Dos de los líderes religiosos más importantes del mundo se han envuelto en un cruce de palabras y tensiones pocas veces visto en la historia reciente del cristianismo.
¿El motivo?: la guerra en Ucrania.
El papa Francisco, cabeza del catolicismo, pidió al patriarca Cirilo, el equivalente del Sumo Pontífice para la Iglesia ortodoxa rusa, que no se convirtiera en "monaguillo de Putin", por el apoyo que ha brindado a la invasión del Kremlin al país vecino.
Según confirmó Francisco en entrevista con el diario italiano IlCorriere della Sera, en marzo pasado sostuvo una conversación con su par ruso para tratar de que Cirilo, muy cercano a Putin, disuadiera al mandatario ruso de continuar la ofensiva.
"Hablé con él durante 40 minutos a través de Zoom", contó el papa, quien recordó que durante los primeros 20 minutos el patriarca le leyó, papel en mano, "todas las justificaciones de la guerra".
"Escuché y le dije: no entiendo nada de esto. Hermano, no somos sacerdotes de Estado, no podemos usar el lenguaje de la política, sino el de Jesús. El patriarca no puede convertirse en el monaguillo de Putin", aseguró que dijo.
Expertos en temas de la Iglesia aseguran que las palabras de Francisco ha sido el cruce más fuerte que se conozca entre estos líderes religiosos.
En un comunicado, la Iglesia ortodoxa rusa calificó de "lamentable" los comentarios del Papa y añadió que tales expresiones no contribuían a la unidad religiosa.
"Es lamentable que un mes y medio después de la conversación con el patriarca Cirilo, el papa Francisco haya elegido el tono equivocado para transmitir el contenido de la conversación", dijo el Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado Ruso.
"Tales declaraciones no contribuyen a establecer un diálogo constructivo entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa rusa, que es particularmente necesario en este momento", añade el texto.
Encuentro cancelado
El papa reveló también que, tras la conversación, había pedido al ´patriarca cancelar un encuentro que ambos líderes religiosos tenían planeado para junio próximo en Jerusalén.
"Sería nuestro segundo encuentro cara a cara, nada que ver con la guerra. Pero ahora, él también está de acuerdo que no lo tengamos, porque podría ser una señal ambigua", dijo Francisco al diario italiano.
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Varios medios de prensa occidentales reportaron este miércoles que Cirilo estará entre las personas incluidas por Europa en un nuevo paquete de sanciones contra Rusia por la guerra en Ucrania.
Aunque al final la Unión Europea aún puede modificar la lista, sería la primera vez que un líder religioso ruso de la prominencia del patriarca enfrenta sanciones del bloque.
En declaraciones a la agencia estatal TASS, el portavoz de la Iglesia ortodoxa rusa, Vladimir Legoida, cuestionó que Europa planee sancionar a Cirilo, lo que, en su criterio, carece de "sentido común".
"Cuanto más indiscriminadas se vuelven las sanciones, más pierden el sentido común y más difícil se vuelve alcanzar la paz, que es por lo que la Iglesia ortodoxa rusa reza en cada servicio con la bendición de Su Santidad el Patriarca", dijo el vocero.
"Solo aquellos que ignoran por completo la historia de nuestra Iglesia pueden intentar intimidar a su clero y creyentes", agregó.
Desde el comienzo de la guerra, Cirilo se ha mostrado favorable a la misma e incluso ha bendecido tropas y armamentos que ha enviado el Kremlin al país vecino.
En marzo, el patriarca dijo que el conflicto era una "extensión de un choque cultural fundamental entre el mundo ruso en general y los valores liberales occidentales", haciendo eco a discursos anteriores de Putin.
Además de no haber condenado inequívocamente la matanza de personas inocentes en Ucrania ni pedir un alto el fuego, Cirilo llegó a decir en grandes servicios televisados para bendecir a las tropas que la guerra del Kremlin era necesaria para el futuro del cristianismo.
"Lo que está pasando hoy es mucho más importante que la política. Estamos hablando de la salvación humana, a dónde va a parar la humanidad, de qué lado se está respecto a Dios Salvador", dijo.
La religión ortodoxa, prohibida durante la era soviética, ha ganado amplio auge durante el gobierno de Putin y varios expertos en temas religiosos aseguran que el mandatario ruso busca darle el mismo protagonismo que tuvo durante la época zarista.
Un nuevo cisma
El cristianismo ortodoxo es una de las comuniones cristianas más grandes del mundo, después del catolicismo y la Iglesia protestante.
Tiene cerca de 260 millones de seguidores, principalmente en Europa, Rusia y otros países que formaron parte de la antigua Unión Soviética.
De ellos, casi 100 millones siguen al patriarca de Moscú, según datos del Pew Research Center.
Sin embargo, el apoyo de Cirilo a Putin y a la guerra ha comenzado a crear un nuevo cisma entre varias iglesias que tributaban al patriarca.
Numerosos sacerdotes ucranianos han decidido dejar de seguir a la Iglesia rusa tras el inicio de la invasión y, según reportes, muchos creyentes ortodoxos han dejado de orar por el patriarca durante los servicios, lo que se considera como el mayor signo de desobediencia en el mundo ortodoxo.
Datos de la Academia Teológica de Kiev sugieren que más de la mitad de las 12.000 parroquias del Patriarcado de Moscú en Ucrania anunciaron que quieren separarse.
En marzo, la iglesia ortodoxa rusa de Ámsterdam también informó que rompía los lazos con el líder religioso.