Bruselas.— Desde la contraofensiva relámpago en la región de Kharkiv, en el este del país, iniciada en septiembre, la dinámica de la guerra favorece al ejército ucraniano.
La clave detrás de la movilización armada que ha obligado a las tropas rusas a reagruparse en retirada hacia las regiones fronterizas tiene que ver con la acelerada modernización de las fuerzas bajo el mando del presidente Volodimir Zelensky.
Las fuerzas ucranianas han logrado fracturar la maquinaria de guerra rusa gracias a factores como la motivación de sus tropas, el apoyo armamentista de los socios de la OTAN, el acceso a inteligencia estratégica y la realización de operaciones integradas con nuevas y viejas tecnologías.
El envío de refacciones, armas y municiones ha sido constante por parte de Estados Unidos y Europa. El viejo arsenal heredado de la época soviética paulatinamente se ha reforzado con material de última generación y equipo abandonado o confiscado a los rusos en retirada.
El diario The Wall Street Journal estimó a principios de mes que Ucrania había confiscado 421 tanques, 445 vehículos de combate, 192 vehículos blindados y 44 lanzacohetes múltiples. El Institute for the World Economy con sede en Kiel, Alemania, reporta que hasta el 3 de octubre, el país había recibido donaciones de 12 países por 252 tanques, 197 obuses de 152/155mm y 39 lanzacohetes múltiples (MRL).
En la práctica, por ejemplo, el despliegue de los Sistemas de Cohetes de Artillería de Alta Movilidad (HIMARS), proporcionados por EU, han permitido golpear depósitos de municiones, puentes y blancos marítimos, interrumpiendo la logística, el reabastecimiento y el apoyo de la marina rusa. También ha sido permanente la capacitación de reclutas ucranianos para el desarrollo de habilidades de combate en trincheras y terrenos urbanos. Instructores militares de ocho países, incluyendo Suecia y Holanda, participan en el programa de adiestramiento en bases militares de Inglaterra. El proyecto fue anunciado el 17 de junio y se fijó como objetivo entrenar cada tres meses a 10 mil soldados enviados por Kiev, incluyendo mujeres. Igualmente ha sido fundamental la transferencia de información en tiempo real sobre las posiciones rusas y sus altos mandos. El uso de información de inteligencia fue esencial para reconquistar en septiembre unos seis mil kilómetros cuadrados, de acuerdo con un reciente análisis publicado por el Center for Strategic and International Studies (CSIS) de Washington y realizado por expertos como Seth Jones.
“Las unidades de inteligencia y operaciones especiales de Ucrania han llevado a cabo acciones de sabotaje contra infraestructura crítica y asesinatos selectivos contra colaboradores y funcionarios gubernamentales instalados por Moscú en partes de Khersón y otras áreas controladas por Rusia”.
El arribo de aeronaves no tripuladas (UAS, por sus siglas en inglés) procedentes de Estados Unidos y Turquía ha sido crucial. Las tropas terrestres han empleado el equipo para recopilar información de inteligencia, reconocer el terreno enemigo, realizar ataques de artillería de larga distancia y ejecutar misiones de interrupción electrónica.
El texto del CSIS sostiene que la innovación ucraniana en el ámbito del uso de UAS puede responder a varios factores, como el talento del personal militar, su disponibilidad para probar nuevos conceptos de operación y la habilidad para asimilar conocimiento de guerras previas, como la del Alto Karabaj, que involucró a Azerbaiyán y Armenia en 2020. Todo apunta que la siguiente fase en la campaña defensiva ucraniana se enfocará en tratar de neutralizar el poderío aéreo ruso, que lejos está de reflejar su superioridad, incluso cuando la capital ucraniana y otras regiones del país han sido testigo de una lluvia de misiles desde el ataque con bomba al puente que conecta la península de Crimea con Rusia.
Pese a la superioridad aérea, las aeronaves rusas no están operando sobre el espacio aéreo ucraniano con la libertad que tuvieron en Siria, en parte por el uso de equipo como el blindado antiaéreo Gepard y los misiles tierra-aire Stinger.
El Ministerio de Defensa de Ucrania informó que hasta el 18 de octubre se habían derribado 268 aviones, 242 helicópteros y mil 276 UAV rusos.
Sin embargo, Ucrania sigue siendo vulnerable desde el espacio aéreo.
El 10 de octubre fueron lanzados por Rusia 84 misiles de crucero, de los cuales 43 impactaron en tierra firme.
El 11 de octubre arribó el primero de cuatro sistemas de defensa aérea SLM IRIS-T prometidos por Alemania. Con un precio de 140 millones por unidad, permitirán que misiles antiaéreos guiados por rayos infrarrojos derriben objetivos en un radio de 40 kilómetros. El resto de las piezas llegará en 2023.
La Casa Blanca anunció que acelera la entrega del sofisticado sistema de defensa aérea NASAMS (National Advanced Surface-to-Air Missile Systems). Dos llegarán pronto y seis más a partir de 2023.
Canadá, Francia, Reino Unido y Holanda han prometido misiles y radares, al tiempo que España contribuirá con cuatro lanzadores Hawk, informó el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la reciente reunión celebrada por los Ministros de Defensa en el cuartel aliado.
Conforme lleguen las aportaciones de Occidente el escudo aéreo ucraniano se verá reforzado, aunque no será uno totalmente impermeabilizado, porque ningún paraguas antimisiles es 100% efectivo, según expertos como el analista de defensa Paul van Hooft, del Centro de Estudios Estratégicos de La Haya.
Explicó al diario holandés NRC que la efectividad de los sistemas depende de dónde se despliegan y hacia qué tipo de objetivos se dirigen, así como también es relevante el conocimiento y entrenamiento.
Rusia cuenta con diversos misiles, cada uno con sus propias características y grados de complejidad ante los sistemas defensivos. Por ejemplo, el Iskander-M viaja a una velocidad sumamente rápida, a 8 mil kilómetros por hora, mientras que el Kalibr, si bien se desplaza más lento, a 800 km, lo hace a una altura de 50 a 100 metros, lo que dificulta ser detectado por los radares. Los drones kamikazes Shahed-136 se desplazan más lento, a 180 km, aunque son más pequeños y versátiles. El derribo de misiles requiere de una reacción en segundos, indica Van Hooft.
El gobierno ucraniano está convencido de que los sistemas avanzados en poder de algunos países occidentales será suficiente para neutralizar el enemigo.
“Una nueva era de defensa aérea ha comenzado. Los IRIS-T de ya están aquí. Se acercan los NASAMS. Este es sólo el comienzo”, afirma el ministro de Defensa de Ucrania, Oleksii Reznikov.
Rusia pretende recuperar la iniciativa movilizando a 300 mil reservistas y posiblemente reabriendo el frente norte. Algunos reportes indican que hay una movilización secreta en Bielorrusia, en donde son capacitados unos 20 mil reservistas rusos.
El papel de Bielorrusia en la invasión de Ucrania tiene dos distintivos. Por un lado, el dictador Alexander Lukashenko apoya al presidente Vladimir Putin, facilitando armas y la libre movilización de sus tropas. Por otro lado, mantiene su ejército fuera del conflicto, que está compuesto por unos 12 mil efectivos.
Diversos think tank han señalado que la amenaza de una nueva invasión por el norte podría tener consecuencias tácticas para Ucrania, pues implicaría reagrupar sus tropas hacia dicho frente. El gobierno ucraniano reforzó con minas la frontera con Bielorrusia luego del fallido intento del ejército ruso de llegar a Kiev al inicio de la campaña bélica.
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