¿Cómo logra un ministro de Economía/candidato de un país con una inflación de 148% anual y representando a un gobierno rechazado ganar una elección presidencial?
La respuesta la tiene Sergio Massa, quien la noche del domingo dio la sorpresa y quedó en primer lugar en las elecciones en Argentina, aunque no le bastó para evitar una segunda vuelta, el próximo 19 de noviembre, con el ultraderechista Javier Milei.
¿Qué pasó en Argentina para que el fenómeno Milei se desinflara y Massa ganara adeptos y terminara primero a pesar de la situación económica?
Los expertos lo llaman: la estrategia del miedo. Un miedo que funcionó por dos vías distintas. Por un lado el temor que inspiró el propio Milei con sus propuestas, de dolarizar la economía a liquidar el Banco Central, pasando por liberalizar la compra de armas y hasta la propuesta para que los hombres puedan "renunciar a la paternidad" si no querían tener hijos.
Ese tipo de iniciativas generaron miedo en un sector de la población que consideró las consecuencias que tendría un gobierno así y decidió salir a votar por el candidato que consideró tenía más posibilidades de derrotar a Milei: Sergio Massa.
A este miedo se sumó otro, u otros, infundidos desde la propia campaña de Massa. Su partido, Unión por la Patria, sembró la idea de que la agrupación de Milei, La Libertad Avanza, "viene por todo, viene por tus derechos".
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De acuerdo con el diario argentino La Nación, con esas herramientas en mano y datos concretos, Massa empezó a trabajar sobre la suma de los miedos de su electorado. En el país hay 18.7 millones de personas que reciben dinero del Estado, entre jubilados, pensionados, beneficiarios de planes sociales, pensiones graciables, y dentro de ese universo se encuadran unos 3.8 millones de empleados públicos.
En el sector privado se emplea en la Argentina a unos 6.2 millones de personas. En Aerolíneas Argentinas se editó un video en el que se presentó a Massa como la única opción, advirtiendo que el resto “querría cerrar la línea de bandera”; en los trenes les aseguraron a los pasajeros que sus tarifas se dispararían de 56 a mil 100 pesos en todas las pantallas; y así en cada uno de los rincones del sector público, donde el “aparato” de comunicación funcionó a la perfección.
Aunque el panorama económico con el presidente Alberto Fernández sea sombrío y se achaquen a Massa políticas que no han funcionado del todo bien, los argentinos, señaló La Nación, el peronismo utilizó mensajes directos, que los argentinos pudieran comprender mejor y que se asociaran con su día a día, para atizar miedos.
Consciente de la desesperación y el enojo de los argentinos porque el dinero no alcanza, Massa y su equipo se dedicaron, pasadas las primarias, a adoptar "programas para todos". Massa decretó el reintegro del 21% de las compras en supermercados, sin importar si es un alimento de la canasta básica, un electrodoméstico o un producto suntuario. Postergó el aumento de las tarifas energéticas y de transporte, decretó un bono de 20 mil pesos para desempleados y otro de 94 mil pesos para trabajadores informales; lanzó un alivio fiscal para autónomos; un refuerzo mensual para jubilados; una suma fija para empleados del sector privado; refuerzos en la Tarjeta Alimentar y Potenciar Trabajo, y un nuevo programa Previaje, al que busca convertir en política de Estado.
Anticipando la segunda vuelta
La gente de Massa previó un escenario de segunda vuelta donde será indispensable atraer a los votantes de Juntos x el Cambio, el partido de la derechista Patricia Bullrich. Aunque la lógica indicaría que esos votantes podrían irse con Milei, Massa está luchando hasta el final para impedirlo.
¿Cómo? Pensando en el bolsillo: Con el sueldo de noviembre llegará el nuevo piso para tributar el impuesto a las ganancias. Así, con la liquidación de octubre, dejarán de tener descuento quienes tienen remuneraciones de entre 700.875 (o una cifra mayor, dependiendo de las deducciones por hijos o por gastos que se hayan declarado) y una cifra de aproximadamente 2 millones de pesos. La mejora en el salario de bolsillo para ese segmento de trabajadores será inmediata.
“Me quedo hasta el 10 de diciembre, nunca suelto el timón en medio de una tormenta”, describió Massa con encuestas en mano. Claro está, en economía la magia no existe y, en la medida que el plan de estabilización se posterga, las alarmas son cada vez mayores. “Ahora empieza otra elección y la tenemos mucho más sencilla porque Juntos por el Cambio está afuera de juego y con Milei confrontar es claramente más fácil. Basta con decir lo qué piensa para que la sociedad entienda que es un salto al vacío”, anticipó ayer en modo campaña uno de los dirigentes de La Cámpora que más militó por la presidencia de Massa.
Sin embargo, expertos temen que la burbuja explotará más temprano que tarde, y que los beneficios implementados terminarán siendo insostenibles. La gran pregunta es si le alcanzará a Massa para poder convertirse en el nuevo presidente de Argentina a partir del 10 de diciembre.
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