“Un avión mágico”. Para muchos, eso fue el Concorde .

Una maravilla tecnológica y un lujo, también. Pero, a nivel comercial, un fiasco. Y su final, marcado por la tragedia.

Este 2 de marzo se cumplen 50 años del primer vuelo del avión supersónico franco-británico Concorde. La ceremonia se realizó con pompa y circunstancia, con más de mil invitados.

La espera había sido larga.

El aparato había sido presentado más de un año atrás, en diciembre de 1967, y la idea nació muchísimo antes, en 1962.

Sin embargo, los problemas comenzaron desde el principio: las dos empresas que se asociaron para el proyecto: British Aircraft Corporation , y Sud-Aviation , ni siquiera podían ponerse de acuerdo sobre el nombre. Los primeros querían que fuera Concord ; los segundos, Concorde. Finalmente, el acuerdo fue que se agregaría la “e”, pero de excelencia, de Europa.

El proyecto era ambicioso: un avión que llegó a viajar a una velocidad máxima crucero de 2 mil 500 kilómetros por hora. Tuvieron que pasar siete años para que se autorizara al Concorde iniciar su servicio comercial. Air France y British Airways serían las aerolíneas que manejarían estos aparatos.

Pero una palabra echó al traste todas las proezas del Concorde : costo. Superaba con creces los ingresos y al final, del centenar de aviones que se esperaba tener por los aires, sólo funcionaron 14 aparatos, de los 20 construidos en Francia y Reino Unido.

Unos cuantos afortunados viajaron en el Concorde: la reina de Inglaterra, Elizabeth Taylor , Elton John , por nombrar algunos famosos. Más allá de la rapidez para llegar a sus destinos -un vuelo París-Nueva York se hacía en tres horas y media, frente a las casi ocho de un vuelo normal-, todo adentro del Concorde era un lujo: champaña, langosta, trufas, salmón ahumado, gallina guineana...

En 2003, cuando el Concorde se acercaba a su fin, un viaje redondo Londres-Nueva York costaba 11 mil 923 euros (13 mil 562 dólares, al cambio actual), cuando un vuelo estándar redondo costaba 6 mil 255 euros (7 mil 116 dólares). De modo que en 27 años, sólo tuvo 2.5 millones de pasajeros y realizó 5 mil vuelos.

El combustible también resultaba muy caro: consumía 25 mil 680 litros de queroseno por hora, contra 4 mil 800 litros por hora de los aviones comerciales convencionales.

Poco a poco, lo que parecía un gran negocio terminó siendo un fracaso. Y un accidente convirtió la leyenda en una tragedia: el 25 de julio de 2000, uno de los Concorde de Air France se estrelló apenas minutos después de haber despegado del aeropuerto Roissy-Charles de Gaulle de París . El saldo, 113 muertos. La causa, escape de queroseno provocado por el estallido de un neumático.

Lo ocurrido aceleró los planes de las aerolíneas de sacar de circulación los Concorde. El último vuelo comercial operado por la compañía francesa se llevó a cabo entre Nueva York y París el 31 de mayo de 2003, en tanto que la británica realizó sus últimos vuelos Londres-Nueva York en octubre de ese mismo año.

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