Se ve tranquilo pero en su interior hay una resaca traicionera que arrastra, envuelve y ahoga.
El río Bravo o río Grande, dependiendo de en qué país se está, es un imponente afluente que se extiende por algo más de 3 mil kilómetros y que divide Texas, en Estados Unidos, de cuatro estados en México.
Es también el camino escogido por muchos migrantes indocumentados que, a menudo llevados por la desesperación, se aventuran en el agua con el deseo de tocar suelo estadounidense y empezar una nueva vida.
Eso hizo el salvadoreño Óscar Martínez con su niña de 2 años recién cumplidos y su esposa de 21. Solo esta última sobrevivió.
Sus nombres se conocieron esta semana a propósito de una dramática fotografía que mostraba los cuerpos sin vida de Martínez y su hija en la orilla.
La imagen fue ampliamente difundida y se convirtió en un poderoso símbolo de la tragedia silenciosa de las muertes por ahogamiento de inmigrantes en la frontera.
Al menos 295 personas han perecido en el río Bravo a ambos lados de la frontera desde enero de 2016, según el registro de la Organización para las Migraciones (OIM) de Naciones Unidas.
Del total, 177 cuerpos han sido recuperados en el lado mexicano de la frontera.
Cifras que, según reconoce la propia OIM a BBC Mundo, es probablemente más alta debido a la dificultad de registrar datos de personas que viajan sin documentos y por rutas remotas.
"Los restos de mucha gente nunca son recuperados y las muertes no pueden ser reportadas sistemáticamente a las autoridades o por los medios de comunicación", advierte el ente.
BBC Mundo solicitó a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) cifras sobre muertes totales por ahogamiento de este y años anteriores. La agencia respondió que no tenía "ese conjunto de datos específico disponible".
En México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) le dio a este medio una respuesta similar.
El número calculado por la OIM, de 177 desde 2016, ha sido acumulado en su mayoría con base en reportes de prensa, "porque los datos forenses u oficiales no están disponibles".
Históricamente, la mayoría de migrantes ha muerto por causas como deshidratación o hipotermia en las zonas desérticas y montañosas de la frontera, según cifras de las autoridades de EU.
Desde 2014 , sin embargo, el sector de la frontera donde los agentes estadounidenses han registrado más muertes es el del Valle de río Grande, bordeado principalmente por el afluente.
La autoridad fronteriza estadounidense notifica con regularidad sobre los cuerpos hallados en el agua, pero no ofrece detalles de los casos y a menudo no da a conocer la identidad de los migrantes.
La notoriedad que obtuvo el caso de Óscar Martínez y su hija es una excepción. Hace menos de dos meses, una desgracia similar tuvo lugar en el río, cuando la autoridad fronteriza en Texas encontró el cuerpo sin vida de un bebé de 10 meses. Ni el menor de edad ni los adultos que iban con él fueron identificados públicamente.
"Estamos lidiando con una tragedia sinsentido", expresó sobre el incidente el pasado 2 de mayo el agente de la CBP Raúl Ortiz, quien informó además de la desaparición de tres personas, entre las que estaba otro menor de edad.
Ortiz explicó que el bebé iba a bordo de una balsa de goma con otros 8 migrantes. Las autoridades supieron del hecho cuando el padre del niño, que sí logró llegar a la orilla, fue detenido y avisó que la embarcación se había volcado.
El accidente ocurrió en la sección del río que fluye por la ciudad fronteriza de Eagle Pass, donde los rescates a migrantes que intentar cruzar el afluente ocurren con frecuencia.
"En mayo, cuando pasó, el nivel del agua estaba mucho más elevado e iba más furiosa, debido a la lluvia y por la liberación de agua de la represa La Amistad", le dijo a BBC Mundo Rodolfo Cardona, del departamento de bomberos local.
Pese al peligro que representa la corriente, la profundidad y la presencia de animales como caimanes, Cardona describió haber visto "familias cruzando en piscinas inflables como las que usarías para tu hijo en el patio de la casa".
Aparte del río Bravo, existe también una peligrosa ruta de agua a través de un canal cercano a la frontera en el condado de Imperial, California, en el que también se han ahogado inmigrantes, según un reporte de 2016 de la organización con sede en Washington Police Executive Research Forum.
Tanto Cardona como otros agentes federales que patrullan la frontera han reportado una presencia más frecuente de mujeres y niños en el río, algo que no era tan común en años anteriores.
"Estamos viendo a niños cada vez más pequeños. Tratar de cruzar el río con tu bebé de 2 meses amarrado a tu pecho o en tu espalda no es sencillo", declaró este mes a The New York Times el agente de CBP en el sector de Eagle Pass, Bryan Kemmett.
El diario reportó que, desde octubre de 2018, la Patrulla Fronteriza ha rescatado a al menos 315 migrantes en un tramo de 336 kilómetros del río Bravo, en comparación con 12 migrantes en el mismo periodo del año fiscal anterior (que empezó en octubre de 2016).
La OIM, por su parte, registró 54 ahogamientos en lo que va de año a ambos lados de la frontera; 37 en México y 17 en EU.
Pese a que las muertes de migrantes que entran en EU caminando han sido generalmente más numerosas, existe el temor de que cada vez más familias se arriesguen a atravesar el peligroso torrente.
Las autoridades fronterizas han registrado un incremento sostenido en el número de detenciones de inmigrantes indocumentados este año, especialmente familias con niños provenientes de Centroamérica.
El endurecimiento en la política migratoria por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, buscaba disminuir el flujo. Pero hay quienes opinan que ha logrado justo lo contrario.
Una política llamada metering implementada por su gobierno el año pasado es señalada por expertos como una causa directa del aumento en los cruces ilegales.
Este sistema limita el número de personas que pueden ser procesadas como solicitantes de asilo diariamente. La consecuencia han sido largas filas de migrantes que esperan en refugios mexicanos a ser atendidos.
"La espera es tan larga que tiene más sentido cruzar sin documentos por el río u otra vía", le dijo a BBC Mundo Adam Isacson, analista de seguridad regional de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA, por sus siglas en inglés).
"Estos inmigrantes no están intentando evitar su detención. No están recorriendo el desierto durante días. Quieren tocar territorio estadounidense para entregarse a los agentes fronterizos y pedir asilo", añadió.
Sobre los riesgos, Isacson agregó que "lo que (los migrantes) enfrentan en la frontera no es peor que lo que viven en sus ciudades de origen, donde pueden ser reclutados por pandillas".
La autoridad fronteriza estadounidense, sin embargo, culpa a los contrabandistas de personas o coyotes de promover la migración ilegal y poner en riesgo las vidas de los inmigrantes.
El presidente Trump, por su parte, acusa a los políticos opositores, los demócratas, de no apoyar sus políticas fronterizas y de con ello ocasionar la crisis en la frontera sur.
"Es lo que he estado diciendo... si ellos (los demócratas) arreglaran las leyes, esto no pasaría", dijo en días recientes.
El mandatario propuso su plan migratorio el pasado mayo, en el que, entre otras cosas, plantea juzgar a los inmigrantes por sus cualificaciones profesionales y restringir las concesiones de asilo.
A principios de este mes, además, México desplegó a miles de efectivos de seguridad a su frontera norte y sur como parte de un acuerdo con la administración de Trump para detener la migración de indocumentados.
Una medida que ha sido criticada pero que, según Washington, contribuirá a disminuir los ingresos irregulares a su país.
Mientras tanto y lejos de la Casa Blanca, las aguas del río Bravo siguen representando esperanza y tragedia para muchos.
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