, princesa de Gales, anunció este viernes que poniendo fin a meses de silencio y secretismo que desataron una ola de especulaciones que evidenciaron que la familia real británica tiene un serio problema de comunicación.

La revelación de Middleton se suma a la que hiciera en enero el Palacio de Kensington acerca de que el . Ambos han sido sometidos a tratamiento de quimioterapia.

El secretismo ha caracterizado a la familia real. Revelar lo menos que se pueda, sobre cualquier tema: de las infidelidades de sus miembros a sus enfermedades.

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A la fecha, de qué murió exactamente la reina Isabel II en septiembre de 2022 sigue siendo un misterio, aunque expertos indican que también pudo tratarse de cáncer. Su padre, Jorge VI, murió de cáncer de pulmón, a los 57 años.

Tras el fallecimiento de la monarca, la gran pregunta que surgió fue: ¿Quién mantendría a la familia real británica unida, firme, sin ella?

El rey británico Carlos III había sido diagnosticado con un “tipo de cáncer”. Foto: AP
El rey británico Carlos III había sido diagnosticado con un “tipo de cáncer”. Foto: AP

Su sucesor, el rey Carlos III, no se caracteriza especialmente por su carisma. Tampoco su esposa, la reina Camila, una mujer que por muchos años fue la más odiada, y no sólo por los británicos, tras revelarse que fue amante del entonces príncipe, un engaño que indignó por la popularidad que tenía la princesa Diana.

Los escándalos de la realeza siempre han sido foco de atención. Si el príncipe o duque fue infiel, si la duquesa fue discriminada, si está demasiado gorda o demasiado delgada. Y la familia real británica ha tenido bastante de todo eso. El caso del príncipe Harry y su esposa, la princesa Meghan, que llenaron portadas cuando decidieron apartarse de la familia real, había sido el más claro ejemplo.

Pero la reina siempre logró mantener a la familia real en firme. Con su deceso, el príncipe heredero, Guillermo, y su esposa Kate se convirtieron en la pareja real más popular del momento, la más querida.

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Pero la falta de información acerca de la salud de la princesa fue llenada por una serie de desde que Guillermo le era infiel y ella quería el divorcio hasta que ella había muerto.

Los príncipes quisieron apagar los rumores con una foto difundida el 10 de marzo, por el Día de las Madres que terminó desatando una tormenta mucho peor, cuando primero los usuarios, y después las agencias de noticias, descubrieron que la imagen estaba manipulada. La princesa de Gales tuvo que confesar que, como fotógrafa aficionada, le gusta jugar con la edición.

Ni siquiera su aparición al lado de su esposo en una tienda apagó la llama. “Es un clon”, “no es ella”, fue la reacción de la gente, ya dudosa de cualquier información que viniera de la familia real.

El Palacio de Kensington ha defendido la privacidad de la familia real. Tras la revelación de que Middleton padece cáncer, subrayó que no habrá más detalles, que ella tiene derecho a mantener su vida privada, por el bien de ella y de sus hijos Jorge, Charlotte y Louis.

George, Louis y Charlotte son los hijos de William y Kate Middleton. Fuente: Instagram @princess_charlotte_wales
George, Louis y Charlotte son los hijos de William y Kate Middleton. Fuente: Instagram @princess_charlotte_wales

Pero el fracaso en laes evidente. Tanto, que la familia real busca asesoría. Si el rey Carlos III se anotó un punto al indicar que informaba de su padecimiento de cáncer como una muestra de que es una enfermedad de la que hay que hablar, y de alentar a la gente a hacerse chequeos y atenderse, el silencio alrededor de la desaparición de Kate ha sido un severo golpe y evidencia de que el Palacio de Kensington tiene mucho trabajo por hacer para recuperar la confianza perdida.

El rey, su esposa, los príncipes, nacieron sabiendo que son figuras públicas, cuyas vidas, salud y situación son del interés de los ciudadanos. Que tienen derecho a la privacidad es cierto. Pero cuando el palacio se rodea de un silencio sepulcral, la falta de información será llenada con conspiraciones, rumores, chismes, que dañan a la familia real, a terceros -sólo hay que preguntarle a la marquesa Sarah Rose Hanbury- y a una institución que, de entrada, es criticada por millones de personas.

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bmc



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