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Antonio Ledezma, el ex alcalde de Caracas que evadió la prisión domiciliaria en la que se encontraba para refugiarse en Madrid, España, advierte que sería “lamentable” que México “cayera en las garras del populismo”.
“Yo creo que sería lamentable que México cayera en las garras del populismo, de la demagogia que ha destruido las instituciones de un país como Venezuela”, dijo el político venezolano en entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL al ser cuestionado sobre las próximas elecciones presidenciales en el país.
Agregó que “desde Venezuela se financia un proyecto geopolítico continental que se le ha llamado ‘socialismo del siglo XXI’, y donde se pretende tener el control de precios, el control de cambio, el asalto al derecho de propiedad, políticas sociales para mantener sobreviviendo a la población en la pobreza y un sistema de educación que no ayuda a que los jóvenes se desarrollen y que hoy sólo pueden esperar un balazo en la cabeza, como ha sucedido con decenas que murieron recientemente en las calles [venezolanas durante las protestas contra el régimen del presidente Nicolás Maduro]”.
En conversación telefónica, Ledezma habla de lo que implicó para él evadir la prisión domiciliaria en la que se encontraba para lograr su liberación: “Todos debemos aportar una cuota de riesgo personal cuando se trata de defender una causa. Por lo tanto, yo no quiero convertirme en un predestinado; nada de eso, simplemente [soy] un venezolano como tantos otros, esos que dieron su vida en la calle”, afirma.
El ex alcalde de la ciudad capital se encontraba en prisión domiciliaria desde febrero de 2016, tras pasar un año en la cárcel acusado por el gobierno de Maduro de participar en un presunto intento de golpe de Estado. El pasado 17 de noviembre escapó, vía Colombia, hacia España.
Al ser cuestionado sobre cómo pudo salir de Venezuela bajo tanta vigilancia, él relata que “más de la mitad del porcentaje era riesgo, pero lo primero que hice —llegado el momento— fue cerrar esa puerta donde viví por más de 30 años, ahí comenzó el riesgo.
“Tomé el ascensor y siempre estaba latente el riesgo. Al irme desplazando tuve que controlar mis latidos del corazón, mi respiración, el temple. Además de haber planificado ya la ruta, los contactos que hubo que hacer para contar con ayuda de todo género [hasta] lograr cruzar el puente que separa el territorio de Venezuela con el de Colombia.
“En todo caso, no me vieron quienes hubieran podido ver y se hicieron de la vista gorda los que tal vez me vieron y me dejaron continuar mi viaje”, describe.
“Después del 31 de julio —cuando el gobierno lo sacó de su casa de manera violenta para regresarlo a prisión y, posteriormente, ponerlo nuevamente en arresto domiciliario—, fue que decidí llevar a cabo mi libertad, porque yo no me fugué, yo me liberé”, asegura con voz determinante.
“No importa dónde te encuentres, aunque sea un campo de concentración, tú haces cálculo para tratar de liberarte y eso está latente en la cabeza de todo preso. Mucho más cuando eres un preso de conciencia, un preso político, como en el caso nuestro”, señala.
Explica que cuando su plan comenzaba a tomar forma le llegó información de que el gobierno de Maduro planeaba incomunicar a los líderes sociales y políticos como él en un lugar conocido como “la tumba”, una cárcel política que maneja el servicio de inteligencia donde se encierra a la gente más de cinco pisos bajo tierra. “Son celdas que tienen encendidas las luces las 24 horas del día, con una baja temperatura, donde están —los detenidos— aislados, por eso le llaman la tumba”, dice.
Por una oposición organizada. Ahora que ha logrado liberarse, el siguiente paso es estructurar una oposición organizada y fuerte porque —asegura— “un pueblo sin organización, sin estrategia, aunque marchen 300 mil, 400 mil, 500 mil personas, nunca van a llegar a ninguna parte”.
“Es fundamental que podamos contar con una dirección política atinada, coherente, que tenga una disciplina, que tenga organización, que tenga estrategias y tácticas según sea el caso”, expone el político.
“Por eso, de una u otra forma, vamos a tratar de impulsar [una oposición organizada] desde el exilio, para hacer una simbiosis, un binomio entre el exilio venezolano y quienes permanecen ahí, dando demostraciones de valentía, de coraje, de capacidad, de fraternidad, de lucha”, declara.
Sobre la fractura en la oposición, que se ha hecho evidente tras las elecciones para gobernadores, cuando una parte legitimó la Asamblea Nacional Constituyente, Ledezma responde: “Lo primero es que no deseo el desánimo”.
“Espero que este escape sea una campana para despertar a mucha gente que pudiera sentirse alicaída o aminorada por las decepciones. No quiero hacer un juicio de valor porque en la medida en que desfiguremos esto le estaríamos haciendo un servicio al gobierno, lo que yo le prometo a la gente es que voy a luchar con intensidad”, asegura.
Señala que “se debe crear una presión de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro para que se dé una negociación donde podamos establecer un gobierno de transición y eso implica la salida de Maduro. Un gobierno de transición que se ocupe de recuperar el Estado de derecho, de restablecer las instituciones, el derecho a la propiedad, garantizar los derechos fundamentales que están consagrados en la Constitución nacional; de reunificar a Venezuela, de iniciar un proceso de reconstrucción, no sólo de las instituciones jurídicas, sino de la economía, de reformular todo el plan del sistema cambiario”.
Ahondando más sobre la oposición, considera que “debe reconvertirse, tiene que haber un proceso de repensamiento de la oposición, tiene que haber una oposición coherente, que asuma un compromiso con la gente y que se deje de lado el personalismo; no quiero caer en detalles —de nombres de opositores—. La gente en Venezuela es mucho más inteligente de lo que uno cree”.
Reconoce que cuando un grupo de la oposición avala la Constituyente es una contradicción. “Incluso aquí [en el extranjero] me lo hace notar la gente, las grandes personalidades de Europa con las que he hablado me dicen que cómo piden ellos que se desconozca la Asamblea de Maduro [cuando] allá [en Venezuela] hacen otra cosa”.
A la comunidad internacional, particularmente la latinoamericana, hace un llamado: “Sigan ayudándonos con la agenda del grupo de Lima, que es muy clara. Ninguna ayuda humanitaria va a resolver la crisis social que hay en Venezuela, va a servir para paliar, pero no va a resolver. También es necesario liberar a todos los presos políticos, en ninguna democracia pueden existir presos políticos”, concluye.