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Madrid. Durante la moción de censura que le dio ayer la presidencia de España, Pedro Sánchez Castejón (Madrid, 1972) volvió al Congreso después de un año y medio para ocupar el mismo curul que tuvo que abandonar tras su forzada dimisión como líder del partido y diputado.
El 2 de octubre de 2016, Sánchez dejó la dirección del PSOE tras sólo dos años en el cargo.
Por el camino fue castigado con los dos peores resultados electorales de la historia del partido y el dudoso honor de ser el único candidato a la investidura para la presidencia de España que se presentó a la votación y no la ganó.
Ante esta ristra de fracasos, sus enemigos en la dirección del PSOE capitanearon un golpe de Estado contra él, lo bautizaron Pedro El Breve y se convirtió en objeto de mofa interna.
Sánchez comenzó entonces una agónica campaña interna para recuperar el liderazgo del partido, recorriendo los pueblos de España en un viejo coche. El intento pareció teñido de patetismo pero, contra todo pronóstico, logró vencer las primarias.
Algo parecido ocurrió en la moción de censura de esta semana. El PSOE se arrastraba en las encuestas y no lograba un hueco en el debate público. Tras la destructiva sentencia sobre el caso Gürtel contra el PP, Sánchez presentó su propuesta para destituir a Rajoy sin haberse asegurado los apoyos pero, surfeando sobre la indignación popular y una serie de carambolas parlamentarias, ayer logró el éxito.
Sus colaboradores dicen que no fue sólo resultado de la fortuna. Definen a Sánchez por su tenacidad y fe en él mismo. Sus numerosos enemigos dentro del PSOE, sin embargo, destacan su inconsistencia. En sus numerosos asaltos al poder, Sánchez ha pasado de acercarse al discurso y hasta a la estética de la izquierda de Podemos, a asociarse con el aire liberal de Ciudadanos, según percibiera que evolucionaban los gustos del votante.
Amigos y enemigos, ahora todos en su partido coinciden en que se han encontrado con una oportunidad histórica. De Sánchez dependerá lograr el repunte del socialismo o terminar de enviarlo a la papelera de la historia.
Este ex jugador de baloncesto y doctor en Economía con experiencia en Europa, ha prometido un gobierno “socialista, paritario y europeísta” que “hará del diálogo su forma de hacer política”.
Lo acompañarán al palacio de La Moncloa su esposa, Begoña Gómez, y sus dos hijas: Ainhoa y Carlota, de 13 y 11 años. Si logra dominar el complicado parlamentario que tiene por delante, podrán permanecer en él hasta 2020. Si no lo consigue, volverá la maldición de Pedro El Breve .