Madrid.- Luego de cuatro temporadas de lluvias fallidas, la hambruna se cierne sobre algunos países del Cuerno de África y la franja del Sahel, donde los prolongados meses de sequía han arrasado cultivos y pastizales, mermando dramáticamente las cabezas de ganado y obligando a decenas de miles de personas a abandonar sus hogares en busca de agua y alimentos.

Los últimos pronósticos estacionales de la Organización Meteorológica Mundial ( OMM ), indican que son muy altas las probabilidades de que la próxima temporada de lluvias de octubre a diciembre también sea insuficiente, lo que devastaría aún más los medios de vida tradicionales, provocando un fuerte aumento de la inseguridad alimentaria, hídrica y nutricional y obligando a desplazamientos masivos de la población afectada. Algo inédito en los últimos 40 años.

“Si estos pronósticos se materializan, la emergencia humanitaria en la región, de por sí grave, se agravará aún más”, advirtió Naciones Unidas tras enfatizar que la última temporada de lluvias en la zona (marzo, abril y mayo), ha sido la más seca registrada hasta la fecha.

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Una sola temporada de lluvias fallida puede causar dificultades, dos seguidas pueden crear hambrunas, advierte National Geographic.

Como consecuencia sobre todo del cambio climático, la sequía extrema es generalizada y persistente en la zona, y afecta sobre todo a Somalia, las tierras áridas y semiáridas de Kenia, y las zonas de pastoreo de Etiopía, que reciben escasas precipitaciones, por lo que casi 17 millones de personas enfrentan actualmente una inseguridad alimentaria aguda alta. Según la ONU, esta cifra podría ascender a 20 millones en el próximo mes de septiembre.

En Somalia, los análisis llevados a cabo recientemente revelaron una amenaza de hambruna e indicaron que más de 80 mil personas sufren ya hambre extrema, lo que es un presagio de desastre.

Etiopía, Somalia y Kenia también registraron en el primer trimestre del año índices significativamente más altos de niños con desnutrición grave que fueron ingresados en hospitales para recibir tratamiento.

“Esta sequía está acabando con todo poco a poco. Primero acabó con la tierra y los pastos y luego con los animales que se fueron debilitando poco a poco hasta que murieron. Dentro de poco acabará con la gente. La gente padece gripe, diarrea y sarampión. Si no consiguen alimentos, agua potable y medicinas, acabarán muriendo como sus animales”, relata Mahmoud Geedi Ciroobay, uno de los pastores somalíes afectados por la sequía extrema, en un testimonio recabado por la organización humanitaria Oxfam Intermón.

“Nos hemos tenido que trasladar cuatro veces en los últimos cuatro meses. Intentamos seguir a la lluvia a aquellos lugares en los que supuestamente va a caer. Pero no lo hace. Si no empieza a llover, no vamos a sobrevivir”, relata por su parte Farhia Mohamad Geedi, de 25 años, que se ha desplazado junto a su hija de cuatro años, su madre y el resto de su familia con la esperanza de encontrar nuevos pastos para los pocos animales a su cargo que lograron sobrevivir a las inclemencias del tiempo.

La ONU estima que 3. 6 millones de cabezas de ganado murieron en Kenia y Etiopía como consecuencia de la última sequía. En las zonas más afectadas de Somalia, uno de cada tres animales ha muerto desde mediados de 2021. La escasez de agua y tierras de pasto está siendo ya fuente de conflictos, sobre todo entre los pastores que viven en zonas apartadas, lo que dificulta cualquier auxilio gubernamental. Los observadores también han constatado la muerte de animales salvajes por falta de agua y comida. En los países más afectados, los felinos están atacando al ganado para poder subsistir, al igual que los búfalos que han invadido las fincas de los campesinos en busca de forraje. También se han reportado casos de personas agredidas por animales que carecen de sustento.

La situación en el cuerno de África Oriental se vuelve aún más grave por el hecho de que se trata de una región acosada por los conflictos locales, con 4. 6 millones de personas refugiadas y casi 11 millones de desplazados internos en toda la región, indica el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

La zozobra alimentaria y la desnutrición aguda se han acentuado debido a un cúmulo de factores que se han sumado a la sequía pertinaz, como las inundaciones extremas, los conflictos y la inseguridad, las plagas de langostas, los desafíos macroeconómicos y la pandemia de COVID-19.

La situación también ha empeorado con la guerra en Ucrania, que ha propiciado el aumento de los precios mundiales de los combustibles, los alimentos y los fertilizantes, alterando las cadenas de abastecimiento, subraya la ONU.

Según Catherine Russell, directora ejecutiva del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), 10 millones de niños de Yibuti, Etiopía, Somalia y Kenia necesitan con urgencia asistencia vital.

Según la funcionaria, la falta de agua potable eleva el riesgo de enfermedades entre los niños, mientras cientos de miles ya no van a la escuela al verse obligados a caminar varias horas al día para encontrar agua y alimento.

“Independientemente de las lluvias entre octubre y diciembre, las condiciones no se recuperarán lo suficientemente rápido como para que la seguridad alimentaria mejore antes de mediados de 2023”, enfatizan organismos como la OMM, el PMA y la filial de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que siguen de cerca la catástrofe medioambiental en el Cuerno de África y el Sahel.

“Es necesaria una rápida intensificación de las acciones inmediatas para salvar vidas y evitar el hambre y la muerte”, advierten los organismos de Naciones Unidas después de reclamar un aumento urgente de la ayuda financiera a la región para mitigar la grave emergencia alimentaria, incluido el riesgo de una nueva hambruna en Somalia.

“En el Sahel occidental, más de 27 millones de personas están en situación de inseguridad alimentaria y 11 millones más podrían sumarse si no se actúa rápidamente. Los países más afectados son Nigeria, Níger, Burkina Faso, Chad y Malí. En el Cuerno de África, los sistemas de gestión y prevención de crisis llevan ya dos años alertando de la degradación de las condiciones después de una sequía prolongada. En la actualidad, 23 millones de personas en Kenia, Etiopía y Somalia se enfrentan al hambre extrema. Los niños y las niñas y las mujeres son especialmente vulnerables en estas situaciones críticas”, señala a EL UNIVERSAL Lourdes Benavides, responsable de seguridad alimentaria de Oxfam Intermón, España.

“El cambio climático no es una amenaza lejana o futura, sino que ya está contribuyendo a exacerbar esta catástrofe, en la que la pobreza, la desnutrición crónica, una gobernanza débil, los conflictos y el cambio climático se han unido para crear una tormenta perfecta”, agrega la responsable de África occidental y central de la organización humanitaria.

África es el continente más impactado por las sequías. Las crisis cíclicas son una característica de la banda semiárida y medioambientalmente frágil que recorre África desde Mauritania hasta Somalia, al Sur del Sahara, y que se conoce como corredor saheliano. En esta zona, los efectos del cambio climático son especialmente dañinos y, según los científicos, el continente será probablemente uno de los más golpeados por el aumento de las temperaturas.

Los impactos de la sequía son ambientales (erosión, incendios, desertificación), económicos (aumentos de precios de los alimentos, pérdida de producción) y sociales (pobreza, lucha por los recursos, tensiones y conflictos). Además, en el caso de África, la vulnerabilidad aumenta debido a otros factores agravantes como la importancia de la agricultura familiar, que alimenta a más de 70% de la población del continente y que depende en gran medida de las lluvias, de las temperaturas y de estaciones ordenadas, o del tipo de ganadería extensiva, agrega la experta de Oxfam.

“A la zona del Sahel, se suman otras regiones del Norte del continente, como Marruecos y Argelia, o del África Austral, como Namibia y Zimbabue, además de algunos países del Sudeste Asiático, Pacífico y América Central. Se estima que para el año 2050 las sequías podrán afectar a más de las tres cuartas partes de la población mundial. Esto probablemente podría llevar a tensiones, hambrunas y grandes pérdidas económicas que nos afectarán a todos. Si no se hace nada, las proyecciones son preocupantes”, advierte la portavoz de la organización que lleva a cabo acciones solidarias en el continente africano.

Se requieren muchos más fondos para responder a estas necesidades humanitarias urgentes producidas por fenómenos como las sequías, ya que desde hace años no se cubre ni siquiera el 50% de la ayuda básica, alerta Naciones Unidas.