Miami.— En un país profundamente dividido, el fallo de la respecto a la inmunidad del virtual candidato presidencial republicano Donald Trump no sólo “reestructura la institución de la presidencia”, como dijo la jueza Sonia Sotomayor, sino que cambia, en general, la forma como funciona el sistema de contrapesos en el país.

La Corte Suprema determinó que Trump goza de inmunidad para los actos oficiales realizados durante su presidencia, tales actos incluirían, por ejemplo, las comunicaciones que tuvo con funcionarios de Georgia para tratar de revertir los resultados electorales de 2020 a su favor; sus conversaciones con funcionarios del Departamento de Justicia sobre las acusaciones de fraude electoral; sus intentos de presionar al entonces vicepresidente, Mike Pence, para que rechazara certificar el triunfo de Joe Biden. Incluso su arenga a la multitud que invadió el , el 6 de enero de 2021, para impedir que el Congreso certificara la victoria del demócrata, podría caer en actos oficiales. De ser así, los casos en contra de Trump pueden venirse abajo.

Por lo pronto, la Corte Suprema le da un respiro a Trump, al provocar, con su fallo que los juicios se retrasen más allá de las elecciones de noviembre, al evitar que se conviertan en motivo de deserción de parte de sus votantes y dándole la posibilidad de que, incluso si es declarado culpable, pueda autoperdonarse, si regresa a la Casa Blanca.

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“Esta Corte Suprema dejó de ser solamente conservadora; se ha convertido en una Corte republicana”, dice a EL UNIVERSAL el analista político Hernán Molina. “Con esta resolución mostraron que la independencia que la Corte tenía ha quedado en el pasado y ahora es una Corte partidaria”.

El propio Trump se garantizó, durante su administración (2017- 2021), una Corte “a modo”, al designar jueces conservadores que inclinaron la balanza seis a tres.

De esta manera, cuando el presidente de Estados Unidos, Biden, se sentía por demás fortalecido, antes del debate presidencial del 27 de junio y después de sus dos últimas ordenes ejecutivas restringiendo las solicitudes de asilo en la frontera y abriendo un camino a la residencia para decenas de miles de indocumentados casados con estadounidenses, “hoy el candidato demócrata a la presidencia no sólo fue derrotado en el pasado debate, también lo está venciendo la Corte Suprema”, señala el analista.

No es sólo esta decisión. El Supremo acumula una serie de fallos, polémicos a cual más de ellos, empezando por el del aborto para poner fin a Roe vs. Wade.

Sin embargo, en las últimas semanas, la situación ha ido de menos a más, culminando con esta victoria para Trump.

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La Corte Suprema acotó los alcances de la ley federal sobre soborno, hizo más difícil acusar de obstrucción a los acusados por el asalto al Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021 y limitó el poder regulatorio del gobierno en materia de medio ambiente, emisiones y otras cuestiones vinculadas con el cambio climático y el calentamiento global. Como si el mismo Trump hubiera dictado las decisiones.

“La relación entre el presidente y el pueblo al que sirve ha cambiado irrevocablemente. En cada uso del poder oficial, el presidente es ahora un rey por encima de la ley”, advirtió la jueza Sotomayor.

Lawrence Tribe, profesor emérito de Derecho Constitucional en Harvard, advirtió que la decisión de la Corte podría “poner en peligro la democracia estadounidense”. Destacó que otorgar inmunidad a un expresidente por sus actos oficiales “crea un riesgo de abuso de poder, permitiendo que un presidente en funciones actúe sin temor a repercusiones legales”. También expresó su preocupación de que esta decisión pueda ser utilizada para proteger actividades criminales bajo el pretexto de ser actos oficiales.

Biden lo puso así, en su reacción al fallo del Supremo: “En la práctica, la decisión de hoy significa casi con toda seguridad que no hay límites a lo que un presidente puede hacer. Este es un principio fundamentalmente nuevo, y es un precedente peligroso”.

“A largo plazo (...) va a ser muy difícil de revertir, sobre todo porque varios de los supremos en el ala suprema de la Corte son muy jóvenes, van a estar ahí por décadas y es malo” para Estados Unidos, señala Molina. “No se han abstraído de su opinión política y han mostrado con quién están alineados. No les interesa el país; ellos están con el Partido Republicano y con un candidato como Trump”.

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John G. Roberts Jr., presidente del máximo tribunal, defendió la decisión. “El presidente no puede ser procesado por ejercer sus poderes constitucionales fundamentales y tiene derecho, como mínimo, a una presunta inmunidad judicial por todos sus actos oficiales”.

Erwin Chemerinsky, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de California, en Berkeley, manifestó sus preocupaciones sobre las implicaciones a largo plazo, al señalar que podría establecer un precedente peligroso. Chemerinsky advirtió que “la decisión de conceder a los expresidentes inmunidad penal da nueva forma a la institución de la presidencia y podría incentivar a futuros presidentes a cometer actos ilícitos sin temor a sufrir repercusiones legales”.

Después de darse a conocer la votación sobre la inmunidad de un expresidente que ganó 6 a 3, Sotomayor advirtió que es una decisión que va en mala dirección. “La decisión de hoy de conceder a los expresidentes inmunidad penal da nueva forma a la institución de la presidencia”, dijo Sotomayor. “Se burla del principio, fundacional de nuestra Constitución y sistema de gobierno, de que ningún hombre está por encima de la ley”.

Pero Sotomayor fue más lejos al recordarles y al advertir que “el presidente de Estados Unidos es la persona más poderosa del país y posiblemente del mundo. Cuando utilice sus poderes oficiales de cualquier forma, según el razonamiento de la mayoría, ahora estará protegido del enjuiciamiento penal”.

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Aziz Huq, profesor de Derecho en la Universidad de Chicago, criticó duramente la decisión de la Corte Suprema, al describirla como “extraordinaria e impropia”.

Argumentó que “no hay una base constitucional sólida ni precedentes para la afirmación de una inmunidad para expresidentes”.

Además, señaló que la decisión podría permitir a Trump retrasar significativamente su juicio federal por intentar revertir las elecciones de 2020 hasta después de las elecciones de noviembre, algo que considera un trato especial injustificado comparado con otros acusados criminales.

A raíz de esta declaración de la Corte Suprema, los abogados defensores de Trump están pidiendo al tribunal en Nueva York, donde se lleva el caso de falsificación contable agravada por el pago de 130 mil dólares a la actriz porno Stormy Daniels, que anule el veredicto de culpabilidad emitido contra el exmandatario el pasado 30 de mayo, debido a que la defensa incluyó en su argumentación “actos oficiales” que, bajo la consideración del Supremo, no son sujetos de juicio.

El juez Juan Mechán aprobó, por lo pronto, posponer la sentencia al 18 de septiembre, mientras se considera la moción de la defensa.

La Corte Suprema también ha influido en los desafíos legales respecto a la elegibilidad de Trump para postularse a la presidencia bajo la decimocuarta Enmienda, la cual establece que ningún ciudadano estadounidense que hubiera participado, apoyado o alentado un acto de insurrección contra el gobierno federal puede postularse a ningún cargo público. Casos en Colorado y Maine que descalificaban a Trump bajo esta enmienda fueron apelados, pero la Corte Suprema reveló que por ningún motivo se iba a excluir a Trump de ninguna boleta electoral en los estados de la Unión Americana y sus territorios. Esto ha permitido a Trump continuar su campaña sin mayores contratiempos.

Amenaza sobre el Legislativo

El riesgo para Estados Unidos no se limita a tener una Corte Suprema que ya ha sido calificada de “Trumpista”: en las elecciones de noviembre estarán también en juego 33 escaños —10 en poder actual de los republicanos y 19 en manos demócratas, además de cuatro independientes, que se suman a las decisiones demócratas—. De acuerdo con las proyecciones de medios como The Hill, si las elecciones fueran hoy, el control de la Cámara Alta pasaría a manos republicanas, 52 contra 48.

Los demócratas buscan recuperar el control de la Cámara de Representantes, pero la proyección de The Hill —y la de otros medios— tampoco les da muchas esperanzas: los republicanos retendrían la mayoría, quedando con 222 escaños, contra 213 demócratas. Todo, impulsado por el fenómeno Trump y la debilidad del presidente Biden, cuyo desastroso desempeño en el debate del 27 de mayo catapultó al republicano, que hoy aventaja por seis puntos porcentuales, después de haber estado en empate técnico.

Con el Supremo convertido en un contrapeso perdido, y la posibilidad de que el restante, el legislativo, también se pierda si los republicanos, subidos a la ola Trump, recuperan el Senado y mantienen la mayoría en la Cámara Baja, ¿se podrá seguir hablando de democracia en EU? Si no es así, ¿en qué se convertirá?

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