considera que el mandatario francés buscará trabajar con las fuerzas políticas más moderadas, caso por caso y con base a coincidencias políticas.
Anticipándose a todo tipo de escenarios, Macron adelantó que creará un consejo de consulta con la sociedad civil con la intención de involucrarla en la formulación de políticas. Sería una manera de compensar la ausencia de debate democrático que caracterizó el primer mandato.
“Se ha dado cuenta de que hay que encontrar un espacio de compensación democrática para que la sociedad tenga la posibilidad de expresar lo que espera, sin la necesidad de recurrir a la violencia, como ocurrió con los chalecos amarillos”, dice Kourliandsky.
“Si bien Macron espera conseguir una mayoría absoluta, también ve la necesidad de apoyarse en otros para que la sociedad tenga la posibilidad de entrar en el debate sobre los temas fundamentales”, apunta, insistiendo en que el reto estará en cómo aterrizar lo que en teoría suena muy atractivo.
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