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San José. Con temor, la nicaragüense Sheynnis Palacios Cornejo —Miss Universo 2023— se levantó a las 06:55 horas del sábado 30 de junio de 2018 en su casa en Managua y decidió alistarse para acudir ese día a una de las múltiples manifestaciones pacíficas opositoras callejeras en contra del cuestionado régimen gobernante de Nicaragua.
“Me di cuenta de la marcha pero no sabía si ir, tenía miedo de lo que podía pasar”, narró Sheynnis en su cuenta de X (entonces Twitter). La joven venció sus dudas y acudió a sumarse a miles de nicaragüenses para desfilar por las calles de la capital a lanzar consignas en contra del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y de su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, catalogados por los opositores como dictadura dinástica.
Sheynnis desfiló este sábado en la tribuna mundial de Miss Universo en El Salvador y se coronó como la ganadora de 2023 en un escenario totalmente distinto al de aquel día de hace más de cinco años y cuatro meses, que se saldó con la misma receta utilizada por Ortega y Murillo para disolver esa y otras protestas antigubernamentales: la intensa represión policial y paramilitar, a sangre y fuego, en unas jornadas que dejaron unos 325 muertos.
Sheynnis saltó a la fama global en una plataforma de privilegio para atraer las luces de la atención internacional, pero está íntimamente ligada a los reclamos de los nicaragüenses de libertad y democracia para Nicaragua.
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En un país en el que, como Nicaragua, todo tiene connotación política, la victoria de Sheynnis en el certamen que se realizó en El Salvador podría convertir a la joven graduada en 2022 en una universidad de Managua en Comunicación Colectiva en una voz para denunciar la grave situación que viven los nicaragüenses en general, pero las mujeres en particular.
“Siempre está el riesgo de que el régimen tome represalias contra ella y su familia en Nicaragua, sobre todo por el antecedente de que participó en las protestas de 2018”, advirtió la socióloga nicaragüense Elvira Cuadra, directora del (no estatal) Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (CETCAM), de Costa Rica, y exilada en este país.
“La verdad es que su margen de acción es bastante limitado (…) De momento está bajo los términos del contrato que implica ser Miss Universo. No puede involucrarse en actividades políticas mientras ostente el título. Es decir, al menos un año”, dijo Cuadra a EL UNIVERSAL.
“Aun así, siempre hay pequeñas oportunidades, tal como se vio durante la competencia con sus respuestas y algunos elementos simbólicos como los colores azul y blanco o el traje al final del concurso con la capa que simula a la vestimenta de La Purísima, la imagen de la virgen que es celebrada en Nicaragua en diciembre”, explicó.
Pese a que la bandera de Nicaragua es azul y blanco, ambos colores se convirtieron en símbolos inconfundibles de la oposición nicaragüense y de tener una actitud contraria a la poderosa pareja presidencial.
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“La gente dentro de Nicaragua entiende muy bien esos mensajes. Desafortunadamente la oportunidad de hablar explícitamente es limitada”, narró Cuadra, en referencia a la avalancha que Ortega y Murillo lanzaron desde abril de 2018, cuando estallaron las protestas en su contra, para reprimir las libertades de expresión y de prensa.
El multipartidismo fue prácticamente derogado en Nicaragua en los últimos cinco años y las fuerzas adversarias del exguerrillero Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), dominado por Ortega y Murillo, huyeron al exilio, están encarceladas, silenciadas por temor a represalias o se plegaron al régimen como una oposición dócil y obediente y sin ser referente o interlocutor político válido.
Las turbas oficialistas acostumbran enarbolar la bandera de Nicaragua junto a la roja y negro del FSLN. En contraste, portar solo la de Nicaragua se convirtió en un peligro en ese país, porque es sinónimo de respaldo a la oposición y en boleto directo a la cárcel, en una nación con un historial de presidio político que se asentó con fuerza en los últimos cinco años.
Tras seguir atentamente el certamen en El Salvador por televisión este sábado por la noche, centenares de miles de nicaragüenses se lanzaron jubilosos a festejar la hazaña de su compatriota.
“Se tomaron las calles y espacios públicos de varias ciudades para festejar y ondear la bandera azul y blanco”, publicó este domingo Confidencial, un diario digital nicaragüense que opera en el exilio en Costa Rica.
El medio mencionó que, en una conferencia de prensa posterior al concurso, Sheynnis proclamó: “Quiero decirle a todos los nicaragüenses que me están viendo, lo logramos, hicimos historia (...) mi país va a cambiar y se van a abrir muchas puertas”.
Para el bogado nicaragüense Álvaro Leiva, presidente de la (no estatal) Asociación Nicaragüense Para la Defensa de los Derechos Humanos y en el exilio en Costa Rica, “el glamur, las pasarelas y las alfombras rojas no son, definitivamente, los verdaderos escenarios de la vida cotidiana de las mujeres nicaragüenses ni centroamericanas”.
“Lo realmente cierto es que millones de hombres y mujeres nicaragüenses, dentro o fuera de Nicaragua, se llenaron de regocijo, de alegría y revivieron el orgullo nacional, que estaba de capa caída desde hace mucho tiempo. Una pequeña gran luz que hace avizorar la salida del túnel”, dijo Leiva a este diario.
“Sheynnis participó activamente en las protestas ciudadanas de abril de 2018 y yo espero que no se deje manipular e intimidar por los tentáculos mediáticos y represivos de la dictadura Ortega Murillo. El pueblo de Nicaragua ha venido sufriendo mucho durante los últimos cinco años”, recordó
“Este triunfo, aunque parezca nacido de la frivolidad de un concurso de belleza, llena su corazón de alegría y esperanzas en un futuro mejor, libre de dictadura, lleno de libertad y de respeto pleno a los derechos humanos de todos los nicaragüenses”, sentenció.
El periodista nicaragüense Miguel Mendoza, exprisionero político, en el exilio en Estados Unidos y director de 100% Noticias, medio digital de Nicaragua, reveló este domingo que el gobierno de Ortega y Murillo ordenaron el viernes anterior a una aerolínea que “no abordara” a Sheynnis en un vuelo este domingo de San Salvador a Managua.
Pero este sábado en la tarde, “antes del certamen, agentes de Migración llegaron a las oficinas” de la aerolínea “a borrar la orden y a obligarles borrar todos los correos con esta orientación” y permitir el viaje de la joven, precisó. La versión de Mendoza no pudo ser confirmada de manera independiente por EL UNIVERSAL.
El gobierno, que en sus medios digitales fustigó reiteradamente en el pasado a Sheynnis, ahora convocó a los nicaragüenses a acudir al aeropuerto internacional de Managua a darle una bienvenida.
En un comunicado, planteó que Nicaragua “celebra con legítimo orgullo y alegría la coronación de Miss Universo”, alegó que en Sheynnis se reconoció “la gracia, la inteligencia, las luchas cotidianas por la vida buena” y se unió al “justo regocijo” y al “festejo” por alcanzar “ese trono de la hermosura y el talento de nuestras mujeres y nuestras laboriosas y humildades comunidades”.
Felicidad entre zozobra
En X, la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla (2010-2014), describió que “un amigo nicaragüense” le escribió que, este sábado por la noche, el régimen de Ortega y Murillo “no pudo impedir que por primera vez en mucho tiempo la gente cantara en las calles el himno nacional, sacaran la perseguida bandera de Nicaragua y que tocaran las campanas de las iglesias. Un momento de felicidad entre tanta zozobra”.
Mientras la representante nicaragüense “se coronaba en un concurso de belleza”, Nicaragua concretaba su salida de la Organización de Estados Americanos (OEA), “poniendo así una lápida a cualquier esperanza de un pronto retorno a la democracia. ¡Felicidades hermanos nicaragüenses por ese merecido momento de gozo nacional!”, puntualizó Chinchilla.
También en X, el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Silvio Báez, felicitó a Sheynnis. “¡Gracias por hacer brillar en tu belleza el nombre de nuestra patria! ¡Gracias por llevar alegría a nuestro sufrido pueblo! ¡Gracias por hacernos tener esperanza en un futuro más hermoso para nuestro país!”, escribió.
Nicaragua se precipitó, en abril de 2018, en su más grave crisis democrática, institucional y socioeconómica del siglo XXI y en la peor desde el final de una guerra civil, en 1990, y del primer periodo de Ortega como mandatario, de 1985 a 1990, tras comandar el país con un gobierno de facto a partir de 1979 al deponer, por las armas, a la dictadura de la familia Somoza, que gobernó durante 45 años.
El conflicto de 2018 detonó una persecución política en Nicaragua y en una masiva migración irregular al exterior exilio al estallar fuertes protestas callejeras contra Ortega y Murillo, con un movimiento opositor que los acusó de ser una dictadura dinástica violadora de los derechos humanos y exigió democracia, libertad y elecciones libres. Ortega y Murillo rechazaron las denuncias de represión y adujeron que en 2018 frustraron un intento de golpe de Estado terrorista ejecutado por los opositores en asocio con Estados Unidos.
Los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral quedaron progresivamente sometidos a los designios del tándem presidencial a partir de 2007. Las fuerzas militares, policiales y paramilitares son dominadas por el dúo al cobijo de una supuesta revolución socialista aliada a Cuba, Venezuela, Rusia, Irán y China que permitió a la familia Ortega Murillo afianzarse en el autoritarismo y el totalitarismo.
Ortega gobernó de 1979, cuando el FSLN derrocó a la dictadura dinástica de la familia Somoza, de 1934 a 1979, hasta 1990, al perder en las urnas.
Luego de tres derrotas electorales (1990, 1996 y 2001), Ortega ganó en 2006 y recuperó la Presidencia en 2007 y, en procesos calificados interna y externamente como fraudulentos, se reeligió de manera consecutiva en 2011, 2006 y 2021 y podrá gobernar al menos hasta 2027.