Creada como una alternativa a la Coca-Cola y la Pepsi, en un momento en que los productos occidentales eran excesivamente caros, Kofola es ahora muy popular en Eslovaquia y República Checa.
Esta es su historia, contada por un visitante.
Mientras una tercera opción de postre era puesta en la mesa de la cocina frente a cuatro jóvenes que ya estaban suficientemente satisfechos (y demasiado educados como para rechazar un último ofrecimiento), reflexioné sobre la suerte que teníamos mi compañero Marco y yo al visitar Bratislava con amigos que crecieron en esa ciudad.
Marek y Kubo regresaron a su ciudad natal -desde Barcelona y Praga- solo por un tiempo corto, por lo que sus madres estaban felices de alimentarlos, y a sus dos afortunados invitados.
Esa noche nos habíamos atiborrado de los dulces de la infancia de mis amigos: buchtičky se šodó, un pastel de vainilla con solo un toque de ron, y šišky s mákem, unas masas dulces hechas de papa, azúcar, mantequilla y semillas de amapola.
Pero cuando se repartieron botellas de plástico con una bebida oscura y densa, Marco, el conductor designado de la noche, parecía que ya no podía aguantar más.
Esa fue la primera vez que conocí la Kofola.
Aunque parece una cerveza oscura, la Kofola no es una bebida alcohólica.
Su origen se remonta a la segunda mitad del siglo XX, cuando Checoslovaquia era un estado satélite soviético. Creada como una alternativa a la Coca-Cola y la Pepsi, en un momento en que los productos occidentales eran prohibitivos, se convirtió en la bebida nacional favorita de los ahora países independientes, Eslovaquia y República Checa.
El brebaje dulce que forma la base de la Kofola fue inventado a fines de la década de 1950 por Zdeněk Blažek, un científico a quien el Estado le había encargado crear una alternativa a las marcas estadounidenses utilizando ingredientes disponibles en Checoslovaquia.
El resultado fue un jarabe de Kofo, una mezcla de frutas y extractos de hierbas que forma la base de la Kofola.
Algunos recuentos históricos dicen que a Blažek y su equipo se les ocurrió la receta del jarabe de Kofo (que sigue siendo un secreto hasta hoy) cuando experimentaban con los residuos generados por el café tostado, pero aunque Kofola tiene cafeína, estas versiones no están demostradas.
La bebida aún se sirve en la mayoría de los bares y restaurantes de Bratislava, y la compañía que la fabrica cuenta con más de medio millón de seguidores en Facebook, lo que la convierte en una de las marcas checo-eslovacas más populares en la red social.
Cuando los cuatro salimos de la casa de la familia de Marek, y dimos gracias por una noche maravillosa, su madre nos pasó a cada uno una enorme rebanada de pastel de semilla de amapola envuelta en papel de aluminio, y prometimos probar la Kofola en nuestra próxima visita a un pub.
La Kofola se ha vuelto tan popular que existen versiones falsas de la bebida en Eslovaquia.
Linda Metesová, quien ofrece tours gastronómicos de Bratislava, se reía cuando me contó que después de que marcas análogas como Lokálka salieran al mercado, "los pubs de Bratislava pusieron carteles para anunciar que venden la auténtica Kofola".
La mayoría de las personas que participan en sus recorridos turísticos nunca habían oído hablar de Kofola, y mucho menos de Lokálka. Entonces, cuando Linda sale a recorrer, le gusta la idea de que prueben la versión original.
Ha escuchado que muchos dicen que tiene un sabor como a Jägermeister y que se sorprenden al descubrir que no es alcohólica.
Mientras nos alejábamos de la casa de la madre de Marek, reflexioné que la palabra "falsa" no surgió ni una sola vez durante nuestra conversación sobre la bebida.
La Kofola no es percibida como una imitación de la Coca-Cola o la Pepsi, sino más bien como una bebida única que contiene un conjunto de asociaciones nostálgicas que están profundamente arraigadas en las dos culturas.
Para checos y eslovacos, la Kofola ha llegado a representar un período muy específico de su historia compartida.
En un contexto de escasez, la Kofola se hizo popular en Checoslovaquia.
Durante la era soviética, los productos occidentales como Coca-Cola y Pepsi solo estaban disponibles en las tiendas estatales Tuzex de Bratislava a precios muy inflados.
Podían comprarse con cupones producidos por el Estado que eran como boletos de oro para ingresar a un mundo de artículos de lujo que no estaban disponibles para la mayoría.
Aparentemente, había jóvenes locales (conocidas despectivamente como 'chicas Tuzex') que salían con extranjeros que podían comprar esos artículos huesudos.
Incluso los cupones se transaban en el mercado negro durante los años 70 y 80, y se podía escuchar el susurro de los vendedores en las esquinas de Bratislava ofreciendo el producto. En cambio, un vaso frío de Kofola, permitía refrescarse sin ningún escándalo.
Kofola no fue de ninguna manera la única alternativa a las gaseosas estadounidenses detrás de la Cortina de Hierro.
En Alemania Oriental, los consumidores podían elegir entre marcas como Vita Cola, Quick Cola, Kaffee Cola y al menos otras 14.
La República Popular de Polonia tenía su propia variante, Polo Cockta, al igual que la Unión Soviética con una bebida llamada Baikal.
Y en Yugoslavia la Cockta, aún disponible en la actualidad, es saborizada con caramelo y rosa mosqueta.
Sin embargo, el sabor herbal distintivo de la Kofola ha sido clave para su éxito duradero.
Muchas de las otras imitaciones de la época de la Guerra Fría se parecían mucho al producto original, por lo que no lograron competir con los productos originales cuando el comercio se abrió después de la caída de la Unión Soviética.
"Mi madre y su colega lograron comprar una vez una botella cara de Fanta en los años 80", recuerda Metesová.
"Pero después de compartirla, se sintieron decepcionados al descubrir que tenía el mismo sabor que la gaseosa naranja que se vendía en Checoslovaquia".
La Kofola, por otro lado, que es notablemente menos dulce que otras bebidas cola, ofrecía una experiencia refrescante completamente distinta.
Aunque su sabor recuerda un período difícil de la historia checa y eslovaca, la popularidad actual de la Kofola está firmemente arraigada en la nostalgia.
Cuando le pregunté a los locales sobre la Kofola, aparecían sus felices recuerdos de infancia.
"Recuerdo que iba con mi padre al pub y bebía Kofola con los otros niños... Nos sentimos como adultos", cuenta Martin Záhumenský, chef y jurado en el programa MasterChef de Eslovaquia.
Hoy en día, el sabor aromático de la Kofola sigue siendo una apreciada alternativa al sabor azucarado de Coca-Cola o Pepsi, y la demanda de la bebida se extiende más allá de los límites de Europa del Este.
Hay una demanda por el producto entre los checos y eslovacos que viven en el Reino Unido, según Anish Shah, director de Halusky, un proveedor que se especializa en la comida y la bebida de estas dos naciones.
"Inicialmente, comenzamos a vender unas pocas botellas en 2004, cuando estos países se unieron a la Unión Europea. Hoy vendemos tal vez cerca de 3 mil litros al mes".
Si bien la Kofola pretende ser más saludable que las colas convencionales (contiene aproximadamente un 30% menos de azúcar que sus grandes competidores y no incluye entre sus ingredientes al ácido fosfórico), es seguramente la sensación de nostalgia y la lealtad a la marca de sus consumidores, lo que le ayudó a la compañía a sobrevivir cuando los nuevos mercados independientes checos y eslovacos se abrieron a los competidores occidentales en los años 90.
La Kofola ahora está disponible en una variedad de sabores, incluyendo limón y vainilla.
Cuando los cuatro finalmente llegamos al pub para probar la Kofola del barril, era más fría y refrescante que la versión embotellada que probamos anteriormente.
Los vasos gruesos acentuaban el color café oscuro y el sabor herbal era mucho más fuerte.
Esta fue una pequeña degustación de la vida en Bratislava para cuatro jóvenes, dos de los cuales no nacieron aquí, y los otros dos demasiado jóvenes como para recordar cómo eran las cosas cuando Kofola era la única opción.
Lee la historia original en inglés en BBC Travel
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