Uno de los huracanes más destructivos de que se tenga memoria en Estados Unidos es Katrina, el cual causó una enorme devastación en Louisiana, particularmente en Nueva Orleans.
Este domingo se cumplen 15 años desde la formación de aquel fenómeno, que dejó a su paso mil 833 muertos, más de 100 mil casas inundadas y daños por 146 mil millones de dólares.
Mario Tama, fotoperiodista de Getty Images, cubrió la tragedia y durante varios años regresó para verificar los avances de la reconstrucción. Lo que vio allí fue “agotamiento, miedo, desesperación, angustia”, dice en entrevista con EL UNIVERSAL.
Fue, además, “la incómoda prueba de que nuestro gobierno es capaz de abandonar a su propio pueblo”. Nueva Orleans, asegura, “es y ha sido históricamente un poderoso ejemplo de desigualdad en Estados Unidos”.
¿Cómo describirías lo que viste en 2005, cuando llegaste a Nueva Orleans?
—Cuando aterricé por primera vez en el aeropuerto de Nueva Orleans vi que ya había algo de caos, la mayoría de los autos de alquiler habían sido rentados y había largas filas de personas esperando para obtener un vehículo.
Más tarde supe que algo así como 25% de los habitantes de Nueva Orleans no tenían acceso a un vehículo en ese momento. Luego, cuando llegué al centro, vi a algunas personas tapando ventanas y preparándose y otras refugiándose en el Superdomo.
Una calle inundada en una de las zonas más golpeadas por Katrina en Nueva Orleans, Louisiana, el 12 de septiembre de 2005.
El Superdomo también se dañó y la gente tuvo que evacuar. ¿Qué viste en los rostros de esas personas que lo perdieron todo?
—Sí, resultó dañado y se quedó sin energía eléctrica, el techo se abrió parcialmente por la tormenta y se produjeron inundaciones alrededor del perímetro. Regresé para intentar entrar y tuve que levantar mis cámaras por encima de mis hombros mientras caminaba por las aguas de la inundación alrededor del Superdomo. Al encontrar una puerta sin llave del Superdomo, la abrí y una ráfaga de aire caliente y pútrido salió del interior. Sólo quedaban unas pocas almas, aquellas que probablemente estaban demasiado cansadas o enfermas para irse. Un rayo de luz atravesó el agujero en el techo de este otrora glorioso estadio de futbol. Una vez que volví a salir a la terraza, al aire libre, lo que vi en las personas que habían evacuado del Superdomo fue agotamiento, miedo, desesperación y angustia. Todos estaban esperando a que llegaran los autobuses para que los ayudaran a salir de la ciudad.
¿Hay alguna foto en particular que consideres que capturó el drama de lo que estaba sucediendo?, ¿sentiste solidaridad?
—No creo que haya una imagen que pueda resumir la historia de Katrina, era demasiado masiva, demasiado compleja, demasiado abrumadora para resumir en una sola foto.
Ciertamente, siento solidaridad y empatía. Viajé en botes con personas evacuadas, recuerdo que en un momento estaba en un bote en Lower Ninth Ward y nos quedamos atascados en algo, casi volcando. Resultó que estábamos atrapados en el techo de una casa.
Creo que en ese momento, mirando hacia el techo a través de las turbias aguas de la inundación, la inmensidad y el horror de la tormenta se volvieron brutalmente evidentes y de alguna manera me uní a la pérdida de la ciudad.
Regresaste a Nueva Orleans en 2007, ¿cuánto cambió la ciudad?
—Para 2007, más residentes habían regresado, pero muchos lugares seguían abandonados y todavía había casas destruidas pudriéndose en el Lower Ninth Ward, pero hubo destellos de esperanza. Uno de ellos fue el regreso de algunos desfiles de Second Line, que son organizados por clubes de apoyo social, por comunidades afroamericanas, y que normalmente se llevan a cabo los domingos en Nueva Orleans. Los desfiles representan una historia de solidaridad, empoderamiento y orgullo cultural dentro de los enclaves afroamericanos de la ciudad.
Cuando hablaste con los residentes, ¿cuál dirías que era su sentimiento?
—A esas alturas de 2007, todos estaban frustrados por la lentitud de la recuperación de la ciudad.
Algunas personas todavía tenían esperanzas, pero muchas estaban consternadas por la situación.
Volviste a Nueva Orleans más veces. ¿Por qué? ¿Cuándo fue la última vez que visitaste esta ciudad? ¿Viste alguna mejora?
—Mis editores de Getty Images y yo pensamos que era importante regresar mucho después de que los camiones de noticias de televisión se hubieran ido a casa.
Al final continué regresando a Nueva Orleans porque sentí una conexión profunda con la ciudad y la gente, y sentí que era importante documentar cada paso en el proceso de recuperación.
Buscamos iluminar la realidad de que la ciudad aún no se había recuperado años después. A menudo visitaba a una pareja, Hazzert y Rita Gillett, que nunca salieron de su casa en Lower Ninth Ward, incluso después de que se ordenaron las evacuaciones.
Eran personas de fe y creían que Dios los cuidaría. Siempre fueron una inspiración, pero al mismo tiempo, fue desgarrador verlos vivir sin electricidad ni gas dos años después de la tormenta.
Regresé por última vez en 2018. Los diques han sido reconstruidos y ahora son mucho más fuertes. Gran parte de la ciudad ha sido reconstruida y ha vuelto a la normalidad, pero hay secciones donde vivían los afroamericanos que no han sido reconstruidas. La ciudad tiene ahora alrededor de 90 mil afroamericanos menos viviendo allí y eso es una gran pérdida histórica y cultural.
Han pasado 15 años desde que llegó Katrina, ¿qué experiencia te dejó?
—Me dejó con una profunda apreciación de la importancia de las raíces, las raíces de la familia, las raíces de la comunidad, las raíces de la historia.
Ver a personas que lo perdieron todo, pero que regresan y se reconstruyen de la nada, esa fuerza de la comunidad y la historia es algo que siempre será una inspiración para mí.
También me quedé con la incómoda prueba de que nuestro gobierno es capaz de abandonar a su propio pueblo.
Analizando lo que sucedió allí y lo que has visto en tu cobertura en Estados Unidos, ¿qué piensas de las protestas afroamericanas que sacudieron al país este año? ¿Es Nueva Orleans un ejemplo de la desigualdad en Estados Unidos?
—Creo que las protestas ocurren en un momento profundamente importante en la historia de nuestra nación, y ha sido asombroso verlas suceder, tanto en ciudades grandes como en pueblos más pequeños en todas partes del país.
Nueva Orleans es y ha sido históricamente un poderoso ejemplo de desigualdad en Estados Unidos. Vieron en la tormenta los resultados de la desigualdad y la discriminación en la vivienda, con muchos afroamericanos viviendo en las propiedades de menor altura que recibieron la mayor cantidad de inundaciones. Ahora, en los años posteriores a la tormenta, las comunidades tradicionalmente afroamericanas en terrenos más altos se han aburguesado, mientras que algunas de esas comunidades en terrenos más bajos no han sido reconstruidas.
Más allá de Nueva Orleans, las protestas de este año demuestran que la desigualdad y el racismo existen en todo el país.