San José. – De la Alianza para el Progreso, de 1961, a la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas, de 2022, Estados Unidos apeló en más de 60 años a múltiples fórmulas para tratar de consolidar su poder en América Latina y el Caribe como la zona inmediata de su influencia geopolítica ante la agresiva penetración de amenazantes factores extrarregionales a su seguridad: la Unión Soviética de 1960 a 1991 y China en el siglo XXI.

Más de 61 años después de que, en marzo de 1961, el entonces flamante presidente de EU, el demócrata John F. Kennedy (1917-1963), anunció la primera alianza como plan de ayuda política y socioeconómica para abatir la pobreza y buscar el progreso, otro gobernante demócrata, Joe Biden, proclamó anteanoche una segunda alianza para combatir la miseria y la desigualdad en el continente más desigual del mundo.

Kennedy desplegó su programa para contrarrestar la injerencia en América de la revolución comunista de Cuba, que triunfó en 1959, y en el estruendo de la Guerra Fría por el choque Washington-Moscú (pugna oeste versus este o capitalismo versus comunismo).

Con la primera alianza en marcha, EU impuso en febrero de 1962 el embargo económico total a Cuba por plegarse a los soviéticos, abrazar el marxismo—leninismo y nacionalizar empresas estadounidenses en la isla.

Ahora los gobiernos izquierdistas o comunistas de Cuba, Venezuela y Nicaragua, a los que EU acusó de antidemocráticos para excluirlos de la IX Cumbre de las Américas en Los Ángeles, y mantiene bajo sanción económica, quedarían fuera de la segunda.

Al abrir anteanoche la cita, que concluirá hoy, Biden presentó su proyecto como “nuevo acuerdo histórico” para la recuperación y el crecimiento de la economía del hemisferio.

“Este es otro confite amargo que EU da a América Latina y el Caribe. Más de lo mismo, pero con diferente disfraz”, alegó el abogado y analista político costarricense Pablo Barahona, exembajador de Costa Rica en la Organización de Estados Americanos (OEA).

“Ningún jefe de Estado latinoamericano o caribeño que se precie de sí, y mínimamente asesorado, recibiría buenamente (sin crítica ni reservas), el recicle del mismo chicle insípido por parte de EU, que con diferente nombre ha anunciado exactamente lo mismo, tantas veces y desde hace tanto tiempo”, dijo Barahona a EL UNIVERSAL.

Al subrayar que, “sin verdadero compromiso con el subcontinente” por parte de EU, habrá un “efecto placebo” que servirá solo a “aquellos gobernantes y pueblos que, presa del autoengaño, se traguen ese confite amargo y aplaudan”, explicó que la actitud de Washington “debería movilizarlos al rechazo”.

¿Es el plan de Biden más de lo mismo de hace 61 años? “No veo que el objetivo está siendo del todo claro”, destacó el abogado y politólogo peruano Josef Zielinski, profesor de Ciencias Políticas de la (no estatal) Universidad de Lima, a consulta de este periódico.

“Me parece más una declaración de buenas intenciones, un ánimo finalmente de (…) facilitar un poco más de dinero a la región”, sugirió.

“Si existe buena voluntad de EU y disposición e interés latinoamericano y caribeño de beneficiarse (del plan), tal vez el resultado sea interesante. Lo que han sido las declaraciones, todavía están en el ámbito lírico: no hay nada que se haya concretado. Veamos si se concreta”, puntualizó.

Tras confirmar que a Washington le inquieta que China invierta “muchísimo” en América Latina y el Caribe genera “muchísimas amistades” al amparo del poder económico chino, Zielinski recalcó que “hay un juego político”.

“EU sabe que puede perder hegemonía en la región si le permite a China continuar penetrando económicamente en América Latina con una visión política completamente distinta a la de EU, que hace esto porque ve que sus intereses en la región se pueden ver dañados por la gran presencia china”, describió.

Fracaso

La idea de Kennedy, acogida por la OEA en agosto de 1961, trazó como meta general “mejorar la vida de todos los habitantes del continente” a 10 años y con unos 20 mil millones de dólares otorgados por EU, instancias financieras multilaterales y sector privado.

El objetivo fue establecer gobiernos democráticos, eliminar el analfabetismo de adultos, conseguir una equitativa distribución de ingresos, ejecutar una reforma agraria, fortalecer a la iniciativa privada y apoyar soluciones en educación, salud y vivienda.

Pero la realidad mostró, a inicios de la década de 1970, que en la zona proliferaron los regímenes dictatoriales militares derechistas apoyados por EU y que todas las aspiraciones se quedaron en el papel.

Entre ambas alianzas, EU lanzó la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC), en vigencia desde 1984 para fomentar su influencia en los países centroamericanos y caribeños.

Impulsada por el entonces presidente de EU, Ronald Reagan (1911-2004), republicano y férreo anticomunista, la ICC tuvo un crucial componente geopolítico: enfrentar la profunda crisis militar por la expansión de Cuba desde el decenio de 1970 con guerrillas comunistas en Centroamérica y con pobreza, marginación y dictaduras militares derechistas en Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala.

Los intereses de Cuba en Centroamérica avanzaron con el triunfo en 1979 de la revolución sandinista en Nicaragua, cabeza de playa de Moscú y La Habana para las guerras en El Salvador y Guatemala.

Con la masiva ayudar militar de EU a Centroamérica, Reagan evitó que las guerrillas proCuba ganaran las guerras de Guatemala, de 1960 a 1996, y de El Salvador, de 1980 a 1992. Vía electoral, el sandinismo perdió el poder en 1990 y lo recuperó en 2007.

Pero hoy Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua son bases de la migración irregular y del narcotráfico a EU.

“Iniciativas (como la de Biden) dan la impresión de que América Latina deja de ser un bastión altamente vinculado a EU”, adujo a este diario el historiador y urbanista ecuatoriano Fernando Carrión, académico de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), ente no gubernamental autónomo, en Ecuador.

“Si EU decide recuperar ese espacio habrá que ver cómo y con cuántos recursos. Argentina y México se fueron con sus gobiernos a la izquierda y quizás Brasil y Colombia lo harán (en sus próximos comicios presidenciales): son los cuatro países más grandes”, narró.

“Washington piensa en una alianza con una inversión importante para recuperar terreno perdido. EU se ha rezagado frente a China”, agregó.

Por eso, de Kennedy a Biden y en un hemisferio inestable, las alianzas de 1961 a 2022 marcan el radar de EU.

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