La Habana.— Banderas rojas, azules y blancas —los colores de Cuba— engalanaron durante esta semana la histórica esquina del cruce de la calle 12 y la avenida 23, en el corazón de La Habana.

“Nos vemos en 23 y 12”, es una vieja costumbre capitalina de convocarse en esa intersección. Se trata de un rincón emblemático de la capital cubana que hoy palpita entre el comercio, el cine y el pasado habanero.

A unos 100 metros al norte del Cementerio de Colón, hace 57 años se registró un momento estelar en la historia revolucionaria.

Tras la derrota que propinaron las fuerzas cubanas a la invasión armada anticastrista por Playa Girón, en Bahía de Cochinos, el entonces primer ministro, Fidel Castro Ruz, cambió la historia.

Allí, en una tarima a un lado del famoso bar habanero de La Pelota —punto fijo de visita bohemia de Castro en su época de estudiante universitario en la década de 1940— y acompañado por la cúpula rebelde revolucionaria de la época, de la que formaba parte el argentino-cubano Ernesto Che Guevara, el comandante encabezó el sepelio de las primeras víctimas del ataque gestado por Estados Unidos desde campamentos y bases en Guatemala y Nicaragua.

Y ahí, en un reto a Washington, el líder de los barbudos rebeldes le anunció un domingo 16 de abril de 1961 al mundo que, por el pueblo, para el pueblo y del pueblo, la revolución que triunfó en 1959, tras una guerra de guerrillas de más de 26 meses, sería socialista, comunista y marxista.

Lejos de aquel momento, los cubanos de hoy están más preocupados por otros menesteres.

Sometido su país a un bloqueo económico que Estados Unidos impuso desde febrero de 1962, y apenas relajado a partir de 2015, para los cubanos la vida es luchar por la sobrevivencia cotidiana en un país que, 57 años después de Girón, acumula carencias de artículos de consumo básico.

“¿El queso? ¿Y eso qué es? Está perdido hace mucho”, soltó una cubana que, aunque fiel revolucionaria, optó por tampoco esconder los vacíos de su país.

Acostumbrados por casi seis décadas a los actos políticos multitudinarios, con el comandante Fidel a la cabeza, los cubanos de 2018 entraron al rito político y partidista blanco, azul y rojo que les remontó a 1961… con o sin queso.

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