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Todo empezó alrededor de las 5:00 de la tarde. “Una de las camareras que trabaja en nuestro restaurante salió a la calle y volvió a entrar muy asustada. Ahí nos dimos cuenta de que algo no iba bien”, cuenta Cayetano Zertuche Díaz, de 35 años y originario de Guadalajara, Jalisco.
Zertuche lleva dos años en España y es encargado y copropietario del restaurante Rosa del Raval, en el mercado de La Boquería, uno de los puntos por los que discurrió la carrera asesina del terrorista que el jueves mató a 14 personas en Barcelona.
“Estaba sentado a la mesa con unos amigos en el local de al lado, que también gestiono yo, y escuchamos como disparos. Entonces entró la camarera. Venía gente corriendo por la calle muy asustada”, recuerda.
“Mucha [gente] se escondió aquí. Claro que no tuvimos problema. Estábamos terminando de servir el turno de comida, y el restaurante se llenó entre los clientes y los que entraron. Había unos franceses, con sus maletas, que nos contaron que lo habían visto todo: el ataque con la furgoneta que iba arrollando a la gente por La Rambla, los heridos... Y unas chicas que llegaron tan nerviosas que aseguraban que habían visto armas, no se sabía si de los terroristas o de la propia policía”, comenta el mexicano.
La mezcla de pánico y curiosidad en la que vivieron durante aquellas horas los ocupantes del restaurante no se le olvida a Zertuche.
“Era sobre todo la confusión. Dos guardias urbanos pasaron por la calle y nos dijeron que bajáramos las persianas metálicas del negocio. Oímos por lo menos un par de estampidas de gente que corría por la calle sin parar. Cuando se detuvo todo, al rato volvimos a subir las persianas, y entonces vinieron unos policías encapuchados y armados, entraron al restaurante y lo revisaron de arriba abajo, buscando al sospechoso por todos los rincones. Cuando se marcharon, nos dijeron que volviéramos a bajar las persianas, y así estuvimos esperando aquí dentro unas tres horas”, explica Zertuche sentado en una mesa del restaurante, decorado con manteles de flores y coloridos retratos de los presidentes mexicanos.
Muchos de los testigos de los ataques coinciden en que los mensajes alarmistas en redes sociales contribuyeron a la inquietud. Anuncios de explosiones, tiroteos... Zertuche está de acuerdo en que la información que llegaba por WhatsApp daba más sustos que pistas sobre la realidad.
“Se empezó a difundir que había terroristas atrincherados en un bar turco aquí al lado, además de en otro punto de Barcelona. Eso hizo que la gente se pusiera aún más nerviosa. Algunos lo pasaron muy mal, como dos turistas, una madre y una hija, que ni siquiera habían podido llegar a soltar su equipaje en un hotel de la zona y se quedaron en nuestro restaurante”, recuerda.
Esas imágenes de terror del jueves contrastan con la tranquilidad que exhibía el Rosa del Raval ayer a las 2:00 de la tarde, con la mitad de las mesas llenas de clientes, quienes almorzaban en medio de una animada conversación. “Estamos mejor de lo que yo esperaba. Lo cual me da mucho gusto”, suspira Cayetano satisfecho.
Por la mañana Zertuche había estado en la oficina bancaria frente a donde chocó la camioneta homicida, y encontró que todo funcionaba con normalidad. En pocas horas el barrio parecía haber absorbido el golpe de la noche anterior.
“Me gustó ver a tanta gente y sobre todo a turistas. Esperemos que siga así, con normalidad, y que demostremos que esto no nos afecta”, destaca Cayetano.